miércoles, mayo 03, 2017

“Borgen”, o el mito del buen político

¿Qué pasaría si el Presidente del Gobierno fuera una persona honrada y competente?


Es imposible, ya lo sé. Pero si le echamos imaginación... si fantaseamos... si nos ponemos en que podría ocurrir lo imposible... ¿qué pasaría?

Tranquilos, no cortocircuitemos la maquinaria cerebral con tan peliaguda disquisición. No es necesario. Ya lo han hecho otros por nosotros.

La respuesta a esa cuestión la desarrolla “Borgen”, una serie de televisión danesa de política-ficción, cuyo punto de partida es precisamente ese: la honrada y competente Birgitte Nyborg, líder del emergente Partido Moderado, llega al poder, con un programa bueno para todos los ciudadanos y con la firme voluntad de hacer realidad la voluntad del pueblo danés.

La serie desarrolla las vicisitudes de esta brillante y voluntariosa política, en su intento de hacer realidad esa “nueva política” de la que tanto se habla, pero que nunca se ve por parte alguna.

La ficción es bastante realista y, por tanto, Birgitte fracasa. A medida que van avanzando los meses de mandato, vemos como la flamante Primera Ministra se va topando con los intereses existentes en el ámbito político: corrupción, incompetencia, luchas de poder internas de los partidos, por un lado, y por otro, el Poder económico y el Poder mediático, que le impiden, una y otra vez, cumplir con sus promesas y sus propuestas, incluso le hacen imposible mantener sus principios morales, esos que la hacían diferente a los demás políticos.

La serie es muy buena, de mucha calidad, muy superior a la habitual morralla USA a la que estamos acostumbrados. Y es muy entretenida. Merece la pena, para aprender un poco sobre lo que es, en el fondo, la política de estos tiempos.

Y, llegados a este punto, cualquiera que me conozca lo suficiente estará pensando que estoy promocionando una serie de mi agrado, esto es, muy crítica con el Sistema Político, el danés en este caso. Por cierto, similar, en lo que a las reglas se refiere, al español (en contraposición al sistema mayoritario de USA o Francia).
Sin embargo, no es así. A pesar de todas las miserias del mundillo político que muestra, la serie es pura propaganda en favor del Sistema. Propaganda de mucha calidad, muy sutil, muy disimulada... pero eficaz, muy eficaz.
Al final, cuando terminas la serie, la idea que esta te deja en la mente es que “esto es democracia y aunque no es perfecta, es el gobierno menos malo posible”. Pese a todo lo que se denuncia, este producto televisivo, en la práctica, lleva a la resignación, al conformismo, a la sumisión al Régimen.
“Aceptémoslo, porque es lo mejor que se puede conseguir”.
Nos deja esa idea clave, y una buena cantidad de dogmas del Sistema, reforzados, en nuestro cerebro.
Manipulación, de la buena.

Ahí lo dejo de todas maneras, para el que le pueda interesar. En mi opinión, merece la pena incluso sabiendo que es propaganda. Y merece la pena todavía más para los que siguen creyendo en este Sistema, porque van a disfrutar, y además, la serie va a reforzar su fe. Dos por uno.



Anexo: Manipulación en “Borgen”


No he podido resistirme a extraer tres escenas -de unos pocos segundos- como muestra de cómo se ejecuta en estos tiempos la manipulación política aprovechando el ocio televisivo. Hay muchas más, y muy buenas, pero estas tres me han parecido especialmente significativas.

La primera, grandiosa.

Ahí va:

1. “Me meo en esa ingenua noción de que el poder es del pueblo.”

Michael Laugesen, líder del Partido Laborista. “Borgen”, episodio 1, primera temporada.


