A continuación expongo una propuesta de un modelo de participación ciudadana a
nivel local para un municipio como Ciudad Real.
Está pensado
teniendo en cuenta las circunstancias locales, esto es,
principalmente, la escasa praxis participativa de los vecinos y la
escasa cultura participativa que hace que la demanda de participación
ciudadana directa sea todavía minoritaria.
También tiene en
cuenta otras experiencias de participación de las que he tenido
conocimiento, tanto en el municipio de Ciudad Real, como en otros,
que han sido, todas ellas, un completo fracaso.
Estas circunstancias
imponen limitaciones, necesarias hasta que los vecinos de Ciudad Real
adquieran suficiente experiencia participativa y madurez política
para superarlas y adoptar modelos más ambiciosos en cuanto al nivel
de participación.
Por último, también
se contempla la poca voluntad de los gobiernos locales de poner en
marcha Sistemas realmente participativos, por lo que en esta
propuesta hay requisitos imprescindibles para garantizar, en lo
posible, que el sistema de participación ciudadana no sea otro paripé más para dotar de un disfraz de legitimidad democrática las decisiones del gobierno local de turno.
Esquema de Modelo Local de Participación Ciudadana |
1) Toma de decisiones: Referéndum generales.
Posiblemente el
referéndum es el mecanismo más básico de participación ciudadana.
Pero para que funcione hay que hacer las cosas bien, porque no todos
los referéndum son democráticos ni útiles para la ciudadanía.
Propongo que la
forma principal de toma de decisiones sean referéndum periódicos,
que deberán cumplir estos requisitos:
1. Serán
vinculantes. Lo que los ciudadanos decidan, se hace.
2. Periodicidad
anual, para permitir a todos los vecinos ir entrando, poco a
poco, sin grandes exigencias, en la dinámica participativa.
3. Contendrán
múltiples cuestiones, en general, por simplicidad, a
responder “SI” o “NO”.
4. La fecha para
celebrarlos será poco antes de la
elaboración de los presupuestos, puesto que las decisiones de
los ciudadanos configurarán en gran medida dónde se destinarán los
recursos económicos municipales.
5. Deben llevar
asociado, de antemano, un presupuesto participativo, exclusivo
para las decisiones que se tomen en los referéndum.
Podría comenzarse
con un 5% del presupuesto total municipal, a repartir entre barrios y
asambleas sectoriales, e ir incrementando un 5% anual, hasta llegar,
con el tiempo, a la situación ideal: cubrir la totalidad del
presupuesto municipal de forma participativa.
6. Incluirán
también preguntas no vinculadas necesariamente a
partidas presupuestarias, por ejemplo, normativa local,
posicionamiento del municipio ante determinados asuntos, revocatorio
de algún cargo que no esté haciendo bien su trabajo, etc.
7. Las cuestiones
las podrán proponer alcaldía y
concejales libremente, pero también los ciudadanos.
Para evitar un uso
irresponsable, cada propuesta ciudadana deberá ir respaldada por un
pequeño número de firmas, 100 a lo sumo. No más, porque la
cuestión no es poner trabas imposibles a una participación
ciudadana ya de por sí especialmente difícil en municipios como el
nuestro.
Y por supuesto, el
ayuntamiento contribuirá colaborando en la recogida de firmas,
habilitando puntos permanentes para ello (si es posible, también
virtuales), durante tiempo suficiente (mínimo un mes).
Todas las
propuestas, tanto las que han conseguido las firmas como las que
están en ello, deberán estar publicadas en un sitio bien accesible
tanto en la web municipal como en el lugar o lugares físicos de
recogida de firmas.
8. Podría ocurrir
fácilmente que los vecinos validaran propuestas que requirieran de
más recursos económicos de los disponibles. En tal caso, las
propuestas se cubrirían por orden, de mayor a menor apoyo ciudadano
(votos a favor menos votos en contra). Así, habrá propuestas
aprobadas en el referéndum que no puedan ejecutarse por falta de
fondos, pero la decisión de cuales descartar la tomarían los
ciudadanos en el referéndum, no los políticos (cuya misión, en
democracia, no es decidir qué hacer, sino ejecutar la voluntad de
los ciudadanos).
2) Toma de
decisiones a nivel de barrio: Referéndum barriales.
Las cuestiones no
generales, que afecten a los barrios individualmente, se decidirán
en referéndum a nivel de barrio. Deberán cumplir los mismos
requisitos que los referéndum generales.
3) Gestión,
supervisión, control ciudadano: Asambleas de barrio y sectoriales.
Las asambleas
servirán, sobre todo, para supervisar y controlar que el
ayuntamiento cumple con la voluntad de los vecinos expresada en los
referéndum, tanto en los barriales como en los generales.
Y, si así se
decide, también podrá servir para ejecutar esa voluntad, por
ejemplo, haciéndose cargo del presupuesto asignado y gestionando la
realización de los proyectos elegidos.
Esto es, las
asambleas serían una especie de órgano gubernativo, pero a nivel de
barrio o de sector (”Medio Ambiente”, “Urbanismo”, “Cultura”,
etc.).
