miércoles, agosto 31, 2016

Lo que no sabíamos de la "investicosa" esa

Para que luego digan que repetir elecciones no tiene ventajas: según la encuesta más fiable que existe, la de la EPP*, hace un año apenas uno de cada cien españoles intuía vagamente lo que era eso de la “investidura”. Ahora, gracias a la reciente sobredosis de actividad electoral, son nada menos que un 5,02% los que presumen de saber lo que es**. Y más aún, de esos cinco, dos sabrían explicar lo que es una investidura de forma aceptablemente inteligible.
Un incremento de cultura política espectacular.

Y no sólo eso. También supone un aporte considerable en inoculación masiva de sentido común.
Esto es, todos saben que hace falta que PP, C's y PSOE se pongan de acuerdo para que haya gobierno.
Si se reúnen PP y C's, y hacen un pacto sin contar con el PSOE, pues no puede haber acuerdo.
Porque el acuerdo es cosa de tres. Y sólo se han puesto de acuerdo dos.
Es cosa de tres. Y están dos.

Tres no es lo mismo que dos.
¿Increíble, no?

Y claro, el Pueblo está aprendiendo. Gracias a estos políticos, la gente se está dando cuenta de que dos no es lo mismo que tres.
Casi nadie lo imaginaba hace una semana. Pero hoy el 27,23% de los españoles** ya es ligeramente consciente de que dos no es tres.

Y tal vez sigan aprendiendo sobre sentido común en breve. Concretamente, sobre nuestros dichos populares: “Donde dije digo, digo Diego”. Si esos seis -o más- esperados entre nuestros coherentes y honrados representantes hace el esfuerzo de alterar ligeramente su inamovible posición ideológica para que tengamos ese gobierno esencial sin el cual a duras penas podemos sobrevivir hoy en día***.

Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros.” Groucho Marx.

Y qué decir del arte.
Puesto que son tres los que tienen que pactar, el paripé que han montado Rajoy y Rivera es sólo eso: teatro. Para quedar lo mejor posible ante las futuras circunstancias que nos esperan, ya sea un segundo acto con tránsfugas incluidos, un pacto con presuntos nacionalistas arrepentidos -y generosamente untados-, unas terceras elecciones, o cualquier otra variante de la obra de siempre.
Sea como sea, en el primer acto los dos actores protagonistas del mismo, Rivera y Rajoy, han demostrado su talento interpretativo: han hecho totalmente creíble que sus reuniones, tertulias y charlas de café privadas tenían alguna importancia.
Un Goya para ambos.
Y los demás no lo están haciendo nada mal, ojo. Cuando les toca una frase, la bordan. ¡Y qué expresión! ¡Qué sentimiento! ¡Que porte galante el de Sánchez! ¡Qué vulgar coleta la de Iglesias!
Los mejores actores del país están en el Parlamento, qué duda cabe.
Y la gente está bebiendo y disfrutando de ese talento, más que nunca, gracias a esta beneficiosa concentración de elecciones.
Y sin pagar nada a la SGAE.

En fin, para que luego digan que repetir elecciones no tiene ventajas. Deberíamos tener repeticiones de elecciones más a menudo.
Y no creo que tardemos mucho en tener otras. Incluso habiendo gobierno. Dudo mucho que el que salga ahora agote su legislatura. Por mucho.

Pero mientras tanto, podríamos repetir las autonómicas de CLM o las municipales de Ciudad Real. Para seguir aprendiendo.
Aunque por desgracia no creo que ocurra. Para ello los Podemos y Ganemos de turno deberían dejar de sostener los gobiernos respectivos de la derecha presuntamente moderada mayoritaria, esto es, del PSOE. Pero no creo que lo hagan. Podemos y Ganemos aspiran a ser la derecha presuntamente moderada mayoritaria.

Mismos perros, distintos collares.

Así que nos tendremos que conformar con las generales. Con suerte, ¡vamos a por las terceras!



* EPP: Especulación Personal Propia.

** Dato obtenido también de la EPP.

*** Personalmente estoy pensando en emigrar a Finlandia. Si no hay gobierno en breve, no me quedará más remedio que pedir asilo político por decimoquinta vez, a ver si esta vez cuela. Las primeras catorce veces me lo han denegado. Al ver mi pasaporte español, los de la embajada me indican siempre algo que suena como “no idiots here”. No sé qué habrán querido decir, ya que no entiendo el finlandés.

martes, agosto 23, 2016

Autónomos - Autoesclavitud - Autogestión

Hace ya muchos años alguien me dijo que, dada mi escasa disposición a la obediencia, acabaría haciéndome autónomo.
Por aquello de “ser mi propio jefe”.
Y sí, podría parecer que tanto mi carácter como mi discurso habitual -”debemos hacerlo nosotros mismos”- tendrían que conducir irremisiblemente a la actividad laboral por cuenta propia.
Pero no ha sido así.

Ser autónomo -en lo laboral- dista mucho de eso de “ser tu propio jefe”. Para ser tu propio jefe, tienes que serlo en lo laboral, pero también en todo lo demás. En lo económico, y también en lo político.

