viernes, octubre 21, 2016

Resolución de conflictos: vuelta al 15M, y otros

Cuando surge una situación del conflicto, el objetivo de los implicados siempre es, se tenga o no consciencia de ello, que se produzca una transformación. Esto es, que las cosas cambien.

Una consecuencia de ello es que, si tras un conflicto no se produce una transformación, entonces se puede considerar que, para los implicados, la resolución del conflicto ha supuesto un fracaso.

Cinco años después del 15M, podemos valorar si se ha producido ese cambio que se buscaba entonces o no, o, si se ha producido algún cambio, en qué grado.

Que cada uno tendrá su valoración subjetiva sobre ello. Por mi parte, como soy de trabajar con datos y hechos y no con ilusiones o emociones, me quedo con lo que puedo medir y contrastar.
Y lo único significativo que se puede apreciar de diferente entre el 2011 y el 2016, que pueda tomarse como consecuencia directa del 15M, es que hay un nuevo partido político relevante -plenamente integrado ya- en nuestro escenario partitocrático. Y poco más.

Y para ese viaje no hacían falta alforjas.

De otra manera: si en 2011 la necesidad de transformación quedaba limitada a la necesidad de una nueva organización de políticos profesionales de un color determinado, ¿no se podía haber afrontado racionalmente la gestión de esa necesidad y haber creado el partido, sin tanto jaleo? ¿Era necesario tanto ruido para tan pocas nueces?

La respuesta que yo daría es doble.

Por un lado, en realidad no ha habido transformación ni social ni económica alguna -a la vista está-, y a nivel político, no ha pasado de un cambio de caras y chaquetas. Pura estética. Ahora la farsa política está algo más entretenida, pero poco más.
Esto es, el conflicto no ha servido para satisfacer la necesidad de cambio de los implicados.

Y por el otro lado, sí era necesario mucho ruido para el surgimiento rápido de esa nueva organización de políticos profesionales.
Porque el ruido es emoción.
Y eso a lo que llaman "política", en España -como en tantos otros lugares-, se rige, única y exclusivamente, por la emoción. Lo visceral.
Racionalidad 0,0.

Y así, un estallido emocional -el 15M-, ha sido fácilmente reconducido, con la manipulación emocional correspondiente -televisión y demás medios de intoxicación de masas-, en la creación e impulso de una nueva organización política exitosa.
Que no va a solucionar nada.

Porque de los estallidos emocionales no surgen soluciones racionales para los conflictos.
Y sin soluciones racionales, si se produce una transformación a raíz del conflicto, será una transformación guiada por la visceralidad, que será, al final, casi con total seguridad, para peor.

El camino de una transformación -a mejor- se inicia afrontando racionalmente los problemas: analizando, llegando a acuerdos, estableciendo un objetivo común, organizándonos, diseñando una estrategia, planificando...

Y tal vez, en algún momento del proceso, tácticamente, racionalmente, podría ser inevitable tomar -pacífica y democráticamente- las plazas. Tal vez.
Pero nunca al principio. Nunca como estallido emocional. Por ahí no hay solución posible. Partidos políticos nuevos, tal vez, pero soluciones, ninguna.

jueves, octubre 13, 2016

No es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros

Imaginémonos una situación de gran carestía. Unos pocos controlan los bienes básicos, como por ejemplo, la comida. El pan.
Supongamos que las familias más pobres tienen 5 euros al día para comer. Los acaparadores lo saben y, por ello, se ponen de acuerdo y comienzan a vender una barra de pan a 5 euros.
Las familias pobres no tienen más remedio que gastar todo su dinero para alimentarse de una barra de pan al día. Malcomen, pero eso es lo menos malo. Lo peor ese día es, en principio, no comer.

Pero los acaparadores son avariciosos. Y calculan que puede ser beneficioso para ellos subir el precio de la barra de pan a 6 euros.
Las familias de clase media, que antes pagaban 5 euros por su pan, ahora pagan 6, porque siguen necesitando pan. Los acaparadores ganan. En cambio, las familias más pobres, que sólo tienen 5 euros, tienen que comprar una porción (5/6) de la barra que antes adquirían entera. Su situación empeora, y los acaparadores siguen ganando lo mismo con ellos. Aunque en ese momento, otra vez, parece la opción menos mala.
Pero claro, la carestía sigue, y los acaparadores suben el precio a 7 euros.
Y a 8. Y a 10. Y...