Esta escena es, en materia de manipulación, genial. Brillante. Ahí lo tenemos, en la televisión, el reconocimiento de que todo es una estafa, y encima, por parte de un líder político de uno de los partidos mayoritarios.
“Lo llaman democracia, y no lo es”.
La cruda verdad.
Cuesta creer que eso haya salido en la tele.
Pero claro, en la serie, esa verdad la dice el que está a punto de convertirse no sólo en el “malo” de la serie, sino en el perdedor.
Y... ¿quién hace caso a los perdedores?
Si la honesta y capaz Birgitte Nyborg lo afirmara, sería diferente... pero lo dice el perdedor de turno. Y eso es crucial.

Nuestro cerebro está diseñado para no hacer caso a los perdedores. Tampoco a los que nos caen mal o nos resultan antipáticos.
Y, en ocasiones, eso nos lleva a equivocarnos. A despreciar una cosa cierta por motivo de quién la dice. Falacia ad hominem.

Nuestro cerebro es vulnerable. Y los que saben de esto de manipular, se aprovechan de este déficit en nuestra capacidad de razonar.

Y así, en esta escena, ¡sueltan la cruda verdad, sin cortapisas, con todo el descaro... para lavar el cerebro a la gente para que la rechacen!
Reforzando así la gran mentira, base de todo, que se repite una y otra vez en todos los medios de comunicación: que vivimos en una democracia.

Magistral.

2. “Democracia es dictadura de la mayoría”

Amir Dwian, líder del Partido Verde. “Borgen”, episodio 5, segunda temporada.



Otro de los reveses de Birgitte Nyborg. Está intentando sacar un proyecto fundamental, por consenso, para que sea duradero, sostenible, eficaz. Cuestiona la imposición de la mayoría (de esas mayorías “ajustadas” -y en realidad, falsas- a las que estamos acostumbrados en España). Cuestiona que eso sea justo.
Y con razón, porque ni es justo, ni democrático.
Pero la “realidad” pone a Birgitte en su lugar. En esta escena, en boca del también honesto y competente líder de los verdes, se refuerza el dogma que nos venden una y otra vez desde los medios de propaganda.
Al final, Birgitte acabará por aceptar esa falsa definición de democracia. Y con ella, todos los manipulados televidentes que sigan la serie y que, sin pretenderlo ni darse cuenta, adoptarán las mismas ideas que les venden por medio de esos políticos ejemplares -ficticios- con los que simpatizarán o se sentirán identificados. En este caso, Birgitte y Amir. Protagonistas. Admirados. Los que tienen credibilidad. Los que usarán para contar las milongas que quieren que crean, en este caso, los daneses.

3. Políticos profesionales, parásitos profesionales.

“Borgen”, episodio 8, tercera temporada.


La que se queja con ira y desesperación es Nete Buch, diputada de los “Nuevos Demócratas”, partido de nueva creación de una renacida Birgitte. El partido se está desplomando y Nete está a punto de perder su escaño... y se ve en la cola del paro... porque, aparte de embaucar a la gente para que la voten, no sabe hacer la O con un canuto. Es una inútil total. Si pierde el escaño, se queda sin trabajo, y sin la generosa remuneración que el “curro” de político profesional conlleva.
Nete está tan desesperada que traiciona a su “amiga” y compañera de partido Birgitte y se convierte en una “tránsfuga-espía” para recuperar su antiguo puesto -y escaño- en el partido rival de ese momento de la historia.

Otra escena que emite un mensaje bien distinto a la realidad debido al modo en que se presenta.

Para empezar, en la serie, Nete es la única que se muestra temerosa de su futuro laboral por perder su escaño. Pero, siendo realista, todos los “aforados” tendrían que haber estado acojonados por perder su puesto de trabajo. Los políticos profesionales, por norma, son todos unos inútiles: aparte de mentir, engañar, obedecer al que mande y echarse el dinero a la saca, saben hacer poco más. ¿De qué trabajarían de no vivir de la política? Si fuera por sus capacidades, irían todos de cabeza al paro.

