domingo, junio 25, 2017

Democracia para esclavos

En el siglo I a.C. nació y vivió en la República de Roma un esclavo muy peculiar. Se llamaba Tirón, y fue secretario y confidente de Cicerón, el famoso orador. Tirón recibió educación, hasta el punto que no sólo sabía leer y escribir, sino que, entre otras muchas cosas destacables, fue el inventor de un sistema taquigráfico que ha pervivido hasta nuestros días (“&”, “Etc.”).

Tirón, pese a ser un esclavo, fue un privilegiado, si se compara con otros esclavos de su época, de otras épocas, incluso con muchas personas libres que han vivido y sufrido en todas partes desde el inicio de los tiempos. Fue bien tratado, tenía el sustento asegurado, tenía una considerable libertad para moverse y actuar según su criterio... incluso tenía dinero propio, cosa que no era rara entre determinados esclavos en Roma en aquellos tiempos. Tiempos en los que no era extraño que incluso algunas personas se vendieran a sí mismas para poder escapar de la miseria y la muerte segura que les esperaba si seguían siendo “libres”.

Sólo un necio dejaría de apreciar la calidad de vida de la que disfrutó Tirón. Pero, pese a ello, nadie afirmaría que Tirón disfrutaba de libertad o que tenía los derechos civiles que correspondían a un ciudadano romano libre. Porque Tirón era, oficialmente, un esclavo.

Hoy en día muchos disfrutamos en España de una calidad de vida privilegiada, si nos comparamos con otros países u otros tiempos. Incluso disfrutamos de libertad para ir casi a donde queramos e incluso para protestar abiertamente contra gobiernos e injusticias.
Pero la mayoría de la gente da por sentado que estos privilegios son producto de que en España, hoy, tenemos una democracia.
Sin motivo ni justificación alguna. Porque sí.
Es lo que dice el dogma oficial. La teleprogramación.

Sin embargo, ya hemos visto que privilegios y calidad de vida no son producto exclusivo de la democracia: también los puede tener un esclavo, siempre y cuando al amo le convenga concedérselos.

Y hoy, en España, y en algunos de los países de nuestro entorno, a los “amos” les está conviniendo condedernos algunos privilegios. Por circunstancias ajenas a nosotros, entre otras, por la lucha y sacrificios que hicieron otros que vivieron antes que nosotros, que consiguieron arrancar a los poderosos esos privilegios que hoy disfrutamos -y algunos más que ya hemos perdido-.

Pero son privilegios, dádivas, cesiones de los amos. No son derechos propios de una democracia. 

Si tuviéramos derechos, estos no nos podrían ser arrebatados a conveniencia del Poder.

Hoy, en España, nos dicen que tenemos derecho a una vivienda digna, y sí, algunos tenemos nuestra casa, pero a otros los echan de las suyas.
Nos dicen que tenemos derecho a asistencia sanitaria, y sí, a veces en los centros de salud nos atienden e incluso salvan nuestras vidas. Pero a algunos los colocan en una lista de espera y cuando les toca el turno, ya es tarde, y otros sufren negligencia y maltrato a consecuencia de la escasez deliberada de personal, instalaciones, recursos.
Nos dicen que tenemos derecho a un trabajo digno, pero muchos son explotados con jornadas propias de épocas pasadas y reciben a cambio salarios cada vez más miserables.
Nos dicen que tenemos libre derecho de reunión y manifestación, pero a algunos los apalean los matones oficiales del Régimen, y a otros los meten en la cárcel por montar un teatro de títeres o los multan por repartir propaganda.
Nos dicen que tenemos derecho a la vida, pero intoxican el aire que respiramos y el agua y alimentos que consumimos con sustancias cancerígenas que acaban con nuestras vidas. 

No tenemos derechos. Si los tuviéramos, podríamos garantizarlos, universalmente, para todos los seres humanos de este planeta, utilizando el Poder que proporciona a los pueblos la Democracia.

Que he dicho para TODOS, sí. Si nosotros tenemos un “derecho” y nuestro vecino no lo tiene, no es un derecho. Es un privilegio.
Y hoy, en este mundo globalizado, nuestros “vecinos” son todos los habitantes del planeta.

La Libertad y la Democracia, cuando las hay, son para TODOS.
Los derechos, cuando los hay, son para TODOS.
Los privilegios, para algunos.

Y hoy no podemos garantizarnos esos derechos. Porque no tenemos Democracia. No tenemos Poder.

Democracia es gobierno del pueblo. Y no gobernamos.
Votamos, pero no gobernamos.

Disfrutamos de unos privilegios concedidos graciosamente por los poderosos, en tanto les convenga concedérnoslos.
Privilegios que están siendo retirados ante la pasividad y sumisión que mostramos últimamente.
Lógico y normal: si saben que no nos vamos a defender, los poderosos nos pisotean un poco más.
Y seguirán haciéndolo mientras sigamos llenando obedientemente SUS urnas con nuestros votos.

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