De entre toda la variada lista de actividades a las que pueden dedicarse los humanos para ganarse la vida, hay algunas que dependen casi exclusivamente del efecto que cause la presencia y las palabras sobre los potenciales “clientes”. En esas profesiones es fundamental dedicar suficiente tiempo y recursos para obtener la imagen que se quiere ofrecer. Entre ellas están, por ejemplo, la de modelo, actor, comercial o vendedor, u otras consideradas menos honestas como timador, o, naturalmente, la de político.
La política es una profesión en la que el culto a la imagen alcanza las mayores cuotas de trascendencia. Y no sólo me refiero a lo meramente visual.
Por una parte, el político:
- Cuida impecablemente su apariencia, siempre ofreciendo la imagen que se considera más adecuada a la ocasión: elegante, sobrio y trajeado en unos casos, informal, descorbatado, vulgar o incluso extravagante en otros.
- Luce frecuentemente una sonrisa amable y confiada, que nada tiene que envidiar, por ejemplo, a la marmórea sonrisa de atrezzo de las nadadoras de natación sincronizada o a la mejor sonrisa seductora de George Clooney.
- Por medio de su expresión y su actitud, emana siempre un estudiado aire de seguridad y suficiencia.
Pero también:
- Es un excelente orador, convirtiendo banalidades, tonterías, obviedades o cháchara vacía de contenido en convincentes discursos.
- Dispone de las palabras más adecuadas en cada situación, de réplicas y contrarréplicas en cualquier debate, y es experto en eludir cuestiones incómodas “saliendo por los cerros de Úbeda” con una perfecta naturalidad.
- Viaja sin cesar, no dejando pasar acto, inauguración, homenaje o cualquier otro suceso donde haya una cámara o un micrófono que pueda retratar su presencia y con ella su enorme dedicación y esfuerzo, no perdiendo oportunidad alguna de “salir en la foto”.
Estas son, entre otras, las cualidades del político.
En fin, tengo que reconocer que hay políticos que son unos profesionales “como la copa de un pino”: casi todos los presidentes, ministros y consejeros y algunos diputados, alcaldes y concejales son excelentes en su trabajo, esto es, en el arte de venderse a sí mismos y a sus partidos.
Pero claro, algo falla en todo esto.
Los actores actúan, los vendedores venden, los timadores timan, pero los políticos... ¿no tienen otra ocupación distinta de la de venderse? Es decir, ¿su trabajo no es gestionar los asuntos públicos? ¿No los han elegido los ciudadanos para gobernar su nación, su comunidad, su municipio?
Sin embargo, los políticos dedican tanto tiempo a venderse que es imposible que encuentren tiempo para realizar adecuadamente la gestión de los asuntos públicos. Tampoco son profesionales de la gestión: no son gestores, sino vendedores. Algunos excepcionalmente buenos... vendiendo.
Una cuestión: si para vender hacen falta vendedores... para gestionar, se necesitan gestores, ¿no es así?
A pesar de ello, los ciudadanos escogen a vendedores para gobernar.
Craso error.
Ahí está una de las causas de los males que acosan al ciudadano hoy en día: en lugar de escoger a gestores, dejamos el gobierno en manos de mercachifles, pésimos para gobernar pero hábiles como nadie en “vender la moto”, aun cuando la moto no ande o incluso ni exista.
Y así, una vez más, encontramos otra evidencia de que, si queremos que las cosas mejoren, los ciudadanos tenemos que prescindir de esta clase política que por desgracia, en estos momentos, está dominando absolutamente el panorama político español.
Tenemos que sustituir a estos políticos por otros o, por qué no, ocuparnos nosotros mismos, directamente, del gobierno. Peor no lo vamos a hacer, al fin y al cabo tenemos, en general, la misma preparación que ellos para gobernar –ninguna-, pero, en cambio, quiero creer que tenemos, también en general, mucha mejor intención.