Aunque, por otra parte, lo que tampoco muestra la serie es la salida laboral habitual para políticos que pierden sus escaños: las puertas giratorias. ¿Cuántos políticos realmente tendrían miedo de perder su escaño, si saben que les espera un puesto de trabajo seguro al dejarlo?
En la vida real, es difícil encontrar un político que no tenga una cómoda “jubilación” asegurada. No sólo están los puestos de “consejeros” de grandes empresas para políticos importantes; hay también multitud de puestos de trabajo para enchufados en empresas privadas variadas, de la familia, de amigos, de los de devolver favores... fundaciones... empresas públicas... y por supuesto, puestos de trabajo en la Administración Pública, plagada de enchufados que disfrutan de un empleo seguro, según la Constitución, gracias a haber demostrado su “mérito y capacidad” en unos “justísimos” procesos selectivos. Miremos las universidades, por ejemplo, que son caso especial de esta praxis.

Que bueno, esto es en España, claro. Pero dudo mucho que en Dinamarca sea muy diferente. Aunque eso sí, allí, mucho más disimulado.

En definitiva, que la situación que se le plantea a Nete es irreal. Esta escena es también manipulación. Reconociendo otra vez una media verdad -la inutilidad conocida de algunos políticos profesionales-, nos hacen creer que los políticos inútiles son una minoría, la excepción. Cuando en realidad son la regla.

La corrupción política no es un hecho puntual o excepcional. Es una cuestión de clase. Hay una clase opresora, parásita, integrada en todos los ámbitos de la sociedad: política, economía, medios de comunicación, Administración Pública, ejército, mafias, jerarquía eclesial... y luego está el pueblo, que la sufre.

Es el Sistema.

Lo llaman democracia, y nunca lo ha sido.

Manipulación, manipulación, manipulación.

Pero de la buena. Que la disfruten.

lunes, marzo 27, 2017

La enfermedad de nuestro Sistema Educativo

La raíz del problema. No los síntomas, sino la enfermedad. Lo que tenemos que averiguar, y sanar, si queremos un buen Sistema Educativo para las nuevas generaciones, para nuestro futuro.

Lo preguntaba aquí, pero no, no está ahí la respuesta. Nos quedamos en los síntomas, en la superficie.

Vamos a profundizar.

Los seres humanos estamos programados genéticamente para aprender, y mucho, especialmente en nuestros primeros años de vida. Una simple cuestión de supervivencia.
Aprendemos cosas de forma natural. Sin darnos cuenta. Por repetición, por imitación, por experiencia.

Y los chavales aprenden, ya lo creo. Aprenden lo que la sociedad les enseña. Lo que necesitan para integrarse con éxito en la sociedad en la que tienen que desarrollar su vida adulta.
Su aprendizaje es coherente con la sociedad en la que viven.
Aprenden imitando las conductas que la sociedad marca como exitosas. Lo que ven, lo que funciona, lo que es valorado socialmente.

¿De quién aprenden los chavales?

Miremos sus modelos, las personas que son más famosas en este país, los que más salen en la tele, los que más dinero ganan, los que más reconocimiento tienen:
- Futbolistas y otros deportistas.
- Artistas (música, cine) que destacan por su físico, raramente por la calidad de su trabajo.
- Modelos de pasarela y demás.
- Individuos maleducados, zafios, incultos, irrespetuosos, egoístas, ignorantes, estúpidos... que exponen sus mediocres vidas públicamente.
- Empresarios corruptos que se hacen ricos abusando, robando y engañando aquí y allí.
- Políticos profesionales.
- Enchufados en los mejores puestos de trabajo (directivos y ejecutivos varios, entre otros).

Etc.

Pregunta retórica: ¿quiénes de entre esos socialmente valorados “profesionales” han necesitado una titulación para alcanzar su posición?

Pues eso. Está claro, ¿no?

¿Cuántos científicos famosos salen cada día por la tele? ¿Cuántos científicos son tema de conversación en una comida o cena de cualquier hogar actual?
O... ¿cuántos padres jalean con pasión, entusiasmo, y hasta adoración, cada fin de semana y entre semana, el trabajo de algún científico?
Ninguno. Jalean a los futbolistas.

