De la inagotable industria cinematográfica estadounidense nos ha llegado recientemente una curiosa serie de televisión, que relata la existencia de algunas personas con poderes sobrehumanos: la serie “Héroes”. Esos individuos, además de sus poderes, tienen al parecer una misión, salvar Nueva York de... no, no he cambiado el tema del blog de repente. Ya voy al grano.
En el episodio 5º de esta serie, uno de los personajes, candidato a congresista, buscando financiación para su campaña política, acude a un mafioso de Las Vegas. En un determinado momento se establece una negociación sobre montante de la financiación, y el candidato se expresa así: “...con 2 millones tan sólo seré un candidato comprado. Con 4, seré un congresista.”
Me gustó la frase. Naturalmente es una serie de fantasía-ficción, no la realidad. Y transcurre en Estados Unidos, no en España. Pero propongo que hagamos un ejercicio de imaginación y supongamos que la frase encajara realmente en la democracia estadounidense y, por qué no, en la española.
Imaginemos pues que el valor de la financiación de las campañas electorales es decisivo. Imaginemos que un número muy elevado de votantes resulta “influido” por la propaganda electoral hasta el punto de resultar determinante a la hora de hacer la selección de los que van a ser nuestros diputados, senadores, concejales y por tanto, nuestros gobernantes. Solo imaginemos.
En los inicios de nuestra democracia, en esta situación hipotética, esa, digamos, debilidad de los ciudadanos, habría sido aprovechada por algunas personas con gran capacidad de financiación, para dirigir, gracias a costosas campañas electorales, una considerable cantidad de votos hacia determinados partidos políticos (partidos que, una vez victoriosos, saldarían su deuda, con creces, con esos financieros). Esos partidos políticos habrían sido los triunfadores de las primeras elecciones y se habrían repartido los distintos órganos de poder por todo el país.
Una vez en el poder, ese grupo escogido, y reducido, de partidos ganadores, ligados todos a algún poder financiero, lo habrían tenido mucho más fácil. Los 4 años de propaganda gratuita diaria que otorga la presencia en gobiernos, Congreso, Senado, etc., se sumarían a apoyo financiero privado a la hora de influir en los ciudadanos (aderezado además con la financiación que la Ley Electoral ofrece a los partidos “consolidados” para sus campañas electorales). [Podríamos añadir a eso varios millones de votos comprados, una vez en el poder, con dinero de los ciudadanos. Pero bueno, esa es otra historia.]
En pocos años, tras algún reajuste inicial transitorio, se produciría un estancamiento de la situación política: unos pocos partidos, todos ligados a poderosos entes privados, se consolidarían como las únicas opciones posibles de voto.
Sería prácticamente imposible que un nuevo partido político, diferente a los ya establecidos, entrara en escena y llegara a tener posibilidades de poder real, salvo que tuviera el mismo apoyo financiero que los demás, en cuyo caso no sería un partido distinto a los ya existentes. El pluralismo político, en la práctica, no existiría.
Esta situación refleja lo que sería un sistema oligárquico o, como prefieren algunos, una partitocracia. Con un disfraz de democracia, claro. Pero no sería una verdadera democracia.
Una conclusión de todo esto: un sistema democrático no puede mantenerse así, democrático, si un número demasiado elevado de ciudadanos es fácilmente manipulado para que vote en un determinado sentido.
En fin, eso estaría ocurriendo en España, si el supuesto hipotético que he planteado al principio fuera cierto. Pero no lo es, ¿verdad? Simplemente imaginábamos. Es un supuesto de película, es ficción, para entretener con eso de los políticos corruptos, y tal. No es real.
En la España real la mayoría de los ciudadanos votamos racionalmente, no nos dejamos manipular por los políticos, que por otra parte son honrados. En realidad nuestros medios de comunicación son independientes e informan verazmente sobre la situación política. En realidad en España hay pluralismo político, y en cualquier momento puede surgir un partido político nuevo, innovador, que reciba apoyo ciudadano suficiente como para tener poder para mejorar las cosas. Aunque en realidad, no hay tanto que mejorar, porque en realidad España va bien. En realidad en España el sistema educativo es excelente y genera jóvenes sobradamente preparados, entre otras cosas, para resistir una hipotética manipulación política. En realidad la Justicia en España es independiente del poder político. En realidad... En definitiva, en realidad, en España, hay una democracia de verdad. De verdad de la buena.
Y en realidad yo soy Obi-Wan Kenobi. Que la fuerza os acompañe.
1 comentario:
!UN PEDERASTA ANDA SUELTO!
¡ES VOMITIVO!
Rafael del Barco Carreras
¡Un pederasta anda suelto! Los que hemos sido empresarios sabemos que aplicando la FILOSOFÍA LABORAL que reina en la Administración Pública, la JUSTICIA, nuestra empresa hubiera QUEBRADO, o sea, todos a la CALLE. Es la gran diferencia, ¡y viene de siglos!, entre las decenas de millones de españoles que trabajan con el sudor de su frente, EMPRESARIOS Y TRABAJADORES, y los que lo hacen para el ESTADO. Simplemente es el Franquismo, lo de siempre, el Funcionariado no trabaja, FUNCIONA, ¡a su aire!. Y todos sabemos que sin un mínimo de disciplina, exigencia, sana ambición y entrega por ambas partes ninguna empresa humana consigue sus objetivos, y esa PROPIEDAD DEL CARGO O DESTINO cuando tras las “oposiciones”, entre comillas, se encaraman a la FUNCIÓN PÚBLICA convierte esa función en un chollo para el propietario y la mayoría de las veces en una pesadilla para el que pretende el SERVICIO PÚBLICO.
Los PROGRES CATALANES que ganadas las elecciones a la Generalitat metieron las narices en la ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA, sentenciaron que aquello era un desastre, el 30% de abstenciones laborales, eso… y que en la propia Generalitat había una larga lista de gente que nunca apareció por su lugar de trabajo, que nadie conocía. Pero ¿hubo despidos masivos? ¡Ni hablar! Todo sigue igual.
Yo estaba entonces en prisión y entre las absurdas esperanzas creí que se me agilizarían algunos de los eternos expedientes… y salí siete días después de cumplir la totalidad de la condena. El socialista juez de Vigilancia Penitenciaria Joseph Lluis Albiñana Olmos, primer presidente de la inicial Generalitat Valenciana, hoy ascendido a Magistrado de Sala, el del “arrepentido de Javier de la Rosa”, estaba de viaje, o eso dijeron sus empleados a mi mujer y abogado. Yo salí siete días después por una vieja estafa (las letras de una sociedad donde precisamente el presidente fuera Antonio de la Rosa, padre de Javier), y los asesinos y violadores de Hospitalet, o los violadores y asesinos de Nou Barris… bajo su jurisdicción… tan campantes de permiso…y violaron y asesinaron… 2004, y nadie se acuerda ni de los hechos, de las víctimas, la Junta de Tratamiento de Brians, ni menos del Juez que sigue impartiendo Justicia.
La JUSTICIA está en quiebra por culpa de sus trabajadores, y el PUEBLO, el dueño del negocio, cede por la fuerza de la Historia esa propiedad a sus TRABAJADORES, que controlan a su aire la empresa en perfecta AUTOGESTIÓN, y nadie quiere meter mano a esa BARBARIDAD. Total, un mejunje endogámico y amigocrático, donde tiene cabida toda la arbitrariedad y corrupción imaginable.
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