He utilizado un cuentecillo para desmentir ese dogma tan asumido de que “democracia es la dictadura de la mayoría”. Pero, ¿qué es entonces la democracia? ¿Cómo es un Sistema político democrático? ¿Cómo funciona una organización o comunidad realmente democrática?
Para intentar responder a esas preguntas, voy a proponer otro relato donde se describe una democracia utópica, ideal. Aunque no es trasladable tal cual a la vida real, sí nos puede servir para tratar de encontrar las características esenciales de una democracia, y para luego extrapolarlas a una situación real.
Una democracia ideal
Tres amigos de toda la vida, Marta, Luís y Juan, han decidido compartir piso durante sus estudios universitarios. Los tres se respetan enormemente y, pese a su juventud, son personas de gran cultura política, aficionados a leer y debatir, y poseen una fe inquebrantable en la democracia.
Entre ellos se dan las condiciones ideales para que su vida común funcione bajo los parámetros de una democracia casi perfecta.
Para empezar, los tres se reparten igualitariamente las tareas del hogar, según estas normas:
- Le toca una semana cada uno la limpieza de los baños y las restantes zonas comunes.
- La basura la sacará cada día uno.
- La compra común la hará cada vez uno.
- Cuando coincidan los tres en la comida o cena, uno cocina, otro lava los platos, y otro barre y limpia la mesa, rotando de tarea cada vez.
- La ropa se la lava y plancha cada uno por su cuenta.
- El dormitorio individual es terreno privado, y cada uno hace ahí libre y soberanamente lo que quiere, siempre que respete unas normas mínimas de urbanidad y convivencia para no molestar a los demás (ruidos y limpieza).
A veces, cuando lo necesiten y haya acuerdo entre ellos, se intercambiarán tareas.
Dada la amistad y el respeto que se profesan, los tres saben que los demás cumplirán con sus obligaciones, y por ello todos se esfuerzan en cumplir con las propias adecuadamente, sin escaquearse ni hacer su trabajo de mala manera.
Los tres son aficionados a hacer reuniones de amigos, para lo cual, en ocasiones, decidieron utilizar el piso. Sin embargo, pronto surgió un problema: Luís y Juan coincidían en horario y plan de estudios, pero Marta no. Cierto día los chicos tenían intención de invitar a sus compañeros a una fiestecilla en el piso para celebrar el inicio de su vida universitaria, pero Marta tenía examen al día siguiente.
Lo resolvieron fácilmente: en lugar de imponer su mayoría de 2 contra 1, los chicos decidieron, conjuntamente con Marta, que las actividades en el piso sólo se celebrarían si los tres estaban de acuerdo en ello. Y pospusieron su fiesta para otro día.
Otro pequeño escollo que tuvieron que superar tuvo que ver con el uso de otro recurso común, una televisión de gran tamaño que había en el piso: a Marta le gusta relajarse de vez en cuando con una película romántica por las noches, mientras que Luís y Juan son fanáticos de los deportes. Y en época de temporada futbolística, eso significa partido día sí y día también… de nuevo, en lugar de imponer su mayoría de 2 contra 1, los chicos decidieron, conjuntamente con Marta, repartirse cada semana, cíclicamente, el “poder” de decidir lo que se veía en la televisión. Para decidir el orden en el que se repartirían las semanas, recurrieron al sorteo. Salió primero Juan, luego Marta y finalmente Luís.
Así, al menos una semana de cada tres Marta podía ver sus películas.
Y pronto aprendieron que era rentable para todos “negociar” e intercambiar “poder de decisión”, de tal manera que a veces los chicos podían renunciar a un partido de menor interés en una de sus semanas para poder disfrutar de un partido de Champions la semana de Marta. Y siempre, siempre, de mutuo acuerdo.
Y así, fueron felices, concluyeron sus estudios con éxito, y acabaron en el paro como otros muchos conciudadanos altamente cualificados.
Fin.
Y ahora, ¿por qué se caracteriza esta democracia ideal?
No hay comentarios:
Publicar un comentario