Al final, las familias más pobres pueden adquirir tan poca cantidad de alimento que sufren malnutrición, enfermedades, muerte. Cuando eso ocurre, los acaparadores pierden clientes, pero ganan tanto con el precio hiperinflado del pan que les compensa de sobra. Se enriquecen a costa del sufrimiento ajeno.

Ya ha pasado más de una vez en la Historia. Está pasando ahora.

Las familias pobres aceptaron la opción que les ofrecían los acaparadores, comer menos pagando lo mismo. La opción menos mala, en principio. Antes que no comer.
Pero al final la opción menos mala se revela como la peor. Aquello que quieres evitar, es lo que sucede.

Oligopolios y control de la escasez.

En esas condiciones, aceptar lo menos malo es un error. Siempre acaba llevando al mal mayor.

La única salida posible es negarse a aceptar el chantaje de los acaparadores. Unirse, organizarse y actuar colectivamente para garantizarse el pan a un precio justo.
La elección aparentemente más arriesgada. El camino difícil.

Lo mismo ocurre en política.

Escoger un partido político malo porque los demás son pésimos lleva a que, las siguientes elecciones, todos los partidos sean todavía peores para los ciudadanos de a pie.
Si aceptas elegir un partido por ser el “menos malo”... ¿por qué no vas a hacerlo otra vez si es un poco más “malo”, siempre que creas que los demás partidos van a ser aún peores?
Y la siguiente vez, lo mismo.
Y la siguiente.
Y...

Escoger una y otra vez lo menos malo lleva al mal mayor.

Y bien que ha quedado probado en nuestro país, tras muchos años ya de elegir lo “menos malo” de entre las diferentes ofertas basura del Poder establecido.

Pero claro, no es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros.
O eso dicen los manipuladores. Y los que se tragan y repiten lo que dicen los manipuladores.

Pero sí es lo mismo. Gobiernen unos o gobiernen otros, es el resultado de elegir una y otra vez lo menos malo. A la larga, es el mal mayor. 
Es el camino del Régimen.

¿Y a día de hoy? ¿Que va a gobernar otra vez el PP?
¿Y qué importa eso?
Después gobernará otro. Uno “menos malo”.
Que no reparará apenas el daño que va a hacer el PP. Que dejará todo prácticamente igual, o peor.
Porque es el menos malo.
No es “el bueno”. No es el nuestro.

Da igual que gobiernen Rajoy y Rivera. Que se vaya Sánchez. Que después venga Iglesias. O lo que nos coloquen después.
No importa nada de eso. Todo ello es el camino que lleva al mal mayor. El camino del Régimen.

La única salida posible empieza por negarse a aceptar el chantaje del Poder establecido. Y sigue uniéndonos, organizándonos, actuando colectivamente. Para hacer nosotros la política. Para decidir. Para construir -nosotros, directamente- una realidad donde todo eso sea posible.

En una palabra: DEMOCRACIA.
Pero la de verdad.

P.D. Nos comemos la basura que nos ofrecen. Una y otra vez.
¿De verdad pensáis que puede haber algo peor que eso?

lunes, septiembre 19, 2016

Ataques de perros -y otras agresiones-

Cuando surge una noticia de ataques de perros a personas, siempre viene acompañado de los mismos comentarios recurrentes: perros peligrosos, uso de bozales, control administrativo, raza o grupo social del dueño del perro... los que no recogen las cacas...
Es uno de los síntomas del enorme déficit educativo patrio en cuanto al desarrollo de la capacidad de raciocinio: nos quedamos en lo superficial sin buscar la raíz del problema.

Existen multitud de formas a través de las cuales los humanos nos hacemos daño unos a otros: perros, armas, vehículos... ruido, desprecio, falta de respeto... acoso, abuso de posición social o laboral... negligencias... y qué decir de las sociales, como el paro o la precariedad laboral, los desahucios, la marginalidad, la exclusión... la deseducación... y tantas otras.

Y ese daño se produce de forma cotidiana. Es algo normal en la sociedad que hemos creado.
Y, en general, ese daño le importa bien poco a la mayoría de la gente.
Mientras no les afecte a ellos, claro.

Es la sociedad egoísta que hemos construido y que no hacemos nada por cambiar.

Y ahí está la raíz del problema: nuestro egoísmo.