Más preguntas: ¿cuántos padres leen con sus hijos? ¿Y cuántos ven la tele o juegan a la consola, muchas horas al día, delante de sus hijos?

Profundicemos un poco más:

Si nuestros chavales miran su entorno, ¿cuántos parientes o amigos adultos conocerán que:
1) tengan un título,
2) trabajen -en su municipio, sin haber tenido que emigrar- gracias a su título, y
3) estén contentos con su trabajo?

Tal vez en nuestros entornos personales -privilegiados, gente con cultura y trabajo- haya algunos casos aislados. Pero no creo que sean muchos.
Pero hay enormes bolsas de población -en nuestra región, en nuestro país-, donde la gran mayoría de los chavales no tienen prácticamente ningún referente positivo cercano que les muestre que obtener un título merece la pena.

Y más aún, miremos dentro de las aulas, donde los alumnos tienen unos referentes cercanísimos para valorar si merece la pena sacarse o no un título: sus profesores.
Quemados, cabreados, maltratados, malpagados, despreciados, faltados al respeto reiteradamente por las autoridades educativas, por la dirección de los centros, por los propios padres de los alumnos...

¿Esforzarse para estudiar? ¡Venga ya!

Los chavales aprenden cada día, de sus mayores, que en esta vida lo importante es otra cosa. Darle patadas a un balón. Estar buen@. Llevar ropa de marca. Agredir, gritar e insultar. Estafar y robar. Tener un buen enchufe.
Y sobre todo, ante todo, tener dinero. Lo más importante.
Somos lo que tenemos. El dinero por encima de las personas. La lección principal.

Esto no hay centro educativo que lo remedie.

Un detalle más y termino. No quiero dejarme otra faceta de la misma enfermedad, fundamental también, casi tan importante como lo anterior:

¿Cómo narices va a concentrarse un chaval en las matemáticas o la lengua si tiene una vida de mierda -con perdón otra vez-? ¿Si su familia vive en una situación de penuria económica, si su preocupación es cuándo les van a desahuciar, si vive en una chabola o piso ocupado sin agua ni electricidad, o si el maltrato en el hogar, la violencia, la delincuencia, las drogas... es su pan de cada día?
Realizar una actividad intelectual compleja -a partir de cierta edad, aprender según qué cosas lo es-, requiere concentración.
Y es difícil concentrarse con el estómago vacío, o con la cabeza llena de problemas mucho más graves que hacer una multiplicación de monomios o saber si “cabeza” es sujeto o complemento directo.

Sin garantizar una vida digna para tod@s, no puede haber educación digna para tod@s.

La raíz del problema no está en las aulas: está en la sociedad.

Si queremos que los chavales aprendan lo que es correcto, los adultos debemos hacer lo correcto.
Si queremos una mejor educación, la sociedad debe cambiar, los adultos deben cambiar.

Es un error centrarse en los cambios en los centros educativos, y en las aulas, cuando la raíz del problema está fuera.
Por ahí vamos mal. Tratar los síntomas no va a funcionar.

Hay muchísimo que mejorar dentro de las aulas, sí. Pero lo importante, lo principal, debe hacerse fuera.

Actuando sobre la raíz del problema.

No educa la escuela, educa la sociedad.

jueves, marzo 23, 2017

¿Cuál es la enfermedad de nuestro Sistema Educativo?

El estado de nuestro Sistema Educativo es catastrófico. Cada año arroja miles de jóvenes pésimamente preparados a la vida de adulto. La generación Ni-Ni. O generaciones, porque va a salir más de una.

A algunos -demasiado pocos- nos preocupa la Educación. Y una parte de los que nos preocupamos -de nuevo también demasiado pocos- hasta actuamos para intentar cambiar las cosas.

Pero difícilmente vamos a actuar eficazmente si ignoramos la raíz del problema. ¿Por qué falla el Sistema Educativo?

