domingo, enero 20, 2008

Del voto en blanco a Ciudadanos en blanco

También me faltaba en este blog hablar detalladamente del voto en blanco, de para qué sirve, de por qué no funciona hoy; de por qué es necesario el voto en blanco computable y de por qué es necesario el no-partido Ciudadanos en blanco. A ello voy.

Básicamente, el voto en blanco es lo único que nos queda a los españoles cuando queremos votar pero no tenemos a quién hacerlo. Al votar en blanco, informamos a los gobernantes y al resto de los ciudadanos de que no estamos representados por ninguno de los partidos políticos que se nos ofrecen, de que no estamos representados por nadie ni en el Congreso ni en el Senado [ni en los ayuntamientos...]. No participamos en el gobierno de la nación [del municipio] y por ello estamos excluidos de la democracia.

En una democracia representativa (lo que se supone que es la española), la presencia de votos en blanco significa que algo está fallando. Democracia es gobierno del pueblo, pero si hay ciudadanos excluidos no es todo el pueblo el que gobierna, sino sólo una parte. Y eso ya no es democracia.
Naturalmente es imposible que todo el mundo esté de acuerdo con el sistema utilizado, y siempre van a existir casos marginales de exclusión. Sin embargo, si no se pone límite al número de excluidos, al final lo que se puede obtener es un sistema político donde unos pocos gobiernan y el resto son gobernados. Y eso, definitivamente, no es una democracia.

El voto en blanco es el indicador [oficioso] del nivel de excluidos de la democracia y, por tanto, su importancia es máxima. Es fundamental para conocer la salud de un sistema de gobierno democrático. El voto en blanco es para una democracia representativa lo que un termómetro para el cuerpo humano.
Si el termómetro marca 36,5º es que todo va bien. Si marca 38º es que no estamos sanos y que debemos hacer algo para recuperarnos. Y si marca 40º o bajamos inmediatamente la temperatura o la palmamos.
El voto en blanco es igual. Unos miles de votos en blanco tal vez sean inevitables, y en ese caso la cosa no iría mal. Pero unos cientos de miles de votos en blanco ya es mala señal, la democracia no está sana y hay que hacer algo para recuperarla. Y si llegamos a tener varios millones de votos en blanco, o lo solucionamos inmediatamente o nos quedamos sin democracia (si es que no nos hemos quedado ya sin ella).

Es vital que el voto en blanco funcione, que sea una herramienta que se use a la perfección. Y también es vital que se conozca qué nivel de voto en blanco es señal de mala salud democrática y establecer un plan de acción (por ejemplo, meterse en una bañera llena de agua helada) para cuando se alcance un nivel realmente peligroso de votos en blanco.
Sin embargo, ninguna de estas necesidades vitales es satisfecha en nuestro sistema político.

Para empezar, el voto en blanco es una opción semidesconocida por la mayoría de los españoles. Pocos saben cuándo hay que votar en blanco, hasta el punto que incluso muchos ciudadanos desconocen cómo hacerlo. Los españoles no sabemos utilizar la herramienta del voto en blanco.
Imagínense un médico que no supiera usar el termómetro. Mal asunto.

En segundo lugar, no se ha establecido nivel alguno de voto en blanco que indique que estamos en una situación de mala salud o incluso de peligro de perder la democracia. Actualmente hay más de 400.000 votos en blanco en España, y nadie se ha preocupado lo más mínimo por ello.
Si un médico me midiera la temperatura con un termómetro y me dijera “38º, está usted como una rosa”, me preocuparía. Y me preocuparía todavía más si supiera que el médico no sabe usar el termómetro. A saber qué temperatura tendría realmente.

Y en tercer lugar, obviamente si el nivel de votos en blanco fuera excesivo, ¿qué haríamos los españoles? ¿Qué harían nuestros gobernantes? Pues nada. Porque no hay nada preparado para esa circunstancia. Porque ni siquiera se sabe con cuantos votos en blanco vamos a llegar a ese nivel de peligro.
Es decir, que si tengo 40º de fiebre, como el médico me dice que tengo 38º y además que estoy perfectamente, es seguro que la palmo. Así que igual lo mejor es cambiar de médico.

Pero cambiar de médico en este caso es complicado, porque el médico son los españoles y sus representantes, los políticos. Y no se les puede cambiar de la noche a la mañana, ¿verdad?

Pero algo hay que hacer.
Podemos empezar por, por ejemplo, mejorar el termómetro. Creemos un termómetro que sea tan fácil de usar que todo el mundo sepa hacerlo. Un termómetro que no sólo marque la temperatura exacta sin fallo sino que también indique claramente el grado de peligro en el que está el enfermo. Y que también nos obligara a hacer algo si la temperatura llegase a 40º.
Ese termómetro mejorado sería el voto en blanco computable: un voto en blanco que se tradujera en escaños vacíos.
El nivel de peligro sería fácilmente identificable (en escaños vacíos). Al ser un termómetro más útil muchos más españoles sabrían usarlo, y así, tal vez lo usarían, de ser necesario. Y por último, si hubiera un numero elevado de escaños vacíos se produciría una situación de ingobernabilidad, y habría que hacer algo, no se podría continuar sin cambiar nada. Algo que “aliviara” el mal y recuperara la salud perdida de la democracia.

