Sin embargo, a pesar de ello, esos mismos partidos siguen recibiendo la inmensa mayoría de los votos. Ciudadanos que no están de acuerdo con su forma de actuar, que no se sienten representados por esos políticos, les votan. El motivo de este proceder es el mal llamado voto útil, también llamado voto al menos malo. Aunque a mí me gusta más el voto del miedo.
No sabemos realmente cuántos de estos votos “útiles” van a ser depositados el 9 de marzo en las urnas, pero, dada la escasa valoración de los políticos que reflejan las encuestas, podemos pensar que van a ser muchos. Demasiados.
Y este hecho me entristece profundamente: en una democracia representativa, el voto debe ser para quien nos represente. Al renunciar a esa representación para votar a un partido que no es el nuestro, por miedo, para que otro no gane, se está renunciando a la democracia. Después de lo que hemos pasado en España, ¿cómo es posible que la democracia tenga tan poco valor para un ciudadano como para renunciar a ella voluntariamente?
Sin embargo, hay que aceptar que el voto útil es totalmente legítimo. Si una persona teme en tal grado la victoria de un partido como para sacrificar la democracia, en un intento de evitar, con su voto, que ese partido gane, está en su derecho de hacerlo. Su sacrificio es totalmente legítimo.
Aunque en realidad, ese gesto, ese sacrificio, también es tristemente inútil.
Imagínese que, para evitar que gane el PSOE, un ciudadano, aun sin sentirse representado por ese partido, vota al PP. Ese voto, unido a los demás votos “anti-PSOE”, da al PP más presencia, lo fortalece. El temor a ese PP más fuerte generará una reacción en algunos ciudadanos que, para evitar el triunfo del PP, votarán al PSOE. Eso, a su vez, dará más fuerza al PSOE, acrecentará el temor a que gane, y generará más “anti-voto” favorable al PP. Y así, se cierra el ciclo, y vuelta a empezar. Los votos a uno de los dos partidos generan una reacción “igual y contraria” y acaban convirtiéndose en votos al otro partido.
El “voto útil” no funciona: votando al PP damos un voto más al PSOE, votando al PSOE damos un voto más al PP. El “voto útil” sirve igualmente al PP y al PSOE, a la vez que perjudica a los partidos que se llevarían esos votos si el ciudadano votara realmente a quien le representara.
Un ejemplo curioso: dos potenciales votantes del mismo partido minoritario, dejan de votar “inútil” a su partido para votar “útil”, uno al PSOE (por miedo al PP) y otro al PP (por miedo al PSOE). ¿No sería algo totalmente estúpido? Pues le pasará a muchos votantes el 9 de marzo.
Con el tiempo, podríamos llegar a una situación en la que casi ningún español se sintiera ya representado por esos partidos y, sin embargo, estos seguirían recibiendo la inmensa mayoría de los votos. Por miedo a que ganara el otro. Una "democracia" en la que los ciudadanos acudirían a las urnas no por convicción democrática, sino por miedo.
Hacia ese aterrador destino nos dirigimos.
La única forma de detener este “ciclo infernal” es renunciando al voto “útil”, que en realidad es totalmente inútil. El voto “útil” perpetúa en el poder a los dos grandes partidos, sin imponer a uno sobre el otro, a la vez que elimina cualquier posibilidad de que surja un partido alternativo.
El voto a quien realmente nos represente o, en su defecto, el voto en blanco (mejor si es computable), es el auténtico voto democrático. Tal vez no sea “útil” hoy, tal vez las reglas de este sistema político, hechas a la medida de los partidos del régimen, lo mantengan “inútil”. Pero el mal llamado "voto útil" es igual de inútil. Así que, puestos a tirar el voto, mejor que sea en algo en lo que realmente creamos.
No caigamos en la trampa del voto “útil”.
No dejemos que nos roben la democracia.
Nota: como residente en Castilla-La Mancha, región completamente bipartidista, tiendo a centrarme en PP y PSOE. Pero la inclusión de los grandes partidos nacionalistas de otras comunidades no altera la dinámica del voto del miedo. Es tan significativo en Cataluña o el País Vasco como en Castilla-La Mancha. Tal vez incluso más. Sólo que con otros actores interpretando la misma farsa.
3 comentarios:
Gracias por tu comentario en mi blog, Ocol, me pasaré más despacio a leer tu blog, pero te adelanto que lo que he leído lo he encontrado muy interesante.
Un saludo cordial
Hannah
Estoy muy de acuerdo contigo con que somos los ciudadanos quienes debemos poner remedio a esa bipolaridad política que tanto está defenestrando nuestra Democracia. Tu gráfico es breve, conciso y contundente. Muy interesante tu blog, te enlazo si no es molestia. Saludos.
Muy cierto e interesante texto. Un saludo.
Publicar un comentario