miércoles, febrero 27, 2008

Diez minutos cada cuatro años

Llegar a ver en una televisión pública, o a escuchar en radio, el anuncio electoral de un partido minoritario, es casi misión imposible. Los emiten de lunes a viernes en horarios de mínima audiencia y, además, la cantidad de espacios emitidos es considerablemente escasa: diez minutos en total. Veinte cuñas de 30 segundos cada una. En cambio, a los partidos mayoritarios (PP y PSOE) se les emiten cuarenta y cinco minutos en los momentos de máxima audiencia.
Esa discriminación de los partidos nuevos, y de los minoritarios, resulta, cuanto menos, injusta, pero es completamente legal. La distribución de espacios electorales gratuitos está establecida así en la Ley Electoral: se otorgan más minutos y horario preferente a los partidos que más representación obtuvieron las elecciones pasadas.
Es difícil tratar de explicar qué sentido tiene esta extraña regla en una democracia, es difícil encontrar la justificación al hecho de dar ventaja a los partidos que ya están en el poder. Conversando hace unos días sobre el tema, una persona, utilizando un acertado símil futbolístico, me hizo el siguiente comentario: “Es como si el equipo que ganase una liga empezase la siguiente con diez puntos de ventaja”. A nadie le gustaría que eso ocurriera, ¿verdad? No tendría sentido.
Pero en nuestra política, ocurre.

Izquierda Unida-Alternativa solicitó a la Junta Electoral Central, máximo organismo regulador de los procesos electorales, la suspensión del debate del pasado día 21 entre Solbes y Pizarro, por incumplir una norma anterior, de la misma Junta Electoral, relativa a la garantía del pluralismo político. La actual Junta Electoral, aun reconociendo el incumplimiento de la citada norma, rechazó la solicitud de IU-A. Según aparece en el comunicado de la Junta, no se incumple el principio del pluralismo político, ya que el PP y el PSOE tienen el 85% de los escaños del Congreso, y por ello pueden promocionarse con el debate Solbes-Pizarro y, de paso, con los dos debates Zapatero-Rajoy, sin problema alguno. Concluye la Junta Electoral requiriendo a las cadenas implicadas la compensación de los debates “proporcionalmente a la representación de cada partido”. Y a los partidos sin representación parlamentaria, ni agua.
Extraña concepción del pluralismo político la de nuestros juristas. Al parecer ser plural significa dar ventaja a los partidos en el poder, tanta más ventaja cuanta mayor sea la diferencia de poder. ¿Alguien lo entiende?
Pues la cosa es mucho peor.

Si a estas discriminaciones sumamos que los partidos con representación parlamentaria tienen financiación del Estado para sus campañas electorales (los ciudadanos pagamos las campañas), si sumamos que las entidades financieras otorgan a los partidos grandes todos los créditos que necesitan, algunos de los cuales ya sabemos que no devuelven, y si sumamos que los medios de comunicación les dedican prácticamente el 100% de su espacio político, todos los días del año, todos los años, sea o no sea época de campaña electoral; si a todo eso sumamos el tremendo efecto que tiene la propaganda sobre el ser humano (no hay más que ver la cantidad de anuncios publicitarios que hay cada día en la televisión), lo que obtenemos es que unos pocos partidos (en Castilla-La Mancha, dos) obtienen una ventaja decisiva que les hace inalcanzables para el resto de las formaciones políticas.
Siguiendo con el símil futbolístico, es como si el Real Madrid y el Barcelona recibieran al inicio de todas las ligas, no diez puntos, sino cincuenta. Siempre quedarían clasificados en las dos primeras posiciones, y con una ventaja insuperable para el resto de los equipos. ¿A quién le gustaría una competición así?
Pues eso mismo es lo que está pasando en nuestro sistema político.

Si alguien tiene una explicación, por favor, que la comparta.

martes, febrero 19, 2008

El voto inútil

En España cada vez es más alto el número de votantes que están en desacuerdo con los actos y decisiones de los políticos a los que han otorgado su voto. Los actuales partidos con presencia en el parlamento cada vez representan en menor grado a sus votantes.
Sin embargo, a pesar de ello, esos mismos partidos siguen recibiendo la inmensa mayoría de los votos. Ciudadanos que no están de acuerdo con su forma de actuar, que no se sienten representados por esos políticos, les votan. El motivo de este proceder es el mal llamado voto útil, también llamado voto al menos malo. Aunque a mí me gusta más el voto del miedo.

