“La experiencia es la madre de la ciencia”, dice el dicho. La mejor forma de aprender algo es experimentando. Haciendo. Actuando.
Claro que la experiencia no es la única forma de aprender.
Un segundo camino, en general menos eficiente, menos eficaz, es el estudio. Aprender de las experiencias ajenas.
Para lo cual hay que tener disposición a aprender de otros, que no siempre se tiene. ”Nadie aprende en piel ajena”, reza otro dicho.
Y fundamental: para poder aprender de ellas, las experiencias de esos otros tienen que ser transmitidas de forma veraz.
Lo ideal es combinar ambas formas. Experimentar teniendo en cuenta lo que otros aprendieron -por experiencia- antes que tú.
Y por el contrario, quien no experimenta, ni estudia, en algo, no lo aprende. Y si ese algo es algo básico que afecta cotidianamente a su vida, es un caso de analfabetismo funcional.
La política no es una excepción.
Si una persona se limita a votar una vez cada cuatro años no experimenta la política. No participa. No decide. No hace.
Y si, todo lo más, se limita a consumir la propaganda -que no información- proporcionada por los medios de comunicación, tampoco aprende nada por la vía del estudio. Tan sólo memoriza lo que el Poder mediático quiere inculcarle.
Y eso es adoctrinamiento, no aprendizaje.
Quien sólo vota y consume propaganda, no aprende. Padece analfabetismo político.
Y si existe analfabetismo político, no se tiene capacidad suficiente para comprender la política, para saber por qué pasa lo que pasa, o cómo cambiar las cosas; o para tomar decisiones acertadas.
Nos equivocamos. Nos engañan.
¿Cuántas personas participan regularmente en política? ¿Cuántos, ya que no participan, al menos la estudian?
Pues por eso estamos como estamos.
jueves, octubre 29, 2015
Analfabetismo político
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martes, octubre 20, 2015
Partidos políticos: mentiras hasta en el nombre
Es de todos conocido
lo de que el PSOE es como Puertollano, el partido de las dos
mentiras: ni socialista, ni obrero. Como lo del partido “popular”,
el cual, junto a su versión renovada, “Ciudadanos”, son
patentemente los que menos sirven al Pueblo y a los ciudadanos, pues
su misión es aplicar sin disimulo las políticas de
las élites económicas. O esa “izquierda unida” que, cuando
surge la oportunidad, se olvida de lo de la “izquierda” para
pactar con los que de izquierda no tienen más que el nombre. Y qué
decir del “progreso” de una organización con una filosofía
patriótica obsoleta hace ya muchos años y su “democracia” con
una ”líderesa” impuesta, e intocable, hasta que se han hundido
al no marcar diferencia alguna.
Y luego está
Podemos. El partido de unos politólogos que de sobra han sabido
siempre que no “se podía” ni se iba a “poder” nunca.
Porque los que
deciden quién “puede” son los grandes medios de comunicación,
que pertenecen a “la Casta”: el que no sale, no gana. Así que
sólo los partidos de la Casta “pueden” ganar las elecciones; y,
presuntamente, Podemos no lo es.
Esto es, Podemos
“podría” ganar si su misión fuera puramente estética: sustituir -sin cambiar apenas nada- a un PSOE en riesgo de venirse
abajo. Pero “no podrá” si su intención es oponerse a la Casta.
Y más o menos lo
mismo reza -aunque no sean partido político- para los “Ganemos”
o los “Ahora sí” y derivados: en nuestros procesos electorales no se puede “ganar”, ni
“ahora” ni nunca. Aunque aquí puede no ser tanto mentira como
ingenuidad e ignorancia: algunos ilusos de esos lares es posible que
crean realmente que pueden ganar.
¡No se pierdan este 20D la representación de otro acto más de la farsa electoral española!
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España
martes, octubre 13, 2015
¿Te gusta la fruta podrida?
Han abierto una frutería nueva junto al portal de tu casa.
La primera vez, el frutero te vende fruta podrida.
Vuelves otra vez. La fruta vuelve a estar podrida.
Le das una tercera oportunidad. Es cómodo, tienes la tienda al lado de tu casa, quieres que la tienda funcione.
Vuelve a estar podrida.
Nadie en su sano juicio volvería una cuarta vez, ¿no? Es de sentido común.
Y sin embargo, ese sentido común desaparece cuando hablamos de política.
El frutero es el Régimen del 78.
La fruta son los partidos políticos.
Fruta podrida, una y otra vez.
Y millones de personas vuelven a comprarle fruta podrida al mismo frutero, una y otra vez.
Hay motivos para que esto ocurra, claro. Este frutero cuenta con una apisonadora mediática para hacer propaganda de su tienda. No la tiene nadie más.
Y cuenta con al menos otra ventaja fundamental. Es cómodo comprar en esta frutería. Comodísimo. Basta con echar un papelito a una urna cada cuatro años. Y a esperar sentado que otros hagan tu trabajo: gobernar, como Pueblo.
Pero no lo hacen, claro. Lo que hacen es vivir a costa del Pueblo.
Como alternativa, existe otra frutería. Pero está en el otro extremo de la ciudad. Hay que buscarla. Y no sólo eso, sino que si compras fruta allí, a veces te toca trabajar en los campos para garantizar que la fruta es buena.
Que la fruta de esta otra frutería es excelente. Ecológica. Sana.
Pero cuesta más conseguirla. Y no se menciona en los grandes medios de comunicación: la gran mayoría de la gente, ni la conoce.
Democracia directa. Autogestión. Con trabajo, esfuerzo, sacrificio. Buenos frutos.
Régimen del 78. Partidos políticos. Lo cómodo. Fruta podrida.
Dos opciones a elegir.
Tú dirás.
La primera vez, el frutero te vende fruta podrida.
Vuelves otra vez. La fruta vuelve a estar podrida.
Le das una tercera oportunidad. Es cómodo, tienes la tienda al lado de tu casa, quieres que la tienda funcione.
Vuelve a estar podrida.
Nadie en su sano juicio volvería una cuarta vez, ¿no? Es de sentido común.
Y sin embargo, ese sentido común desaparece cuando hablamos de política.
El frutero es el Régimen del 78.
La fruta son los partidos políticos.
Fruta podrida, una y otra vez.
Y millones de personas vuelven a comprarle fruta podrida al mismo frutero, una y otra vez.
Hay motivos para que esto ocurra, claro. Este frutero cuenta con una apisonadora mediática para hacer propaganda de su tienda. No la tiene nadie más.
Y cuenta con al menos otra ventaja fundamental. Es cómodo comprar en esta frutería. Comodísimo. Basta con echar un papelito a una urna cada cuatro años. Y a esperar sentado que otros hagan tu trabajo: gobernar, como Pueblo.
Pero no lo hacen, claro. Lo que hacen es vivir a costa del Pueblo.
Como alternativa, existe otra frutería. Pero está en el otro extremo de la ciudad. Hay que buscarla. Y no sólo eso, sino que si compras fruta allí, a veces te toca trabajar en los campos para garantizar que la fruta es buena.
Que la fruta de esta otra frutería es excelente. Ecológica. Sana.
Pero cuesta más conseguirla. Y no se menciona en los grandes medios de comunicación: la gran mayoría de la gente, ni la conoce.
Democracia directa. Autogestión. Con trabajo, esfuerzo, sacrificio. Buenos frutos.
Régimen del 78. Partidos políticos. Lo cómodo. Fruta podrida.
Dos opciones a elegir.
Tú dirás.
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