Algunos protestan contra la LOMCE y contra los recortes, pero olvidan, ignoran, o hacen por ignorar, que antes de la LOMCE, los recortes y el PP, nuestro Sistema Educativo era igualmente catastrófico, con unas tasas de fracaso escolar -reconocidas por el gobierno PSOE- superiores al 30%, y básicamente con los mismos problemas que ahora, sólo que con unos pocos -e insuficientes- medios más.

Y vaya, si nos fijamos sólo en esa tasa de fracaso escolar reconocida, la LOMCE y el trabajo del PP están funcionando: el abandono escolar temprano está descendiendo.
¡Sorprendente! ¡Genial! ¿Es bueno el PP?
Voy a tener que votarles las próximas elecciones.

Es broma, claro. Obviamente no me creo esta “información” -propaganda, maquillaje-, pero lo mismo reza con la tasa que reconocía el PSOE antaño. El fracaso escolar real en Castilla-La Mancha no lo conoce nadie, pero por mi experiencia, por lo que sé, es y ha sido, desde hace muchos años ya, abrumador, casi generalizado. Me extrañaría muchísimo que más de un 10% de los chavales salieran mínimamente formados al terminar su educación secundaria obligatoria.

En cualquier caso, el problema no es sólo la LOMCE, los recortes o el PP. Hay más, mucho más. La raíz del mal está mucho más profunda.

Y si no encontramos la raíz del problema, no vamos a solucionarlo, ni queriendo.

Otros colectivos (Lo primero es soñarlo) plantean actuar en centros públicos, tratando de mejorar la pedagogía existente -cavernaria- y la integración en la educación de padres, empresas y demás actores de la sociedad.

No educa la escuela, educa la sociedad.

Fundamental. Una necesidad obvia desde hace muchos años.
Y sin embargo, la presencia de estas experiencias hoy en día en nuestros centros públicos es casi inexistente, anecdótica.
Valoro enormemente el trabajo de estos padres y profesores, pero es insuficiente, y por mucho. Así no llegamos.

Otros (Caracolín, Madreselva) tratan de salvar a sus hijos en sus propios centros privados -más o menos independientes-, enfrentándose a las dificultades que ello conlleva, como la falta de recursos económicos.
En mi opinión, a título particular -en plan "sálvese quien pueda"-, esta es la mejor opción, pero es un camino muy complicado, de futuro incierto, y al que pueden acceder muy pocas familias -por falta de medios, o de coraje, que hay que tenerlo, para optar por estas alternativas cuando están naciendo-.

Y además, educando bien a cuatro chavales no nos salvamos. Algunos de ellos mejorarán sus posibilidades de futuro, y eso es mucho -especialmente para ellos mismos y para sus padres-, pero, para el conjunto de los castellanomanchegos, es, de nuevo, absolutamente insuficiente.

Todas estas iniciativas son pequeños parches, atenúan ligeramente el daño global, pero no van a curar la enfermedad, porque no tienen en cuenta hasta dónde llega la raíz del problema: tratan los síntomas, pero apenas tienen en cuenta la enfermedad.

Y por ello, pregunto:
¿Cuál es la enfermedad de nuestro Sistema Educativo?
¿Cuál es la raíz del mal?
¿Lo sabemos?  ¿Nos hemos parado a tratar de averiguarlo?

jueves, marzo 16, 2017

El Gobierno de Castilla-La Mancha veja y humilla a los profesores

Si un superior jerárquico se acercara a mí en el trabajo, y me dijera que no se me permite disfrutar de un derecho -a conciliar la vida familiar y laboral- que la ley me reconoce, mientras que otros compañeros sí lo disfrutan, me sentiría discriminado.
Si ese superior me tratara como un imbécil dándome una justificación absurda y pueril para privarme de ese derecho, a la vez que me culpabiliza de no sé cuántos males y, además, lo hace público, me sentiría, posiblemente, vejado y humillado.
Pero si ese superior fuera un alto cargo de la Consejería de Educación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y los perjudicados fueran los profesores de primaria o secundaria, pues tal vez estaría acostumbrado a ser vejado y humillado y tampoco pasaría nada por una más.