No sabemos realmente cuántos de estos votos “útiles” van a ser depositados el 9 de marzo en las urnas, pero, dada la escasa valoración de los políticos que reflejan las encuestas, podemos pensar que van a ser muchos. Demasiados.
Y este hecho me entristece profundamente: en una democracia representativa, el voto debe ser para quien nos represente. Al renunciar a esa representación para votar a un partido que no es el nuestro, por miedo, para que otro no gane, se está renunciando a la democracia. Después de lo que hemos pasado en España, ¿cómo es posible que la democracia tenga tan poco valor para un ciudadano como para renunciar a ella voluntariamente?
Sin embargo, hay que aceptar que el voto útil es totalmente legítimo. Si una persona teme en tal grado la victoria de un partido como para sacrificar la democracia, en un intento de evitar, con su voto, que ese partido gane, está en su derecho de hacerlo. Su sacrificio es totalmente legítimo.

Aunque en realidad, ese gesto, ese sacrificio, también es tristemente inútil.

Imagínese que, para evitar que gane el PSOE, un ciudadano, aun sin sentirse representado por ese partido, vota al PP. Ese voto, unido a los demás votos “anti-PSOE”, da al PP más presencia, lo fortalece. El temor a ese PP más fuerte generará una reacción en algunos ciudadanos que, para evitar el triunfo del PP, votarán al PSOE. Eso, a su vez, dará más fuerza al PSOE, acrecentará el temor a que gane, y generará más “anti-voto” favorable al PP. Y así, se cierra el ciclo, y vuelta a empezar. Los votos a uno de los dos partidos generan una reacción “igual y contraria” y acaban convirtiéndose en votos al otro partido.

El “voto útil” no funciona: votando al PP damos un voto más al PSOE, votando al PSOE damos un voto más al PP. El “voto útil” sirve igualmente al PP y al PSOE, a la vez que perjudica a los partidos que se llevarían esos votos si el ciudadano votara realmente a quien le representara.

Un ejemplo curioso: dos potenciales votantes del mismo partido minoritario, dejan de votar “inútil” a su partido para votar “útil”, uno al PSOE (por miedo al PP) y otro al PP (por miedo al PSOE). ¿No sería algo totalmente estúpido? Pues le pasará a muchos votantes el 9 de marzo.

Con el tiempo, podríamos llegar a una situación en la que casi ningún español se sintiera ya representado por esos partidos y, sin embargo, estos seguirían recibiendo la inmensa mayoría de los votos. Por miedo a que ganara el otro. Una "democracia" en la que los ciudadanos acudirían a las urnas no por convicción democrática, sino por miedo.
Hacia ese aterrador destino nos dirigimos.

La única forma de detener este “ciclo infernal” es renunciando al voto “útil”, que en realidad es totalmente inútil. El voto “útil” perpetúa en el poder a los dos grandes partidos, sin imponer a uno sobre el otro, a la vez que elimina cualquier posibilidad de que surja un partido alternativo.
El voto a quien realmente nos represente o, en su defecto, el voto en blanco (mejor si es computable), es el auténtico voto democrático. Tal vez no sea “útil” hoy, tal vez las reglas de este sistema político, hechas a la medida de los partidos del régimen, lo mantengan “inútil”. Pero el mal llamado "voto útil" es igual de inútil. Así que, puestos a tirar el voto, mejor que sea en algo en lo que realmente creamos.

No caigamos en la trampa del voto “útil”.
No dejemos que nos roben la democracia.

Nota: como residente en Castilla-La Mancha, región completamente bipartidista, tiendo a centrarme en PP y PSOE. Pero la inclusión de los grandes partidos nacionalistas de otras comunidades no altera la dinámica del voto del miedo. Es tan significativo en Cataluña o el País Vasco como en Castilla-La Mancha. Tal vez incluso más. Sólo que con otros actores interpretando la misma farsa.

miércoles, febrero 06, 2008

Amores y desencuentros entre D. Alberto y Dª. Esperanza

Leyendo el título pensarán, naturalmente, que este artículo versa sobre la disputa entre el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Bueno, pues... ¡no es así!
¿Qué puedo añadir a todo lo que se ha publicado sobre esos dos? ¿Acaso queda algo por decir? ¿Algo que los medios de comunicación no hayan repetido ya hasta la saciedad?
No lo creo.
No tengo, por tanto, nada que comentar sobre esta tan bien avenida pareja. Pero me van a dar pie a exponer cual es el verdadero tema de este artículo.

Me pregunto:
¿Qué hacen esos dos en todos los medios de comunicación, día sí y día también? ¿No se han enterado los medios de que hay elecciones generales el 9 de marzo? ¿No se han enterado los medios de que esos dos no son candidatos a las elecciones? ¿No tendrían estar informando los medios sobre los que sí van a ser candidatos a las elecciones?
¿Saben que ya se ha publicado en el B.O.E. la lista de las candidaturas a las elecciones generales? ¿Y saben que hay ¡152 páginas! llenas de nombres de candidatos al Congreso de los diputados y al Senado? Y... ¿qué hacen los medios hablando de esos dos cuando hay tantos candidatos por presentar a los ciudadanos?
Es difícil de entender, la verdad, cuando queda tan poco para las elecciones, que los medios de comunicación desperdicien su tiempo y espacio en dos personas que no han sido seleccionados como candidatos, cuando hay tanta información importante por transmitir a los ciudadanos.