En una sociedad donde todos vamos a lo nuestro y pasamos de los demás, es normal que las agresiones -con perros, o de cualquier otra manera- sean habituales.
¿Cómo esperar otra cosa? ¿Como pretender que aquellos que son agredidos no respondan a su vez de forma agresiva contra los demás? ¿Contra nosotros?

A toda acción sigue una reacción. Un principio físico elemental. También ignorado por los ciudadanos de este país, que en su mayor parte piensan que pueden hacer -casi todo- lo que les venga en gana sin que haya consecuencias.

Pero las hay. Siempre las hay.

Y ninguno de nosotros estamos a salvo de ellas.

Hay quien piensa que por tener una cierta seguridad económica está libre de peligro. Pero cualquier día llega un perro, un criminal, un funcionario negligente o prepotente o un empresario sin escrúpulos, y te demuestra que tu seguridad era un espejismo.
Y, a veces, esa demostración es letal.

Pretender evitar o atenuar un único tipo de agresión -el que nos afecta a nosotros en ese momento-, es la manera de tratar superficialmente el problema. Sin atacar la raíz del mal.

La única manera que garantiza evitar una agresión es evitarlas todas.

Y es que, en general, y esto es aplicable para casi todo el mundo, quien no es agredido, no agrede a los demás.

Si construimos una sociedad justa para todos, basada en el respeto y apoyo mutuo -con la imprescindible educación cívica-, no tendremos que preocuparnos por que nos ataque un perro peligroso, nos atropelle un conductor borracho, nos mate una enfermedad negligentemente tratada en el Sistema sanitario, o tantas otras cosas. Nada de eso ocurrirá.
Sólo serán agresivos los enfermos mentales, que al ser pocos podrán ser adecuadamente tratados en centros especializados. La capacidad de hacer daño de psicópatas, políticos, banqueros... entre otros... estaría controlada.

Pero si escogemos egoísmo, competitividad, insolidaridad... y lo acompañamos con irresponsabilidad y desidia, en tanto que cedemos el Poder -que deberíamos ejercer nosotros directamente- a los peores individuos... pues ajo y agua.
Si la agresión no viene de un lado, vendrá de otro.

Es elección nuestra. Lo que nos está ocurriendo, nos lo hemos ganado a pulso.

Con perro, o sin perro.

domingo, septiembre 04, 2016

Lo que, por desgracia, no sabremos nunca sobre la investidura

Lo he contado en clave de humor. Reír por no llorar.
Ahora en serio. 

Democracia es gobierno del Pueblo.
Pueblo somos todos.
Por tanto, en democracia, el gobierno es de todos.

De TODOS, no de la mayoría.

La dictadura de la mayoría, como su propio nombre indica, es DICTADURA. Pero la DEMOCRACIA es de TODOS.

Una prueba clara de la ausencia total y absoluta de democracia en nuestro país -y en tantos otros- es que la práctica totalidad de los españoles desconoce un principio tan básico de este tipo de gobierno.
Es más, el lavado de cerebro es tan profundo que dudo mucho que siquiera pudieran entenderlo si se les explicara.

El dogma implantado por la teleprogramación reza así:

Lo que importa es que ganen los míos. Que gobiernen los míos. Que los míos pisoteen los derechos de los demás para beneficio mío.
Si eso se produce después de votar, es democracia.
Amén.

A cualquier persona con dos dedos de frente le parecería evidente que con esa filosofía las cosas tienen que ir necesariamente mal. Tanto egoísmo y insolidaridad no pueden traer nada bueno para la mayor parte de la gente. Tal vez para unos pocos. Para la inmensa mayoría, no.
Y a cualquier persona con dos dedos de frente le parecería evidente que esa filosofía no se corresponde, ni de lejos, con un “gobierno del pueblo”.
Es sencillamente otra versión de la ley del más fuerte. La de toda la vida. Pero, democracia... ¿de qué?

El establecimiento de un nuevo gobierno, en democracia, tiene que partir de un acuerdo de la totalidad de las fuerzas políticas, en base a que ese gobierno sea un gobierno de y para todos los ciudadanos.

Que sí, eso sería en condiciones ideales. Utopía.

En condiciones reales la democracia perfecta obviamente no puede ser alcanzable. Siempre habrá algunos que quieran arrimar el agua a su molino, sin importarles dejar a los demás sin ella.
El acuerdo total no es posible.

