Parece increíble
que hayamos podido llegar a pensar que, por echar un papel en una
caja cada cuatro años, podemos tener alguna influencia en el
gobierno de una nación. O de lo que sea.
Un papel en una
caja. Cada cuatro años.
¡Qué gran trabajo
han hecho, y siguen haciendo, con el lavado de cerebro!
¿Y cómo nos han
hecho creer que algunos de ellos son de izquierdas? Eso no era fácil
tampoco. Y lo lograron.
Sólo les faltó,
para rematar la faena, hacernos creer que, además, ese gobierno de
los papelicos y las cajas, es una democracia.
¿Cómo? ¿Que
también nos hemos tragado eso?
Pues nada, un éxito
total.
Para que luego digan
que los políticos no saben hacer nada.
Lo llaman democracia, y nunca lo ha sido.