¿Qué pasaría si el Presidente del Gobierno fuera una persona honrada y competente?
Es imposible, ya lo sé. Pero si le echamos imaginación... si fantaseamos... si nos ponemos en que podría ocurrir lo imposible... ¿qué pasaría?
Tranquilos, no
cortocircuitemos la maquinaria cerebral con tan peliaguda
disquisición. No es necesario. Ya lo han hecho otros por nosotros.
La respuesta a esa cuestión la desarrolla “Borgen”, una serie de televisión danesa de política-ficción, cuyo punto de partida es precisamente ese: la
honrada y competente Birgitte Nyborg, líder del emergente Partido
Moderado, llega al poder, con un programa bueno para todos los
ciudadanos y con la firme voluntad de hacer realidad la voluntad del
pueblo danés.
La serie desarrolla las vicisitudes de esta brillante y voluntariosa política, en su intento de hacer realidad esa “nueva política” de la que tanto se habla, pero que nunca se ve por parte alguna.
La serie desarrolla las vicisitudes de esta brillante y voluntariosa política, en su intento de hacer realidad esa “nueva política” de la que tanto se habla, pero que nunca se ve por parte alguna.
La ficción es
bastante realista y, por tanto, Birgitte fracasa. A medida que van
avanzando los meses de mandato, vemos como la flamante Primera
Ministra se va topando con los intereses existentes en el ámbito
político: corrupción, incompetencia, luchas de poder internas de
los partidos, por un lado, y por otro, el Poder económico y el Poder
mediático, que le impiden, una y otra vez, cumplir con sus promesas
y sus propuestas, incluso le hacen imposible mantener sus principios
morales, esos que la hacían diferente a los demás políticos.
La serie es muy
buena, de mucha calidad, muy superior a la habitual morralla USA a la
que estamos acostumbrados. Y es muy entretenida. Merece la pena, para
aprender un poco sobre lo que es, en el fondo, la política de estos
tiempos.
Y, llegados a este
punto, cualquiera que me conozca lo suficiente estará pensando que
estoy promocionando una serie de mi agrado, esto es, muy crítica con
el Sistema Político, el danés en este caso. Por cierto, similar, en
lo que a las reglas se refiere, al español (en contraposición al
sistema mayoritario de USA o Francia).
Sin embargo, no es
así. A pesar de todas las miserias del mundillo político que
muestra, la serie es pura propaganda en favor del Sistema. Propaganda
de mucha calidad, muy sutil, muy disimulada... pero eficaz, muy
eficaz.
Al final, cuando
terminas la serie, la idea que esta te deja en la mente es que “esto
es democracia y aunque no es perfecta, es el gobierno menos malo
posible”. Pese a todo lo que se denuncia, este producto televisivo,
en la práctica, lleva a la resignación, al conformismo, a la
sumisión al Régimen.
“Aceptémoslo,
porque es lo mejor que se puede conseguir”.
Nos deja esa idea
clave, y una buena cantidad de dogmas del Sistema, reforzados, en
nuestro cerebro.
Manipulación, de la
buena.
Ahí lo dejo de
todas maneras, para el que le pueda interesar. En mi opinión, merece
la pena incluso sabiendo que es propaganda. Y merece la pena todavía
más para los que siguen creyendo en este Sistema, porque van a
disfrutar, y además, la serie va a reforzar su fe. Dos por uno.
Anexo: Manipulación en “Borgen”
No he podido resistirme a extraer tres escenas -de unos pocos segundos- como muestra de cómo se ejecuta en estos tiempos la manipulación política aprovechando el ocio televisivo. Hay muchas más, y muy buenas, pero estas tres me han parecido especialmente significativas.
La primera,
grandiosa.
Ahí va:
1. “Me meo en esa
ingenua noción de que el poder es del pueblo.”
Michael Laugesen, líder del Partido Laborista. “Borgen”, episodio 1, primera temporada.
Michael Laugesen, líder del Partido Laborista. “Borgen”, episodio 1, primera temporada.
Esta escena es, en
materia de manipulación, genial. Brillante. Ahí lo tenemos, en la
televisión, el reconocimiento de que todo es una estafa, y encima,
por parte de un líder político de uno de los partidos mayoritarios.
“Lo llaman
democracia, y no lo es”.
La cruda verdad.
Cuesta creer que eso
haya salido en la tele.
Pero claro, en la
serie, esa verdad la dice el que está a punto de convertirse no sólo
en el “malo” de la serie, sino en el perdedor.
Y... ¿quién hace
caso a los perdedores?
Si la honesta y
capaz Birgitte Nyborg lo afirmara, sería diferente... pero lo dice
el perdedor de turno. Y eso es crucial.
Nuestro cerebro está
diseñado para no hacer caso a los perdedores. Tampoco a los que nos
caen mal o nos resultan antipáticos.
Y, en ocasiones, eso
nos lleva a equivocarnos. A despreciar una cosa cierta por motivo de
quién la dice. Falacia ad hominem.
Nuestro cerebro es vulnerable. Y los que saben de esto de manipular, se aprovechan de este déficit en nuestra capacidad de razonar.