¿Qué requisitos
tienen que cumplirse para que las asambleas hagan este trabajo?
1. Deben ser
soberanas en el ámbito de sus competencias, esto es, el gobierno
municipal no puede tener potestad para aprobar o rechazar las
decisiones y actos de estas asambleas. Tampoco para decidir quiénes
pueden o no formar parte de ellas o qué modelo organizativo deben
utilizar.
2. Deben contar
con personal funcionario asignado dependiente de ellas mismas,
exactamente el mismo personal que sería necesario de todas formas
pero que en alternativamente dependería jerárquicamente del
gobierno municipal.
3. Deben contar
con un espacio propio permanente -y suficiente- para cubrir
sus necesidades.
3.1. Incluyendo
los espacios necesarios en la web municipal, tanto para emitir
información directamente como para interaccionar virtualmente con
los vecinos. Máximas transparencia y participación.
4. Su modelo
organizativo (Estatutos), decidido por ellas mismas y no por el
gobierno municipal, deberá ser aprobado en referéndum en el propio
barrio.
5. Y, naturalmente,
deben funcionar de forma democrática. Para ello:
5.1. Las
integrarán ciudadanos a título individual: ni asociaciones, ni
partidos.
Esto es,
participación ciudadana directa frente al modelo representativo que
es precisamente el que está fallando.
Presuntos
representantes ya hay en el Pleno. En las asambleas, ciudadanos.
Sin embargo, se
esperará de los miembros de las asambleas que actúen teniendo en
cuenta los intereses colectivos (de TODOS los vecinos del municipio o
del barrio).
5. 2. Los
miembros de las asambleas se escogerán por sorteo
entre los voluntarios que se presenten: si siempre ocupan los
puestos los mismos, la participación no es ciudadana; es de los de
siempre.
Mientras haya
voluntarios de sobra, nadie podrá repetir presencia en una asamblea,
sea la misma o distinta, sea sectorial o de barrio.
Sólo en caso de
falta de voluntarios podrían repetir presencia las mismas personas,
pero siempre teniendo en cuenta que los que hayan integrado menos
asambleas tendrían prioridad sobre los que hayan integrado más. El
sorteo resolvería los empates.
5.3. El número
de miembros de la asamblea estará limitado: por
sugerir unas cifras orientativas, entre 10 y 20 personas.
Menos aumenta el
riesgo de actuaciones interesadas (es más fácil corromperse). Más,
de ineficiencia.
Naturalmente, todas
las sesiones serán abiertas, pero el número de miembros “currantes”
de la asamblea debe ser limitado.
5.4. Habrá una
elevada rotación: como máximo cada 6 meses se renovarán
completamente sus miembros. La participación debe alcanzar al
mayor número de vecinos posible.
5.5. Habrá una
retribución económica para los miembros de las
asambleas, en reconocimiento al trabajo que estos van a
realizar para la comunidad.
Esta retribución
será modesta (no se entra en política para ganar
dinero): se podrían asignar 200 € mensuales a cada miembro
(asumiendo 10 horas semanales de servicio a la comunidad, son 5
€/hora, 4 veces menos que lo que cobra uno de nuestros actuales concejales).
Esto es, una
asamblea de, por ejemplo, 15 miembros, costaría 3.000 € al mes,
menos que uno de los concejales liberados. Y sacaría mucho más
trabajo (150 horas semanales frente a 40).
5.6. Las
decisiones se tomarán, siempre que sea posible -y debería serlo
la gran mayoría de las veces-, por consenso, por lo que
siempre deberán estar justificadas y argumentadas.
Excepcionalmente, cuando el consenso no sea alcanzable, se recurrirá
a la votación por mayoría simple.
5.7. Todas las
decisiones tomadas podrán ser revertidas por asambleas posteriores:
esto es, nada de esas aberraciones antidemocráticas de contratos de
25 años con indemnización por cancelación.
5.8. Se
habilitará un sistema de revocación conjunta de la asamblea: si al
menos un tercio del total de miembros establecido para la asamblea
así lo solicita, la asamblea se disolverá y renovará
completamente.
Para todos los
miembros salientes, hayan estado un día o 5 meses, constará como si
hubieran completado un mandato completo, a la hora de volver a
plantear su presencia en esta u otra asamblea del municipio.
El motivo de este
revocatorio por la minoría es protegernos de un funcionamiento
normal basado en “asambleas tóxicas” que por sistema toman
decisiones por mayorías simples ajustadas, esto es, sin buscar el
consenso -ni, en consecuencia, el interés común-.
Así, si un tercio
de los miembros es ignorado sistemáticamente, estos pueden
unilateralmente disolver la asamblea, perdiendo ellos mismos su
puesto.
Igualmente pueden
actuar si, ante una decisión especialmente importante, la asamblea
intenta tomarla sin suficiente consenso.
Nadie garantiza que
la siguiente asamblea salga mejor... pero, al menos, serán otras
personas distintas las que estén ahí.
Para evitar un
sabotaje -partidista- deliberado utilizando esta opción, se
inhabilitará para la cuarta asamblea si ha habido tres revocaciones
consecutivas.