Pero debe haber voluntad generalizada de que ese acuerdo alcance a la mayor cantidad posible de personas. Y de que haya agua para TODOS.

No una mayoría rácana.
No una minoría sobrerepresentada por un Sistema electoral amañado para que unos pocos impongan su voluntad a los demás.

En una nación que pretendiera ser democrática, sería habitual tener gobiernos multipartidistas, en base a acuerdos suficientemente buenos para la inmensa mayoría de los ciudadanos, aceptables por todos ellos, y donde también todos cederían en parte de sus pretensiones para dar cabida a las de los demás, minorías incluidas.
En democracia, gobierno somos todos. También las minorías.

Y en esa nación, esa tradición democrática estaría plasmada en las leyes, entre otras maneras, en forma de requisitos mínimos de representación para poder validar un gobierno.
Por ejemplo, la exigencia de que un gobierno esté respaldado, como mínimo, por:
- Dos tercios de los votantes.
- La mitad de los ciudadanos adultos, hayan votado o no.

Y estas dos condiciones serían pobres, muy pobres. Un gobierno respaldado únicamente por la mitad de los ciudadanos... es difícil considerarlo democrático. Aceptando pulpo...
Pero, ¡qué menos que eso!

Pues en España, ni nos acercamos.

Lo llaman democracia, y nunca lo fue.


miércoles, agosto 31, 2016

Lo que no sabíamos de la "investicosa" esa

Para que luego digan que repetir elecciones no tiene ventajas: según la encuesta más fiable que existe, la de la EPP*, hace un año apenas uno de cada cien españoles intuía vagamente lo que era eso de la “investidura”. Ahora, gracias a la reciente sobredosis de actividad electoral, son nada menos que un 5,02% los que presumen de saber lo que es**. Y más aún, de esos cinco, dos sabrían explicar lo que es una investidura de forma aceptablemente inteligible.
Un incremento de cultura política espectacular.

Y no sólo eso. También supone un aporte considerable en inoculación masiva de sentido común.
Esto es, todos saben que hace falta que PP, C's y PSOE se pongan de acuerdo para que haya gobierno.
Si se reúnen PP y C's, y hacen un pacto sin contar con el PSOE, pues no puede haber acuerdo.
Porque el acuerdo es cosa de tres. Y sólo se han puesto de acuerdo dos.
Es cosa de tres. Y están dos.

Tres no es lo mismo que dos.
¿Increíble, no?

Y claro, el Pueblo está aprendiendo. Gracias a estos políticos, la gente se está dando cuenta de que dos no es lo mismo que tres.
Casi nadie lo imaginaba hace una semana. Pero hoy el 27,23% de los españoles** ya es ligeramente consciente de que dos no es tres.

Y tal vez sigan aprendiendo sobre sentido común en breve. Concretamente, sobre nuestros dichos populares: “Donde dije digo, digo Diego”. Si esos seis -o más- esperados entre nuestros coherentes y honrados representantes hace el esfuerzo de alterar ligeramente su inamovible posición ideológica para que tengamos ese gobierno esencial sin el cual a duras penas podemos sobrevivir hoy en día***.

Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros.” Groucho Marx.

Y qué decir del arte.
Puesto que son tres los que tienen que pactar, el paripé que han montado Rajoy y Rivera es sólo eso: teatro. Para quedar lo mejor posible ante las futuras circunstancias que nos esperan, ya sea un segundo acto con tránsfugas incluidos, un pacto con presuntos nacionalistas arrepentidos -y generosamente untados-, unas terceras elecciones, o cualquier otra variante de la obra de siempre.
Sea como sea, en el primer acto los dos actores protagonistas del mismo, Rivera y Rajoy, han demostrado su talento interpretativo: han hecho totalmente creíble que sus reuniones, tertulias y charlas de café privadas tenían alguna importancia.
Un Goya para ambos.
Y los demás no lo están haciendo nada mal, ojo. Cuando les toca una frase, la bordan. ¡Y qué expresión! ¡Qué sentimiento! ¡Que porte galante el de Sánchez! ¡Qué vulgar coleta la de Iglesias!
Los mejores actores del país están en el Parlamento, qué duda cabe.
Y la gente está bebiendo y disfrutando de ese talento, más que nunca, gracias a esta beneficiosa concentración de elecciones.
Y sin pagar nada a la SGAE.

