domingo, agosto 19, 2007

El barberillo de Lavapiés

Es sorprendente lo que se puede encontrar en los lugares más insospechados. Por ejemplo, en una zarzuela. En “El barberillo de Lavapiés”, de Francisco Asenjo Barbieri, con libreto de Luis Mariano de Larra, estrenada el 19 de diciembre de 1874, he encontrado una de las mejores exposiciones sobre la realidad política de nuestro país que he tenido el gusto de, en este caso, escuchar.
Esta obra desarrolla una entretenida trama de amores nobles y castizos, en el Madrid inmediatamente posterior al Motín de Esquilache de 1766, durante el reinado de Carlos III. Complementando la magnífica composición musical y la trama amorosa y política, aparecen algunos monólogos políticos del castizo barbero Lamparilla, representante arquetípico de la sabiduría popular, que no tienen desperdicio.
Veamos un par de “perlas” sobre los ministros:

... dicen que el rey solo gusta
de cazar liebres y ciervos
mientras cazan sus ministros
pensiones y sobresueldos.


...y luego
como en eso de los ministros
está averiado el género
y aquel que no es tonto es malo
y aquel que no es malo es pésimo,
en hablando mal de todos
pero muy mal,
siempre acierto.


La cosa va de los ministros de Carlos III, pero... ¿a que nos resulta familiar?
El siguiente es el cuarteto final con el que Lamparilla termina la obra, es un comentario sobre la sustitución de uno de los ministros:

Aunque suban a millares
a enmendar pasados yerros
siempre son los mismos perros
con diferentes collares.


Imposible expresarlo mejor.
Lo que verdaderamente me sorprende del asunto es que, siendo ya conscientes algunas personas, hace más de un siglo, de lo que son los políticos, todavía en el año 2007, en el siglo XXI, en el tercer milenio, nos sigan engañando con el mismo cuento de rojos y azules, izquierdas y derechas, nacionalistas de aquí y nacionalistas de allá. ¿Es que los españoles somos incapaces de aprender nada?
Los mismos perros con diferentes collares. Era así en 1766, en 1874, y hoy en día lo sigue siendo.

Como curiosidad, terminaré con otro párrafo de Lamparilla, en el cual se burlaba de esa característica de los españoles de no ponernos de acuerdo en nada. Sin pretenderlo, los autores de esta zarzuela nos están dando una posible solución al problema político español:

Pues aquí tenéis de España
una copia y un modelo
4 hombres, 4 opiniones
si habláramos con 200, 200 partidos
todos con sus ministros diversos.
Sería pues necesario
para estar todos contentos
que hubiera en cada familia
un ministro por lo menos
.
En 1874 no era viable, ni siquiera planteable, que hubiera un “ministro” por familia. Hoy lo es.
Se llama democracia directa.

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