Y, hoy en día, el autónomo español medio es alguien que, día sí, día también, obedece. Y no sólo a los clientes “importantes”, y/o a los no tan importantes. Obedece las leyes, las escritas y las no escritas -por ejemplo, las del mercado-, que le obligan, entre otras cosas, a trabajar muchas más horas de las que tendría que trabajar cualquier ser humano. Obedece a la Burrocracia, a los bancos, a los políticos, a Hacienda, a los proveedores, a las grandes superficies, a las franquicias, si las tiene... y no digamos si es un falso autónomo, figura que ahora hasta es legal (TAED). Esclavitud legalizada.

El trabajo por cuenta ajena, en España, está tendiendo, cada vez más, hacia la esclavitud. Y consecuentemente, como no podría ser de otra manera, el trabajo por cuenta propia está tendiendo, a su vez, hacia la auto-esclavitud. Lo mismo que por cuenta ajena, pero organizando uno mismo la propia servidumbre. Dando facilidades al amo.
Además de cornudo, apaleado.

Hay excepciones, claro.
Para muchos afortunados sí habrá merecido la pena. No todos los autónomos son auto-esclavos. Como tampoco lo son todos los trabajadores por cuenta ajena.
Pero tal y como lo veo yo -percepción personal-, la mayoría de unos y otros, a día de hoy, lo son. Esclavos.
Y va a ser cada vez peor.

En contraposición a la auto-esclavitud, la autogestión

Autogestión viene a ser cuando tienes autonomía laboral, económica, política... esto es, cuando eres realmente autónomo -libre-, en todos los sentidos. Plenamente.
Lo eres tú, y lo son también los demás.

La autogestión no es una conquista individual, sino colectiva.

Autónomo es “hazlo tú mismo”. Autogestión es “hagámoslo juntos”.

Una sociedad libre e igual -democrática- se construye colectivamente. Colaborando. Apoyándonos. Trabajando unidos.

Y sí, en una sociedad libre e igual, podría haber “autónomos” ganándose la vida dignamente. Todos lo seríamos, en realidad.

Autogestión. Gobierno del Pueblo. Democracia.
Hagámoslo juntos.

O sigamos cada uno a lo nuestro.
Mirándonos nuestro propio ombligo.
Y que cada palo que aguante su vela.
Ande yo caliente, ríase la gente.
Hoy por mí y mañana también por mí.
Y los demás, que se busquen la vida.

¿El resultado de esta segunda opción?
Esclavitud.
O auto-esclavitud.

Que disfrutéis de lo elegido.



"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar."

lunes, agosto 15, 2016

Reconocer al enemigo

Hay enemigos que son fáciles de reconocer. Hacen daño -o lo intentan-, pero se les ve venir. Sabes lo que son.
Otros, en cambio, actúan de otra manera. Son los que apuñalan por la espalda. Los que hablan -y no bien- de ti cuando no estás. Los que consideras de los tuyos.
Estos últimos son los más peligrosos, porque confías en ellos, y por ello, te pillan desprevenido. Indefenso. Y si son listos -y tú no lo eres lo suficiente-, te la juegan una vez, y otra, y otra...

Es difícil prevenir este daño. Es difícil reconocer a estos enemigos.
Pero a veces, se puede.
Siempre hay detalles. Pistas. Indicios.

Por ejemplo, estos enemigos suelen esperar algo de ti... y lo que reciben y lo que dan nunca está compensado. Reciben mucho... y dan poco... o nada. Son parásitos. Reciben favores... dinero... votos... y no devuelven nada... más que palabras.

Y esa es otra pista: siempre dicen lo que quieres oír.

Eres guap@. Eres inteligente.
Sabes lo que haces.
Te lo mereces.
Todo va a salir bien.
...
Vótame y te devolveré la sonrisa.

Reconocer al enemigo es difícil especialmente por esto último. No quieres verlo. ¿Cómo condenar a quien te dice lo que ansías escuchar?

Pero hay que hacerlo.
Reconocer al enemigo ayuda a reducir daños. Permite protegerte. Actuar contra él.
No reconocerlo te deja vendido. Seguirá haciéndote daño. Irás de mal en peor.

Y, aunque sea difícil, casi siempre, para reconocer al enemigo, basta con querer hacerlo.

Está ahí, delante de tus narices.
Sólo hay que quitarse la venda.

Y entonces sí, identificado correctamente el enemigo... actuando en consecuencia... igual las cosas empiezan a mejorar.



P.D. En política reconocer al enemigo es muy fácil: si sale en televisión, lo es.
La televisión es del Régimen. Quien sale en televisión es del Régimen.
Blanco y en botella.

domingo, agosto 07, 2016

Terceras elecciones: ¡bueno para la democracia!

Un proceso político puede ser muy complejo. Puede ser difícil de comprender de entrada. Puede requerir tiempo para llegar a una decisión firme. Puede requerir repensar las cosas, y cambiar de posición.

Repetir una votación no es necesariamente negativo. Es más, puede ser conveniente. Higiénico.
Permite rectificar una posición inicial poco meditada. O equivocada.