El pasado 1 de enero de este año entró en vigor en Castilla-La Mancha una norma interna que básicamente suprime el derecho de acudir a las tutorías de sus hijos a profesores que sean padres. Pueden leer la circular que se envió al profesorado aquí.
Hay que leerla -y alucinar- para entender lo que expongo a continuación.

No creo que sea necesario entrar en la argumentación con la que se justifica la medida, ratificada además por un juzgado. Cualquier ser humano con más de 5 años y una capacidad de raciocinio normal se daría cuenta de la ridiculez de la justificación que se da.
Aunque bien pensado, como de raciocinio andamos más bien escasos en este país, voy a dar una pista. A ver si alguien me explica cómo un profesor y padre -o profesora y madre- que trabaja, digamos en... Campo de Criptana, con más de 20 horas lectivas y, por consiguiente, sin apenas huecos “sin alumnos” en su horario, puede encontrar ese “momento más adecuado” para viajar al colegio de sus hijos en, digamos... Ciudad Real capital... por ejemplo... asistir a la tutoría -que por supuesto coincidirá fácilmente con el “momento más adecuado” del tutor-, y volver después a Campo de Criptana, todo ello, sin perder una clase.

Igual han inventado ya los viajes en el tiempo y no me he enterado. Y el Juez ese de Cuenca y el Inspector General de Educación lo saben, y claro, por eso esta norma. Desde el pasado 1 de enero los profesores de Castilla-La Mancha deben estar pasándoselo pipa saltando en el tiempo una y otra vez desde los portales temporales que ya debe haber funcionando en colegios e institutos.

A ver cuándo me ponen un portal de esos en mi curro.

En fin, bromas aparte, la única explicación que me viene a la mente sobre la imposición de esta norma aberrante es la obvia: es por joder. Con perdón.
Nuestros dirigentes desprecian y aborrecen la Educación y, por extensión, a los profesores. Siempre ha sido así, y así sigue siendo.

Y si hay algo a lo que un político tiene miedo, pavor diría yo, es a un pueblo bien educado, sabio, racional. ¿De dónde saldrían sus votos si los ciudadanos supieran y razonaran?

Así que nuestros políticos, siguiendo la tradición caciquil característica de nuestra región, se dedican a vejar y humillar a los profesores y, de paso, a empeorar sus condiciones laborales todo lo que pueden. Entre otras labores.

Y claro, es difícil que un buen profesor -o uno normal- esté motivado para educar adecuadamente a los alumnos si se le trata como basura.
Y aún así, increíblemente, alguno aguanta. Y lo hace bien. Por vocación.
Pero son los menos. La mayoría, como no puede ser de otra manera, se acaba quemando.

Ese es el “Sistema Educativo” en el que se escolariza -que no educa, no es lo mismo escolarizar que educar- a los niños y adolescentes castellanomanchegos.
Y así nos va.



Vejar: Maltratar, molestar, perseguir a alguien, perjudicarle o hacerle padecer.

Humillar: Herir el amor propio o la dignidad de alguien.



P.D. Fina la ironía de que, un profesor que parte de su trabajo es atender a los padres de sus alumnos en las tutorías correspondientes, no pueda a su vez acudir a las tutorías de sus hijos. Tengo que reconocer que esta vez se lo han currado los mandamases de la Junta.
Les costará superarlo... pero seguro que lo harán.

viernes, marzo 10, 2017

Mujeres maltratadas, ciudadan@s maltratad@s

Siempre que le doy vueltas a esa lacra execrable que es el maltrato a la mujer, acabo topándome con la misma dificultad, una que hace extremadamente difícil de solucionar una situación de maltrato: la dependencia de la víctima.