En fin, para que luego digan que repetir elecciones no tiene ventajas. Deberíamos tener repeticiones de elecciones más a menudo.
Y no creo que tardemos mucho en tener otras. Incluso habiendo gobierno. Dudo mucho que el que salga ahora agote su legislatura. Por mucho.

Pero mientras tanto, podríamos repetir las autonómicas de CLM o las municipales de Ciudad Real. Para seguir aprendiendo.
Aunque por desgracia no creo que ocurra. Para ello los Podemos y Ganemos de turno deberían dejar de sostener los gobiernos respectivos de la derecha presuntamente moderada mayoritaria, esto es, del PSOE. Pero no creo que lo hagan. Podemos y Ganemos aspiran a ser la derecha presuntamente moderada mayoritaria.

Mismos perros, distintos collares.

Así que nos tendremos que conformar con las generales. Con suerte, ¡vamos a por las terceras!



* EPP: Especulación Personal Propia.

** Dato obtenido también de la EPP.

*** Personalmente estoy pensando en emigrar a Finlandia. Si no hay gobierno en breve, no me quedará más remedio que pedir asilo político por decimoquinta vez, a ver si esta vez cuela. Las primeras catorce veces me lo han denegado. Al ver mi pasaporte español, los de la embajada me indican siempre algo que suena como “no idiots here”. No sé qué habrán querido decir, ya que no entiendo el finlandés.

martes, agosto 23, 2016

Autónomos - Autoesclavitud - Autogestión

Hace ya muchos años alguien me dijo que, dada mi escasa disposición a la obediencia, acabaría haciéndome autónomo.
Por aquello de “ser mi propio jefe”.
Y sí, podría parecer que tanto mi carácter como mi discurso habitual -”debemos hacerlo nosotros mismos”- tendrían que conducir irremisiblemente a la actividad laboral por cuenta propia.
Pero no ha sido así.

Ser autónomo -en lo laboral- dista mucho de eso de “ser tu propio jefe”. Para ser tu propio jefe, tienes que serlo en lo laboral, pero también en todo lo demás. En lo económico, y también en lo político.

Y, hoy en día, el autónomo español medio es alguien que, día sí, día también, obedece. Y no sólo a los clientes “importantes”, y/o a los no tan importantes. Obedece las leyes, las escritas y las no escritas -por ejemplo, las del mercado-, que le obligan, entre otras cosas, a trabajar muchas más horas de las que tendría que trabajar cualquier ser humano. Obedece a la Burrocracia, a los bancos, a los políticos, a Hacienda, a los proveedores, a las grandes superficies, a las franquicias, si las tiene... y no digamos si es un falso autónomo, figura que ahora hasta es legal (TAED). Esclavitud legalizada.

El trabajo por cuenta ajena, en España, está tendiendo, cada vez más, hacia la esclavitud. Y consecuentemente, como no podría ser de otra manera, el trabajo por cuenta propia está tendiendo, a su vez, hacia la auto-esclavitud. Lo mismo que por cuenta ajena, pero organizando uno mismo la propia servidumbre. Dando facilidades al amo.
Además de cornudo, apaleado.

Hay excepciones, claro.
Para muchos afortunados sí habrá merecido la pena. No todos los autónomos son auto-esclavos. Como tampoco lo son todos los trabajadores por cuenta ajena.
Pero tal y como lo veo yo -percepción personal-, la mayoría de unos y otros, a día de hoy, lo son. Esclavos.
Y va a ser cada vez peor.

En contraposición a la auto-esclavitud, la autogestión

Autogestión viene a ser cuando tienes autonomía laboral, económica, política... esto es, cuando eres realmente autónomo -libre-, en todos los sentidos. Plenamente.
Lo eres tú, y lo son también los demás.

La autogestión no es una conquista individual, sino colectiva.

Autónomo es “hazlo tú mismo”. Autogestión es “hagámoslo juntos”.

Una sociedad libre e igual -democrática- se construye colectivamente. Colaborando. Apoyándonos. Trabajando unidos.

Y sí, en una sociedad libre e igual, podría haber “autónomos” ganándose la vida dignamente. Todos lo seríamos, en realidad.

Autogestión. Gobierno del Pueblo. Democracia.
Hagámoslo juntos.

O sigamos cada uno a lo nuestro.
Mirándonos nuestro propio ombligo.
Y que cada palo que aguante su vela.
Ande yo caliente, ríase la gente.
Hoy por mí y mañana también por mí.
Y los demás, que se busquen la vida.