Para empezar sería suficiente con eso.
8 comentarios:
El márketing y la política, añadido al arte dramático, conforman la figura de un político-vendedor de excelentes cualidades. La preparación y el currículum no son necesarios, ya habrá alguien que te traduzca, que te de las ideas, que te de los análisis económicos, etc.
Por eso no me gustó Bush ni me gusta Obama, ni me gusta Zapatero. Somos tratados como ganado, y ya deberíamos asociar a las agencias de publicidad y márketing con la política.
"...ya habrá alguien que te traduzca, que te de las ideas, que te de los análisis económicos..."
...ya habrá alguien, en la sombra, que gobierne.
Hola.
Hablando una vez con alguien simpatizante del PSOE, le comente que ZP había salido directamente de la universidad para entrar en política. No había trabajado nunca (y me temo que sigue sin hacerlo)
En esta coyuntura, le preguntaba ¿que clase de conexión con la sociedad podía tener entonces? ¿conocerá y entenderá los problemas de los ciudadanos en estas condiciones?
La otra persona me contesto con toda tranquilidad y convencimiento: tiene unos asesores que son los que gobiernan.
Me dejó atónito ¿para que demonios los hemos votado, si al final gobiernan un conjunto de tecnócratas, igual que en el tardofranquismo?
Que alguien me lo explique (esto último, sin desear que nadie se reprima, es retórico)
Saludos
Y si gobiernan los asesores... ¿para qué queremos a los políticos? ¿Por qué no elegimos directamente a los asesores?
En fin, hay mucha gente a la que le va bien con el actual régimen y lo van a justificar a toda costa. y si tienen que cerrar los ojos a la realidad, los cierran, los humanos somos muy buenos en eso...
El tema del culto a la imagen, junto con el del culto a la personalidad, que no son iguales pero sí se relacionan, siempre me ha producido un interés mayúsculo. La gente, es decir, la masa, ha asociado la política humana a la política de los nombres. Humanizar la política es poner rostro e imagen a un proyecto político.
En este sentido, y de manera absolutamente paradójica, los modos de gobierno teóricamente más horizontales, como el comunismo, han apostado por reforzar la imagen de sus líderes: Mao, Castro, Stalin, Pol Pot... Que insignes dictadores como los citados hayan apostado por la concentración del poder y la exaltación de la imagen, no puede ser por una simple cuestión de megalomanía, sino por una inconsciente búsqueda de la representatividad.
La masa necesita siempre un referente directo, un aglutinante que tenga lejanos ecos de lo que esa masa aspira a ser, y cuyo reconocimiento sea universal e instántaneo. Ese pegamento que cohesiona la masa es, sin duda, la imagen del lider, y por eso las grandes estrategias políticas de los partidos políticos van dirigidas hacia ese punto. Mantener una masa unida y motivada, con una imagen como referente único y sólido, es condición sine qua non para acceder al poder. Y el poder, sólo el poder en sus distintas formas, es el objetivo de cualquier gobierno democrático que esté al mando de cualquier democracia del mundo.
En los libros de adiestramiento canino siempre se comenta que un perro "es feliz" sometido a su amo mientras vea a este como un líder fuerte.
Parece que en los primates la cosa funciona de forma similar: somos animales gregarios, y eso implica ir en manada y tener un líder.
Así que mientras nos creemos que tenemos un líder que merece serlo, somos felices sometidos a su liderazgo.
Y por ello, se nos ofrecen unos tipos que aparentan ser esos líderes. Algunos nos damos cuenta de la impostura, pero la mayoría, idiotizada e ignorante, no.
Y la grey es feliz con su pastor, al menos hasta que les lleva al matadero...
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Había una vez un perro de Caza que era bueno se llamaba " Vendedor " corria de aqui para allá y era el que mas capturas conseguia, quise cambiarle el nombre de lo bueno que era " Director " y ahora solo se sienta y no deja de Ladrar.
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