martes, mayo 30, 2017

El gran error de la izquierda (I)

El pasado sábado tuvo lugar en Madrid la última manifestación convocada por las "Marchas de la Dignidad", en la cual unas "decenas de miles" de ciudadanos, procedentes de toda España, se congregaron bajo el lema “Pan, Trabajo, Techo, e IGUALDAD”.

Supongo que, intentando ver lo positivo, habría que estar contento de que, en estos tiempos de tanta pasividad y sumisión, todavía haya unas decenas de miles de personas que salgan a la calle, aunque sólo sea por unas horas, para demandar algo tan básico como pan, trabajo, techo e igualdad.

Pero, por mi parte, no puedo mas que sentir tristeza. Tristeza ante la falta de norte de ese buen número de personas que defienden lo mismo que yo -el derecho a una vida digna para todos los seres humanos-, y que, además, están dispuestos a actuar para luchar por ello.

Y es que es fundamental movilizarse, sí. Y está bien hacerlo con y desde el corazón, también. Pero por desgracia, además, es necesario actuar con cabeza. Y eso, desde la mayor parte de la izquierda, hace mucho ya que no se está haciendo.

Básicamente hay dos reivindicaciones diferenciadas en estas "marchas por la dignidad":
- La primera, ese "pan, trabajo y techo", que hace referencia a las condiciones de vida dignas a las que tendría que tener derecho todo ser humano individualmente.
- Y la segunda, la "igualdad", que hace referencia a la sociedad en su conjunto, y que está ahí como requisito necesario para que puedan existir las condiciones anteriores.
Esto es, sin igualdad, no hay posibilidad de garantizar una vida digna para todas las personas. Desigualdad es igual a pobreza, miseria, injusticia, egoísmo, corrupción...
Así que, sí, la igualdad es irrenunciable.
Pero... ¿sólo eso?

La igualdad es necesaria, pero no es el único pilar fundamental para construir una sociedad digna.

Otro pilar obvio es la LIBERTAD. Tan necesario e irrenunciable como la igualdad.

Sin embargo, la libertad no está en el lema de las marchas. No es una reivindicación básica de las marchas. Lo cual es un error de bulto.

Pero es mucho peor.
Hay otro pilar fundamental que es condición necesaria para poder alcanzar el objetivo de esa vida digna para todas las personas: la DEMOCRACIA.

¿Acaso es posible que todos los seres humanos vivan dignamente si son gobernados por otros, por unos pocos, por una élite de privilegiados con poder para imponer su voluntad al Pueblo?

La democracia es el único sistema de gobierno que puede proporcionar pan, trabajo y techo para todos. Es el único sistema político que hace posible la igualdad y la libertad.

Pero la democracia tampoco se defiende desde las marchas por la dignidad.
Como tampoco se defiende desde la izquierda.
Desde hace mucho.

Y ese es el gran error de la izquierda de hoy: el desprecio por la democracia.

No es algo que se haga por mala fe, por supuesto.
Es ignorancia.
El lavado de cerebro ha funcionado, no sólo en las personas conservadoras, esto es, de derechas. También ha funcionado en las de izquierdas.

Hoy en día apenas nadie sabe lo que es la democracia. Apenas nadie sabe que los sistemas políticos de representantes son aristocracias: nunca fueron, ni pueden ser, ni hubo intención de que fueran, democráticos.

Y es lógico y normal que, si no se sabe lo que es la democracia, no se defienda, no se luche por ella.

Pero es un error. Fatal.
Un error que convierte esta movilización, como todas las anteriores, como todas las acciones de este tipo, en gestos inútiles. Estériles. Vacíos. En una completa pérdida de tiempo, de recursos, de energía.

Excepción hecha, eso sí, de esos pocos “listos” que utilizan estas movilizaciones para pescar votos. Ellos sí sacan provecho de estos actos.
Pero a la sociedad en general, o a las personas más desfavorecidas en particular, estas “marchas por la dignidad” no les sirven absolutamente para nada.

Al igual que no se puede construir una sociedad digna sin igualdad y libertad, tampoco se puede sin la herramienta que permite a los seres humanos gobernarse a sí mismos: la democracia.

Pero la izquierda pretende sacar dignidad de un sistema político representativo. Que es como pretender obtener peras de un olmo.
Sin rechazar la oligarquía que soportamos, espera frutos de una democracia. Como si tuviéramos una. Como si hubiéramos vivido alguna vez en democracia.

La izquierda ha perdido totalmente el norte.

No avanza hacia la democracia. No la demanda. No la defiende. No lucha por ella. Ni siquiera sabe lo que es.

Y por ahí, vamos mal. Por desgracia, la dignidad no se encuentra en esa dirección.
Por ahí sólo hay más Régimen. Por ahí está el Sistema.
Por ahí sólo hay más de lo mismo.





Lo llaman democracia, y nunca lo ha sido.


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