Ir a unas terceras elecciones podría ser lo correcto desde un punto de vista democrático.

Los votantes del PP han mantenido firme su posición. Esta era más sólida, estaba más consolidada. El PP, sin duda alguna, siempre ha representado mejor a sus votantes. Y en consecuencia, estos no han cambiado su postura en este proceso deliberativo prolongado.
En cambio, en el caso de Podemos e Izquierda Unida, no todos sus votantes de diciembre de 2015 tenían una posición firme, consolidada.
Y muchos se lo han pensado mejor. Se han dado cuenta de que bien unos u otros no les representaban verdaderamente. Y como es lógico, han cambiado de posición.

Y en caso de ir a unas terceras elecciones, un nuevo posicionamiento de los ciudadanos estará más informado, más meditado, será más coherente con la realidad de las candidaturas.
El resultado de la votación será más representativo.
Y por tanto, más democrático.

¿O no?

Obviamente, no.

Pero gran parte de lo que he escrito antes es correcto. Es bueno repensar las cosas. Es fundamental que las candidaturas representen lo más fielmente posible a sus votantes. En teoría, unas terceras elecciones sí deberían ser algo positivo.
Pero no lo van a ser.

¿Donde está el fallo?

Si quieres responder por ti mismo a esta cuestión, no sigas leyendo.



Esta es mi respuesta:

El problema no está en el razonamiento que he utilizado, que es correcto.

Lo que son falsas son las premisas.

La primera premisa falsa es partir de que los procesos electorales en España son democráticos. Ya sabemos que no lo son. Y por tanto, los resultados, sean los que sean, nunca van a beneficiarnos desde un punto de vista democrático.

Por ejemplo, sin democracia, no hay racionalidad, sino visceralidad:
Por un lado, la gente es fiel a los partidos por fanatismo, por egoísmo, o por que les han lavado el cerebro. Su fidelidad a un partido no es virtud, sino todo lo contrario.
Y por el otro lado, la gente cambia de posición no por estar más informada, o haber meditado más, sino irreflexivamente, por hastío, o movida por sentimientos manipulados desde la televisión. Mutable cual veleta orientada según de dónde sople el viento. Su cambio de postura, por tanto, tampoco es positivo.

Y la segunda premisa falsa es partir de que representación es igual a democracia. No es cierto, como ya ha quedado demostrado también en más de una ocasión.

Representación es contrario a democracia.
Unas terceras elecciones mejorarían la representatividad -de los votantes, no del conjunto de la ciudadanía-. Es decir, sería buenas para la oligarquía.
Más oligarquía, menos democracia.

Conclusión: unas terceras elecciones no serían buenas, porque no hay democracia. Así de sencillo.
Y por esa misma razón, tampoco lo fueron ni las segundas, ni las primeras. Ni ninguna de las anteriores.

Por eso apenas se ha notado que llevemos tanto tiempo sin gobierno. Por eso no importa si hay unas elecciones, dos o cuarenta. Es irrelevante.

Porque lo llaman democracia, y no lo es.

lunes, agosto 01, 2016

Desasistencia

Si alimentas al Troll, se hace más fuerte.

Si no alimentas al Troll, se debilita.

Si no te gusta lo que hace el Troll... no lo alimentes.

A veces las cosas son muy sencillas. De cajón.

Un veterano compañero de lucha insistía una y otra vez: la desasistencia es esencial. No suficiente, pero sí necesaria.
Dejar de colaborar con el Sistema. Dejar de fortalecerlo. Dejar de asistirlo. En definitiva, dejar de alimentarlo.

Por coherencia, primero: el camino hacia la democracia no puede pasar por apoyar a aquello que actúa en contra de ella.
Recogeremos lo que sembramos. Si queremos democracia, tendremos que sembrar democracia.

Y también por estrategia: cuanto más débil esté el Régimen, menos daño hará. Más terreno podremos ganarle en favor de la democracia. Más posibilidades tendremos.

Resumiendo:
El Sistema se alimenta de votos.
La Partitocracia se alimenta de votos.
El Poder económico necesita votos para mantener la ilusión de que vivimos en una democracia.

Más claro, agua.
 
¡NO ALIMENTES AL TROLL!


Respuestas a las preguntas que tal vez te estés haciendo:

1. Sí, al Troll lo van a alimentar otros. La mayoría. Millones. Y con eso le puede bastar.
Pero no seremos nosotros. No seremos cómplices.

2. Y sí, el Troll se alimenta también de otras cosas.
Y sí, habrá que privarle también de esos otros alimentos.
Pero es más difícil hacerlo. En algún caso, no vamos a poder evitar seguir alimentándolo. Por ahora.

Pero se puede empezar por lo más accesible. Lo que depende exclusivamente de nosotros, sin coste alguno: privarle de nuestros votos.

Y a partir de ahí, más. Porque hará falta. Mucho más.

3. Y sí, en este momento, en lo electoral, podemos hacer algo más que no votar a los partidos.
Algo más eficaz. Con muy bajo coste.

Si queremos realmente plantar cara al Sistema.
Si queremos realmente cambiar las cosas.
Si queremos realmente una democracia.

¿Queremos?