Hace ya 11 años que comencé a escribir como “Ciudadano en blanco” para defender, desde un blog, la democracia, en unos
términos muy similares a los que hoy se utilizaban para convocar
esta “manifestación blanca” del 7-O por el diálogo. El
sentimiento y razones que me movieron a ello eran básicamente los
mismos que refleja la convocatoria para esta movilización. Mi
propósito era el mismo.
La única diferencia era que, en lugar de carteles o ropa blanca,
mi llamamiento era a votar en blanco -con un matiz que ahora mismo no viene al caso-.
Hoy sigo defendiendo lo mismo. Sigo llamando al voto en blanco (o
al nulo).
Y sigo convencido de que la lucha por la democracia hay que
hacerla sin banderas.
Como así se ha pedido en esta “manifestación blanca”.
Sin embargo, en 2006, cuando empecé a escribir, me faltaba
experiencia. Y conocimientos.
Durante todos estos años he aprendido. Mucho.
Y una de las cosas que he aprendido es que, se puede -y se debe-
luchar por la democracia sin banderas, pero lo que no funciona, para
nada, es hacerlo sin ideas -sin ideología-.
Salir a la calle a pedir diálogo, o democracia, sin saber qué es
lo que está mal y qué habría que hacer para solucionarlo, es un
gesto vacío, inútil. Un gesto bonito que tranquiliza la conciencia,
pero que no vale para nada.
Puesto que “la gente tenemos que resolverlo”, hay que saber
cómo resolverlo.
De cajón.
Por mi parte, como tantas otras veces, vuelvo a hacer el mismo
llamamiento de siempre. El que llevo haciendo ya 11 años como
“Ciudadano en blanco”.
Yo también digo “¡hablemos!”.
Hablemos de lo que está pasando. De por qué está pasando. De
por qué este Sistema no funciona. Y de qué tendríamos que hacer,
la gente, para solucionarlo.
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