¿El resultado de esta segunda opción?
Esclavitud.
O auto-esclavitud.

Que disfrutéis de lo elegido.



"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar."

lunes, agosto 15, 2016

Reconocer al enemigo

Hay enemigos que son fáciles de reconocer. Hacen daño -o lo intentan-, pero se les ve venir. Sabes lo que son.
Otros, en cambio, actúan de otra manera. Son los que apuñalan por la espalda. Los que hablan -y no bien- de ti cuando no estás. Los que consideras de los tuyos.
Estos últimos son los más peligrosos, porque confías en ellos, y por ello, te pillan desprevenido. Indefenso. Y si son listos -y tú no lo eres lo suficiente-, te la juegan una vez, y otra, y otra...

Es difícil prevenir este daño. Es difícil reconocer a estos enemigos.
Pero a veces, se puede.
Siempre hay detalles. Pistas. Indicios.

Por ejemplo, estos enemigos suelen esperar algo de ti... y lo que reciben y lo que dan nunca está compensado. Reciben mucho... y dan poco... o nada. Son parásitos. Reciben favores... dinero... votos... y no devuelven nada... más que palabras.

Y esa es otra pista: siempre dicen lo que quieres oír.

Eres guap@. Eres inteligente.
Sabes lo que haces.
Te lo mereces.
Todo va a salir bien.
...
Vótame y te devolveré la sonrisa.

Reconocer al enemigo es difícil especialmente por esto último. No quieres verlo. ¿Cómo condenar a quien te dice lo que ansías escuchar?

Pero hay que hacerlo.
Reconocer al enemigo ayuda a reducir daños. Permite protegerte. Actuar contra él.
No reconocerlo te deja vendido. Seguirá haciéndote daño. Irás de mal en peor.

Y, aunque sea difícil, casi siempre, para reconocer al enemigo, basta con querer hacerlo.

Está ahí, delante de tus narices.
Sólo hay que quitarse la venda.

Y entonces sí, identificado correctamente el enemigo... actuando en consecuencia... igual las cosas empiezan a mejorar.



P.D. En política reconocer al enemigo es muy fácil: si sale en televisión, lo es.
La televisión es del Régimen. Quien sale en televisión es del Régimen.
Blanco y en botella.

domingo, agosto 07, 2016

Terceras elecciones: ¡bueno para la democracia!

Un proceso político puede ser muy complejo. Puede ser difícil de comprender de entrada. Puede requerir tiempo para llegar a una decisión firme. Puede requerir repensar las cosas, y cambiar de posición.

Repetir una votación no es necesariamente negativo. Es más, puede ser conveniente. Higiénico.
Permite rectificar una posición inicial poco meditada. O equivocada.

Ir a unas terceras elecciones podría ser lo correcto desde un punto de vista democrático.

Los votantes del PP han mantenido firme su posición. Esta era más sólida, estaba más consolidada. El PP, sin duda alguna, siempre ha representado mejor a sus votantes. Y en consecuencia, estos no han cambiado su postura en este proceso deliberativo prolongado.
En cambio, en el caso de Podemos e Izquierda Unida, no todos sus votantes de diciembre de 2015 tenían una posición firme, consolidada.
Y muchos se lo han pensado mejor. Se han dado cuenta de que bien unos u otros no les representaban verdaderamente. Y como es lógico, han cambiado de posición.

Y en caso de ir a unas terceras elecciones, un nuevo posicionamiento de los ciudadanos estará más informado, más meditado, será más coherente con la realidad de las candidaturas.
El resultado de la votación será más representativo.
Y por tanto, más democrático.

¿O no?

Obviamente, no.

Pero gran parte de lo que he escrito antes es correcto. Es bueno repensar las cosas. Es fundamental que las candidaturas representen lo más fielmente posible a sus votantes. En teoría, unas terceras elecciones sí deberían ser algo positivo.
Pero no lo van a ser.

¿Donde está el fallo?

Si quieres responder por ti mismo a esta cuestión, no sigas leyendo.



Esta es mi respuesta:

El problema no está en el razonamiento que he utilizado, que es correcto.

Lo que son falsas son las premisas.

La primera premisa falsa es partir de que los procesos electorales en España son democráticos. Ya sabemos que no lo son. Y por tanto, los resultados, sean los que sean, nunca van a beneficiarnos desde un punto de vista democrático.

