lunes, junio 09, 2008

Tres libros contra el adoctrinamiento

Parece que el curso que viene, los alumnos castellanomanchegos van a poder disfrutar al fin de la polémica asignatura de “Educación para la ciudadanía”, con la consiguiente preocupación de algunos padres por si se produjera un posible adoctrinamiento moral de sus hijos.
Aunque no he tenido oportunidad de comprobar personalmente ninguno de los libros de texto de la asignatura, supongo que es de esperar que los editores aprovechen la coyuntura, tal vez provocada incluso por alguno de ellos, para incluir visiones sesgadas de la realidad que efectivamente pudieran influir de alguna manera en la forma de pensar de los alumnos.
Sin embargo, yo no me preocuparía demasiado. Tal y como está nuestro sistema educativo, el efecto de esta nueva asignatura será como el de las demás, más bien escaso. Si los chavales son adoctrinados, lo serán poco y mal. Será fácil para sus padres anular cualquier efecto nocivo, con un poco de atención que dediquen a sus hijos.

En cualquier caso, me voy a permitir sugerir a los padres una forma sencilla de contrarrestar el adoctrinamiento inadecuado de los chavales: den a leer a sus hijos, cuando hayan terminado su formación obligatoria, los tres libros que cito a continuación; y, a medida que los vayan terminando, coméntenlos con ellos. Son novelas amenas, fáciles de leer para un adolescente de 16 ó 17 años, pero que contienen unas enseñanzas imprescindibles para cualquier ciudadano de una sociedad que se pretenda democrática.

La primera, 1984”, de George Orwell. En esta novela los chavales asimilarán algunas técnicas con las que los estados totalitarios controlan a los ciudadanos. Por ejemplo, la de reescribir la historia y la realidad, el pasado y el presente, a conveniencia del régimen; o el control absoluto de todos los medios de comunicación, para que la información que reciba el pueblo sea la “adecuada”; o la enorme utilidad de la existencia de un “enemigo”, al que, por un lado, culpar de todos los males que causan los propios líderes y, por otro, para que infunda miedo y odio: un pueblo temeroso y visceral es un pueblo fácilmente manipulable. Como curiosidad, también descubrirán que el “Gran Hermano” original no es el del programa de Mercedes Milá.
La segunda novela es Un mundo feliz”, de Aldous Huxley. En ese libro podrán descubrir que la llamada sociedad de clases no es algo ya superado, y que las castas no están restringidas a La India; que la organización ideal de la sociedad, para algunos, no es ni mucho menos la democracia, sino una sociedad dividida entre los que mandan y los que obedecen, entre “Alfas” y “Betas”; y que la mejor forma de controlar a estos últimos, los que obedecen, los “Betas”, es creando una clase social de sujetos ignorantes, estúpidos y sumisos.
Por último, Globalia”, de Jean-Christophe Rufin, donde podrán entrever cómo puede llegar a ser este mundo “globalizado” al que nos están dirigiendo y del que ya se pueden apreciar los primeros esbozos: un “primer mundo” formado por un estado único, global, donde los ciudadanos han sido adoctrinados en tal grado que han perdido la capacidad de pensar por sí mismos, y donde el gobierno es una oligarquía de multimillonarios que se disimula mediante una aparente democracia, en la que la participación del pueblo se limita exclusivamente a lo banal; y un “tercer mundo” totalmente empobrecido, abandonado a su suerte, donde la riqueza sigue siendo expoliada para beneficio del estado global y de sus élites dirigentes, sin que a nadie de ese “primer mundo” le importe ya lo más mínimo.

Con esos tres libros será suficiente. No hablan de la Iglesia, ni de la homosexualidad o el aborto, por lo que en lo que respecta a esos temas corresponde a sus padres ejercer como tales y matizar, si lo creen conveniente, la “doctrina” enseñada en las escuelas.
En cambio, si sus hijos leen y asimilan estas tres novelas, muy posiblemente podrán superar el auténtico adoctrinamiento oficial, el que se inicia en las aulas al proporcionarles una educación deficiente, y prosigue después en el mayor medio de adoctrinamiento existente hoy en día: la televisión.
Así, podrán detectar la considerable cantidad de coincidencias que hay entre los ficticios regímenes totalitarios de las novelas y nuestra realidad cotidiana, y quizás lleguen a pensar que las cosas no son como nos las cuentan unos medios de comunicación casi tan manipulados y controlados como los de “1984”. También puede que lleguen a sospechar que les han educado para ser “Betas”, como en “Un mundo feliz”, y se rebelen contra ello. Y quizás se rebelen también contra esa Unión Europea que el “Tratado de Lisboa”, antaño “Tratado por la Constitución Europea”, está definiendo, un primer paso hacia el siniestro mundo globalizado que se dibuja en “Globalia”.

En definitiva, si les ayudamos, de una forma tan sencilla, a vencer ese adoctrinamiento, tal vez no caigan en los mismos errores en los que han caído sus mayores y, quién sabe, tal vez lleguen, algún día, a disfrutar de una verdadera democracia.

Naturalmente, antes que los hijos, deberían leer las novelas... sus padres.