Esta opción “de
seguridad” no sería necesaria con una ciudadanía solidaria y
madura políticamente, pero hasta que llegue ese momento hay que
actuar de acuerdo a nuestra realidad.
ANEXO: ¿Por
qué los requisitos de limitación de número de miembros, sorteo y
elevada rotación?
Si utilizamos
asambleas con número ilimitado de miembros, la experiencia nos dice
que van a ocurrir cosas como estas:
- Una vez
establecidas las normas de funcionamiento, a la primera sesión
podría acudir muchísima gente. Todos querrán hablar, todos querrán
proponer, y no habrá tiempo para ello. Casi ninguno se habrá mirado
el orden del día ni las normas de funcionamiento, con lo que los
incumplimientos serán constantes, junto a las interrupciones, las
protestas, etc. La gente saldrá cabreada y no volverá más.
- También podría
ocurrir que, a las primeras sesiones, acuda mucha gente, pero que
vayan perdiendo el interés (al ver el caos y la ineficiencia, o
simplemente porque sobra gente para realizar las tareas) y cada vez
acudirán menos, hasta que al final queden cuatro que serán los que
acaben yendo siempre, con lo cual se perderá la participación
ciudadana, que es precisamente lo que se busca.
- La gente
acudirá únicamente a las asambleas a ver “qué hay de lo mío”,
esto es, interesadas por algún asunto particular que se trata en
ellas. Esto fomenta la participación egoísta, basada en intereses
particulares, que es también otra de las malas praxis que nos han
llevado a esta situación que estamos viviendo. De lo que se trata es
de educar en la participación cooperativa, donde se trabaja por los
intereses colectivos, esto es, para el bienestar de TODOS los
vecinos.
- Especialmente,
partidos políticos, sindicatos, u organizaciones similares,
movilizarán sus recursos (humanos y económicos) para tratar de
conseguir las mayorías en las asambleas y controlarlas en beneficio
propio o, en caso de no poder, sabotearlas.
- Al ser algo
abierto, “de gratis”, que parece que se puede participar con sólo
desearlo, habrá gente que acuda sin preparación, sin informarse de
lo que se va a tratar, y en consecuencia, participará (opinará y
votará) irresponsablemente, sin conocimiento suficiente. Y se
tomarán malas decisiones.
- Además, estas
personas no preparadas ni informadas son fácilmente manipulables por
otras con altas habilidades sociales u oratorias (especialmente
pertenecientes a partidos políticos), lo que de nuevo llevará a
tomar malas decisiones y a que las asambleas caigan bajo control de
unos pocos sujetos.
En definitiva,
que en las asambleas necesitamos personas comprometidas, honestas,
que trabajen por el interés colectivo,
bien preparadas e informadas tanto sobre los asuntos a
tratar como sobre el funcionamiento de la propia asamblea.
Es decir,
participación ciudadana responsable y de calidad.
Conseguir eso en
asambleas abiertas es, a día de hoy, absolutamente imposible. Y no
sólo en Ciudad Real, en casi toda España. La ciudadanía debe
educarse en la participación. Y eso lleva tiempo.
En definitiva, el
sistema propuesto de limitación de número, sorteo y elevada
rotación nos permite aumentar las posibilidades de conseguir esa
participación de calidad, que la gente vaya aprendiendo a utilizar
responsablemente la democracia, a la vez que conseguimos maximizar el
número de personas que participan directamente en el mayor grado
posible.
¿Cómo lo logramos?
La limitación de número de miembros:
¿Cómo lo logramos?
La limitación de número de miembros:
- Permite
funcionar más eficaz y eficientemente que en una asamblea
multitudinaria.
- Otorga
importancia al puesto de miembro de la asamblea: sólo unos pocos
pueden acceder a esa responsabilidad en cada momento.
Así se enfatiza
que participar en las asambleas no es algo baladí, es un servicio
importante para la comunidad que hay que desempeñar
responsablemente.
El sorteo:
- Nos iguala a
todos: abre las asambleas a todos los ciudadanos por igual, sin
discriminar ni favorecer a nadie.
Como siempre debe
ocurrir en una democracia.
El sorteo y la
rotación elevada:
- Reducen el
riesgo de que personas hábiles socialmente y/o respaldadas por unas
siglas u organizaciones acaparen el poder en las asambleas para
beneficio propio o de esas organizaciones.
- Posibilitan que
una gran mayoría de vecinos asuman la responsabilidad de ser miembro
de una asamblea, al menos, en una ocasión. Esto es, las
responsabilidades públicas, se comparten entre todos.
- Permiten
que todos asuman que si se toman decisiones interesadas, estas pueden
ser anuladas rápidamente por la siguiente asamblea (donde habrá
otras personas distintas, escogidas aleatoriamente), con lo que es
más difícil que sea rentable participar en las asambleas para
beneficiarse personalmente: eso aumentará la probabilidad de
que los voluntarios que se presenten lo hagan teniendo en
mente el interés colectivo antes que el propio, e igualmente,
de que los miembros de las asambleas sean personas honestas.
Esta "Propuesta Completa de un Modelo Local de Participación Ciudadana", en documento, aquí.
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