jueves, febrero 04, 2016

Y lo llamaron "democracia"... y nos tangaron, pero bien

"Los Ciudadanos que dejan que otros les representen deben renunciar a hacer la ley ellos mismos; no tienen ninguna voluntad particular que imponer.

Si los Ciudadanos pudieran dictar sus voluntades, Francia ya no sería un Estado representativo; sería un Estado democrático.

El pueblo, repito, en un país que no es una democracia -y Francia en modo alguno cabría que lo fuera-, no puede hablar ni actuar sin que sea por la vía de sus representantes."

Así se expresaba el abate Emmanuel-Joseph Sieyès (1748-1836), político, aristócrata y eclesiástico francés, uno de los que ayudó -desde dentro- a finiquitar la revolución francesa.



Estado representativo: el Pueblo ni habla, ni actúa. Lo hacen sus representantes.

Estado democrático: el Pueblo habla y actúa por sí mismo. Y hace las Leyes.

Todo el mundo lo tenía bien claro entonces: la representación no es democracia; las elecciones no son democracia.



Y la “Casta” también tenía bien claro que no querían democracia, ni en pintura.

Pero una parte importante del Pueblo francés del siglo XIX -y otros en otras partes- sí la quería.

Un problema al cual encontraron solución: dar el cambiazo.

A lo que antes era "representación", lo llamaron "democracia".

Y unos años después, todo el mundo llamaba “democracias” a los gobiernos parlamentarios donde se elegía a los representantes.

Y la gente dejó de saber lo que era realmente la democracia.

Y gracias a eso, llamar democracia a su opuesto, nos desarmaron. Porque ahora casi nadie se plantea la que bien podría ser la solución a nuestro problema político: la democracia, pero la de verdad. La gente sólo ve elecciones, representantes, líderes, partidos políticos, parlamentos. Lo opuesto a la democracia.

El timo salió a la perfección.

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