Un voto en blanco así, computable, que se tradujera en escaños vacíos automáticamente, sería enormemente positivo para un sistema en teoría democrático como el nuestro. Nos ayudaría a mejorar la salud de la democracia.
Pero nuestros políticos han preferido que no lo tengamos.
Prefieren que si la democracia tiene mala salud, no lo sepamos. O lo que es peor, prefieren que si la democracia está muerta, no nos enteremos. ¿Por qué será...?

Bien. Puesto que los políticos no quieren darnos esa herramienta para conocer la salud de la democracia, fabriquémosla nosotros: creemos un no-partido que convierta votos en escaños vacíos. Un partido instrumental que actúe como si fuera un voto en blanco computable.

O mejor aún, utilicémosla, porque el no-partido ya está creado: se llama Ciudadanos en blanco.

7 comentarios:

Butzer dijo...

Creo que incluso votando en blanco, con esta democracia tan degradada, la información de que algo está ocurriendo queda en el aire. Ni los políticos se dan por aludidos, ni muchos ciudadanos son conscientes de que algo se puede hacer.

Ocol dijo...

Cierto.
Pero precisamente por ello existe la opción de Ciudadanos en blanco: un número suficiente de votos en blanco computables, traducidos en una cantidad respetable de escaños vacíos, ni podría ser ignorado por los políticos ni pasaría desapercibido para los ciudadanos.

manulissen dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo, Ocol. Muy didáctico.

Sólo quería preguntarte una cosa: como miembro de un partido minoritario, ¿cómo animas a alguien que, presumiblemente, está subido al carro del voto tipo "a donde va la gente" o en el carro "vengo de vuelta de todo" a que confíe en vosotros?

Un saludo.

Ocol dijo...

Manuel, no soy miembro de ningún partido, sólo soy parte de un movimiento ciudadano (minoritario, sí) que ahora mismo necesita un partido instrumental para llevar a cabo su objetivo.

Lo de animar a alguien para que confíe en nosotros, no entiendo exactamente lo que quieres decir, pero trataré de interpretar.
Me temo que no tengo una fórmula mágica para convencer a la gente. El que crea en la idea de Ciudadanos en blanco y desee participar puede hacerlo. Y el que no, pues actuará según su voluntad, no puede ser de otra forma.
Y es que es prácticamente imposible hacer cambiar de opinión a alguien en España si el asunto en cuestión es la política...

Mi esperanza para sacar adelante el voto en blanco computable se centra en los que ni hacen lo que los demás ni están de vuelta de todo. En que podamos llegar a ellos y que sean suficientes para cambiar algo.

No es mucho, pero es lo que hay...

Por cierto, en Sevilla creo que casi seguro no vamos a poder presentar lista... ¿te animas?

Un saludo,

manulissen dijo...

Joer, Ocol, me has pillado con el culo al aire. Me enorgullece que pienses que podría presentarme por Ciudadanos en Blanco, pero, si te digo la verdad, nunca me había visto de "candidato", imagínate de "no - candidato".

Te agradezco la invitación, pero tengo que rechazarla. No es mi costumbre hablar sobre el signo de mi voto; sólo quiero decirte que, de cara a las próximas elecciones, no me parecería coherente. Sin embargo, te guardo la invitación, porque estoy seguro de que la maquinaria partitocrática seguirá rugiendo los próximos 4 años, gane quien gane.

Un saludo.

Ocol dijo...

Bueeeno... te esperaremos en las siguientes elecciones, porque ciertamente, todo va a seguir igual, o peor.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Mas que animar a que el "personal" vote a Cenb, a cambio de dejar de votar al partido que en otras ocasiones apoyaba, yo creo que de lo que se trata es:

De que aquellos ciudadanos que votan en blanco o se abstienen, perciban que si lo hacen a traves de esta "herramienta" que se les esta posibilitando, su actitud o coherencia sigue siendo la misma, pero con la diferencia de que en este caso, nadie, quiero decir, ningun partido politico va a beneficiarse ni arrebatar la voluntad expresada por estos ciudadanos.

Ademas el poder conseguir la existencia de algun escaño vacio, sin duda y politicamente, tendria una repercusion mucho mas importante de lo que en estos momentos, ni nosotros mismo podemos imaguinar.

Yo por lo menos, no pretendo "combatir" con otros partidos, con el fin de arrebatarles un puñado de votos, si no, lo que estoy intentando, es razonar con aquellos que siendo criticos como yo pueda serlo, "descubran" si realmente hay algo que descubrir, que esta opcion puede dar la oportunidad de abrir una reflexion, respecto a la necesidad de profundizar en DEMOCRACIA, ya que sin ella, la ciudadania en general, y aquellos partidos, plataformas, colectivos etc. que denominandose revolucionarios o de izquierdas y que a traves de las urnas esten pensando en lograr alguna cota de poder, dentro del "juego no democratico" actual, lo van a seguir teniendo "crudo" por muchos años.