Ya sea dependencia psicológica, visceral o económica, en todos los casos se levanta una barrera que impide tomar el camino que lleva a la resolución del problema. Cuando la solución pasa necesariamente por la independencia, la víctima no puede afrontarla, precisamente porque su educación y circunstancias la han deformado hasta convertirla en alguien incapaz de actuar por sí misma: la han convertido en alguien completamente dependiente.
Y, una vez llegados a ese extremo, encontrar una solución es casi imposible, porque el mal se afronta tarde, muy tarde, cuando el daño es casi irreparable.
Casi, pero no imposible; al menos, no en todos los casos.

Cambiando de tema -o tal vez no-, reflexionando sobre esto, el pasado miércoles me vino a la mente otra cuestión, aparentemente diferente -aunque en realidad, no lo era-. En esta vida que nos ha tocado vivir, existen múltiples situaciones aparentemente no relacionadas, en contextos muy variados, pero que en realidad, son idénticas, o muy similares, y equiparables.

En este caso, me vino a la mente lo que siempre me viene a la mente: la política. 

Hoy, en España, vivimos una situación de maltrato generalizado. De maltrato de l@s ciudadan@s.

Somos constantemente maltratados por la clase dirigente. Nos obligan a vivir, a nosotros y a nuestros seres queridos -en algunos casos, cada día-, situaciones de falta de recursos, de precariedad, de miseria, de riesgo para la salud y para la vida, de sufrimiento, de desigualdad, de injusticia, de falta de libertad, de trabajo forzado...

Que no es igual el maltrato para todos, claro. Para algunos es muy leve. Para otros, letal.
Al igual que en los casos de maltrato a la mujer.

E igualmente también, much@s ciudadan@s son incapaces de reaccionar, o peor aún, apoyan a sus maltratadores, cada cuatro años, con sus votos.

Y detrás de esa falta de reacción se encuentra, como una de las causas -tal vez la principal-, la situación de dependencia extrema de las personas de sus maltratadores. Al igual que ocurre con tantas mujeres maltratadas.

Ya sea dependencia psicológica, visceral o económica, en todos los casos se levanta una barrera que impide tomar el camino que lleva a la resolución del problema.

En una relación por naturaleza insana, no es posible encontrar soluciones. La propia naturaleza insana de la relación lo impide. Se pueden poner parches, atenuar el daño, pero no solucionar las cosas.
Para solucionarlas, hay que actuar sobre la raíz del problema: hay que terminar con esa relación.
Y, desde la libertad de no estar sujeto a las reglas y voluntad del maltratador, entonces, desde ahí sí, desde ahí se podría buscar una vida mejor.

Por ello, el camino de la solución se inicia, necesariamente, por la independencia. Esto es, por la ruptura.

Es un camino difícil, claro, y no exento de riesgo. Pero, para la mayoría, será mucho peor seguir al lado del maltratador. Incluso, tarde o temprano, letal.

Pero claro, está lo de la dependencia. ¿Cómo personas extremadamente dependientes van a optar por la independencia? ¿Una independencia que la gran mayoría ni puede -ni quiere- afrontar?

Salir de este pozo oscuro y profundo es muy, muy difícil. Es utópico. Casi imposible de alcanzar con un pueblo mayormente dependiente.
Casi, pero no imposible. O eso quiero creer.

La ruptura es la única solución. Es lo que hay.

O nos sometemos a los maltratadores, o nos rebelamos. O aceptamos las cadenas, o las rompemos.
En este caso, no cabe término medio.
Lo segundo es difícil y arriesgado. Lo primero, ya sabemos cómo acaba.

Y algunos, no demasiados, pero tal vez suficientes para empezar algo, sí somos lo suficientemente capaces -y conscientes- como para elegir un camino u otro.

Es nuestra elección. Y lo que elegimos, tiene consecuencias.
Por un lado, o por el otro.



P.D.1 En política, el camino de la ruptura, esto es, la solución, se llama democracia.

P.D.2 En democracia no cabe el maltrato a l@s ciudadan@s. Ni a las mujeres. Eso es lo que nos estamos perdiendo al no reaccionar, al seguir al lado de los maltratadores.