Por ejemplo, sin democracia, no hay racionalidad, sino visceralidad:
Por un lado, la gente es fiel a los partidos por fanatismo, por egoísmo, o por que les han lavado el cerebro. Su fidelidad a un partido no es virtud, sino todo lo contrario.
Y por el otro lado, la gente cambia de posición no por estar más informada, o haber meditado más, sino irreflexivamente, por hastío, o movida por sentimientos manipulados desde la televisión. Mutable cual veleta orientada según de dónde sople el viento. Su cambio de postura, por tanto, tampoco es positivo.

Y la segunda premisa falsa es partir de que representación es igual a democracia. No es cierto, como ya ha quedado demostrado también en más de una ocasión.

Representación es contrario a democracia.
Unas terceras elecciones mejorarían la representatividad -de los votantes, no del conjunto de la ciudadanía-. Es decir, sería buenas para la oligarquía.
Más oligarquía, menos democracia.

Conclusión: unas terceras elecciones no serían buenas, porque no hay democracia. Así de sencillo.
Y por esa misma razón, tampoco lo fueron ni las segundas, ni las primeras. Ni ninguna de las anteriores.

Por eso apenas se ha notado que llevemos tanto tiempo sin gobierno. Por eso no importa si hay unas elecciones, dos o cuarenta. Es irrelevante.

Porque lo llaman democracia, y no lo es.

lunes, agosto 01, 2016

Desasistencia

Si alimentas al Troll, se hace más fuerte.

Si no alimentas al Troll, se debilita.

Si no te gusta lo que hace el Troll... no lo alimentes.

A veces las cosas son muy sencillas. De cajón.

Un veterano compañero de lucha insistía una y otra vez: la desasistencia es esencial. No suficiente, pero sí necesaria.
Dejar de colaborar con el Sistema. Dejar de fortalecerlo. Dejar de asistirlo. En definitiva, dejar de alimentarlo.

Por coherencia, primero: el camino hacia la democracia no puede pasar por apoyar a aquello que actúa en contra de ella.
Recogeremos lo que sembramos. Si queremos democracia, tendremos que sembrar democracia.

Y también por estrategia: cuanto más débil esté el Régimen, menos daño hará. Más terreno podremos ganarle en favor de la democracia. Más posibilidades tendremos.

Resumiendo:
El Sistema se alimenta de votos.
La Partitocracia se alimenta de votos.
El Poder económico necesita votos para mantener la ilusión de que vivimos en una democracia.

Más claro, agua.
 
¡NO ALIMENTES AL TROLL!


Respuestas a las preguntas que tal vez te estés haciendo:

1. Sí, al Troll lo van a alimentar otros. La mayoría. Millones. Y con eso le puede bastar.
Pero no seremos nosotros. No seremos cómplices.

2. Y sí, el Troll se alimenta también de otras cosas.
Y sí, habrá que privarle también de esos otros alimentos.
Pero es más difícil hacerlo. En algún caso, no vamos a poder evitar seguir alimentándolo. Por ahora.

Pero se puede empezar por lo más accesible. Lo que depende exclusivamente de nosotros, sin coste alguno: privarle de nuestros votos.

Y a partir de ahí, más. Porque hará falta. Mucho más.

3. Y sí, en este momento, en lo electoral, podemos hacer algo más que no votar a los partidos.
Algo más eficaz. Con muy bajo coste.

Si queremos realmente plantar cara al Sistema.
Si queremos realmente cambiar las cosas.
Si queremos realmente una democracia.

¿Queremos?

domingo, julio 24, 2016

Gobierno de la mayoría

Al menos nos podría quedar ese consuelo.

Nuestro Sistema político hace aguas por todas partes: millones de ciudadanos son ignorados, no se cumple -por mucho- la proporcionalidad votos/escaños, no hay igualdad de oportunidades entre las candidaturas, no hay independencia de los Poderes... pero pese a todo ello, podría quedarnos el consuelo de que, al menos, “gobierna una mayoría” -de votantes-.
Seguiría quedando muy, muy corto para llamarlo democracia, aunque sería un algo.
Pero ni eso.

Pero obviamente no es el gobierno de todos. Como mucho, es el gobierno de los suyos o, si no contaba con mayoría absoluta, de los que le han apoyado en la investidura.
Que ni eso tampoco. Pero imaginémonos que sí.