Aunque tal vez la clave sea precisamente esa. Que hay información que transmitir. Y hay que evitar que se transmita.

Sigo preguntándome:
¿Se han fijado en que todos los días salen los políticos punteros del PP y del PSOE repitiendo la misma cantinela? Que sí mentirosos por allí, que si catastrofistas por allá... un día hace un mitin en una ciudad, y dicen una cosa. Al día siguiente se van a otra ciudad, y dicen lo mismo. Al día siguiente, otra vez. Y ahí los tenemos todos los días ocupando la práctica totalidad de los medios de comunicación. En fin, la primera vez, vale, pero... ¿y el resto? ¿Dónde esta la noticia? ¿En que han cambiado de ciudad? ¿Que se han cambiado de traje? ¿Que un día llueve y otro hace sol?
No lo entiendo. La noticia surge una vez. La información aparece en los medios, una vez. Entonces... ¿por qué se les vuelve a sacar repitiendo lo mismo? ¿Una y otra vez?
¿Es que no deberíamos conocer las opiniones de los líderes del resto de los partidos? ¿Es que no deberíamos conocer los programas y promesas de los demás partidos? ¿Es que no sabemos ya lo suficiente de PP y PSOE? ¿No han salido todos los días en los medios durante los últimos cuatro años? ¿No han gobernado ya? ¿No sabemos ya lo que son capaces de hacer?

Y sobre los debates... ¿para qué queremos un debate entre Rajoy y Zapatero? ¿Es que no sabemos ya lo que van a decir? ¿Es que no los tenemos ya suficientemente vistos y oídos?
¿No será más informativo, más relevante, más significativo, más necesario... un debate entre Rosa Díez, Albert Rivera y Gaspar Llamazares? ¿O entre Don David Ubero Iglesias y Don Esteban Cabal Riera?
¿Cómo? ¿Que quién son esos dos? Si hubiera pluralismo político en España, lo sabrían.

En la provincia de Madrid hay 37 listas presentadas al Congreso, y 39 al Senado. Hoy es 6 de febrero. Las elecciones son el 9 de marzo. Dedicando, cada medio de comunicación, de forma exclusiva, un día a cada partido (todos los telediarios del día, todos los informativos radiofónicos del día, los programas de opinión, todo el periódico, respectivamente), ya no quedaría tiempo para que cada medio informara adecuadamente sobre todos los partidos.
Lo dejaremos entonces en dos partidos al día/[canal-emisora-diario]. Con dos partidos al día y unos 20 debates televisados, los españoles tendrían la oportunidad de conocer mínimamente a todos los partidos implicados y así podrían elegir con un mínimo de coherencia al partido que considerasen que les representaba.
Sin embargo esto no va a ocurrir. Todos los días hasta que se celebren las elecciones se seguirá hablando mayoritariamente del PP y del PSOE (añádase aquí los partidos nacionalistas del Régimen en las comunidades autónomas correspondientes). En el mejor de los casos aparecerán breves (y totalmente insuficientes) menciones a alguno de los otros partidos. Y naturalmente, si hay debates, serán entre Rajoy y Zapatero. No llevarán a ninguno de ellos a, por ejemplo, uno de los integrantes de las listas de Ciudadanos en blanco. Para nada.

Los medios seguirán repitiendo la misma basura, la misma propaganda, todos los días. A todas horas. Saturando sus programas, sus páginas. No dejando sitio para lo que realmente sería noticia, lo que realmente sería información: lo que prometen y piensan los candidatos de esos otros partidos que se presentan a las elecciones generales de 2008, a los que casi nadie conoce.

¿Inexplicable? Me temo que no.
Los llamados “medios de comunicación” no son “medios de información”. Son medios de propaganda. Su misión es saturarnos de propaganda sobre un grupo reducido y escogido de partidos para que no tengamos en cuenta a los demás. Su misión es llenar los espacios informativos con basura, como las supuestas desavenencias entre Gallardón y Aguirre, para que no quede lugar para la verdadera información, la que necesitaría el pueblo para poder ejercer adecuadamente su derecho a gobernar.

Al igual que cuando vamos a comprar un detergente compramos uno de los que anuncian por la tele, cuando votamos, los españolitos votaremos a los partidos que “anuncian por la tele”. Y es así, tan fácil, como se manipula a un pueblo para que ceda, sin ni siquiera enterarse, el poder que le correspondería en una democracia, a un grupo de oligarcas que manejan cual si de equipos de fútbol se tratara a unos cuantos partidos políticos, escenificando una farsa de opereta a la que llaman democracia.

Termino recomendándoles, si el autor no tiene inconveniente, este entretenido vídeo-pregunta de Martín, de Madrid, sobre otra de las formas de manipulación por saturación de propaganda política, el cual me ha inspirado, junto a Gallardón y la Espe, este mensaje.