Y así, en esta escena, ¡sueltan la cruda verdad, sin cortapisas, con todo el descaro... para lavar el cerebro a la gente para que la rechacen!
Reforzando así la
gran mentira, base de todo, que se repite una y otra vez en todos los
medios de comunicación: que vivimos en una democracia.
Magistral.
2. “Democracia es
dictadura de la mayoría”
Amir Dwian, líder del Partido Verde. “Borgen”, episodio 5, segunda temporada.
Amir Dwian, líder del Partido Verde. “Borgen”, episodio 5, segunda temporada.
Otro de los reveses
de Birgitte Nyborg. Está intentando sacar un proyecto fundamental,
por consenso, para que sea duradero, sostenible, eficaz. Cuestiona la
imposición de la mayoría (de esas mayorías “ajustadas” -y en
realidad, falsas- a las que estamos acostumbrados en España).
Cuestiona que eso sea justo.
Y con razón, porque
ni es justo, ni democrático.
Pero la “realidad”
pone a Birgitte en su lugar. En esta escena, en boca del también
honesto y competente líder de los verdes, se refuerza el dogma que
nos venden una y otra vez desde los medios de propaganda.
Al final, Birgitte
acabará por aceptar esa falsa definición de democracia. Y con ella,
todos los manipulados televidentes que sigan la serie y que, sin
pretenderlo ni darse cuenta, adoptarán las mismas ideas que les
venden por medio de esos políticos ejemplares -ficticios- con los que simpatizarán o se sentirán identificados. En este caso, Birgitte y
Amir. Protagonistas. Admirados. Los que tienen credibilidad. Los que
usarán para contar las milongas que quieren que crean, en este caso,
los daneses.
3. Políticos
profesionales, parásitos profesionales.
“Borgen”, episodio 8, tercera temporada.
“Borgen”, episodio 8, tercera temporada.
La que se queja con
ira y desesperación es Nete Buch, diputada de los
“Nuevos Demócratas”, partido de nueva creación de una renacida
Birgitte. El partido se está desplomando y Nete está a punto de
perder su escaño... y se ve en la cola del paro... porque, aparte de
embaucar a la gente para que la voten, no sabe hacer la O con un
canuto. Es una inútil total. Si pierde el escaño, se queda sin
trabajo, y sin la generosa remuneración que el “curro” de
político profesional conlleva.
Nete está tan
desesperada que traiciona a su “amiga” y compañera de partido
Birgitte y se convierte en una “tránsfuga-espía” para recuperar
su antiguo puesto -y escaño- en el partido rival de ese momento de
la historia.
Otra escena que emite un mensaje bien distinto a la realidad debido al modo en que se presenta.
Para empezar, en la
serie, Nete es la única que se muestra temerosa de su futuro laboral
por perder su escaño. Pero, siendo realista, todos los “aforados”
tendrían que haber estado acojonados por perder su puesto de
trabajo. Los políticos profesionales, por norma, son todos unos
inútiles: aparte de mentir, engañar, obedecer al que mande y
echarse el dinero a la saca, saben hacer poco más. ¿De qué
trabajarían de no vivir de la política? Si fuera por sus
capacidades, irían todos de cabeza al paro.
Aunque, por otra
parte, lo que tampoco muestra la serie es la salida laboral habitual
para políticos que pierden sus escaños: las puertas giratorias.
¿Cuántos políticos realmente tendrían miedo de perder su escaño,
si saben que les espera un puesto de trabajo seguro al dejarlo?
En la vida real, es
difícil encontrar un político que no tenga una cómoda “jubilación”
asegurada. No sólo están los puestos de “consejeros” de grandes
empresas para políticos importantes; hay también multitud de
puestos de trabajo para enchufados en empresas privadas variadas, de
la familia, de amigos, de los de devolver favores... fundaciones... empresas públicas... y por supuesto, puestos de
trabajo en la Administración Pública, plagada de enchufados que
disfrutan de un empleo seguro, según la Constitución, gracias a
haber demostrado su “mérito y capacidad” en unos “justísimos”
procesos selectivos. Miremos las universidades, por ejemplo, que son
caso especial de esta praxis.
Que bueno, esto es
en España, claro. Pero dudo mucho que en Dinamarca sea muy diferente.
Aunque eso sí, allí, mucho más disimulado.
En definitiva, que
la situación que se le plantea a Nete es irreal. Esta escena es
también manipulación. Reconociendo otra vez una media verdad -la
inutilidad conocida de algunos políticos profesionales-, nos hacen
creer que los políticos inútiles son una minoría, la excepción.
Cuando en realidad son la regla.
La corrupción
política no es un hecho puntual o excepcional. Es una cuestión de
clase. Hay una clase opresora, parásita, integrada en todos los
ámbitos de la sociedad: política, economía, medios de
comunicación, Administración Pública, ejército, mafias, jerarquía eclesial... y luego
está el pueblo, que la sufre.
Es el Sistema.
Lo llaman
democracia, y nunca lo ha sido.
Manipulación,
manipulación, manipulación.
Pero de la buena.
Que la disfruten.
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