El actual gobierno saliente de Mariano Rajoy se apoyó en la mayoría absoluta del PP en el Congreso. Ese gobierno que ha ejercido un Poder absoluto -Ejecutivo, Legislativo y Judicial-, durante más de los cuatro años preceptivos, lo ha hecho con el apoyo explícito del 44% de los votantes.

Una minoría del 44% de los votantes ha impuesto su voluntad a la mayoría del 56% que no votó por el PP (ni por Foro Asturias, que apoyó al PP en la investidura).
Esto es, hemos tenido un gobierno de una minoría sobre una mayoría.

Y es peor si tenemos en cuenta también a la gente que no votó, pero que también son ciudadanos con derecho a gobernar: tomando la población adulta con derecho a voto, el pasado gobierno del PP representó a menos del 31% de los ciudadanos de este país.
El gobierno de uno de cada tres ciudadanos -en teoría, en la práctica obviamente tampoco es así-. Uno gobierna, dos obedecen. En el mejor de los casos.

¿Y si miramos más atrás?

Desde 1979, sólo ha habido dos periodos en los que se podría haber afirmado que, de alguna manera, “gobernó la mayoría”: el primero del PSOE, en 1982 (54% de los votantes), y el primero de Zapatero en 2004 (52%).

Y si tenemos en cuenta al conjunto de la ciudadanía, por supuesto, no ha habido jamás un “gobierno de la mayoría” en España.

Esto son los datos de nuestra realidad política. Una vez más, lo llaman democracia, y no lo es.

Ahí va un histórico por si es de vuestro interés:
P.D. Curiosamente, por los azares de la realidad cuatripartita actual, se ha abierto la posibilidad a un gobierno “forzado” -PP&PSOE&C's- que alcanzaría unos niveles inéditos de porcentaje de votantes “representados”: nada menos que un 68%, dos de cada tres votantes habrían votado por uno de los partidos del gobierno.
Y podrían venderlo así, para justificarse. El gobierno más democrático que jamás hemos tenido.
Pero llevan tantos años vendiendo mierda como si fuera democracia, que ahora les es prácticamente imposible vender algo que sería una ganancia -muy pequeña, pero real- de democracia.
Así que tendrán que disimular. Para que la mierda siga siendo “democracia”.

P.D.2. Ojo también a la cantidad de alianzas y apoyos entrelazados entre unos y otros para las investiduras. Hoy por ti y mañana por mí. Hoy con unos y mañana con los otros, sin que ideologías y programas electorales supongan un problema para ello.

domingo, julio 17, 2016

Rajoy, Presidente elegido por 24 millones de españoles

No, la cifra del titular no es ningún error. Si se acaba por confirmar el próximo Gobierno de Mariano Rajoy, lo habrán votado algo más de veintitrés millones y setecientos mil españoles.

¿Que el PP tiene menos de 8 millones de votos?

Pues sí, es así. Y pese a ello, el titular sigue siendo correcto.

Si todavía no lo ves, es porque todavía no has comprendido cómo funciona nuestro Sistema Político.

Nuestros procesos electorales sirven para elegir a los que van a formar parte de las Cortes Generales. Diputados y Senadores. Poder Legislativo.
Esto es, con nuestro voto, si la LOREG lo permite, podemos elegir unos presuntos representantes que se sentarán en el Congreso y en el Senado y -si les place y les complace- actuarán en nombre de quienes les hayan votado.

Por otra parte, el Gobierno -Poder Ejecutivo- no lo elegimos nosotros. Lo elige el Congreso; los diputados que han salido de las elecciones.

En el Congreso hay diputados de varios partidos. Pero en España el Gobierno no suele formarse con el consenso de todos los partidos presentes. Lo normal aquí es que el Gobierno lo forme un único partido, si cuenta con la mayoría absoluta -de escaños- suficiente para ello. Y si no, gobernará buscando el mínimo de apoyos de otros partidos para tener y mantener cuatro años esa mayoría.

Pero pese a tener ese apoyo exiguo, al Gobierno lo elige el conjunto de los diputados, es decir, aquellos a los que han escogido el conjunto de los votantes.

El Gobierno es único, y es para todos. Y al final, todos los diputados aceptan la elección. Incluso los que han votado en contra. Se posicionarán en la “oposición”, y a girar la noria cuatro años más.
Así es el juego.

Si votas a un partido en nuestro Sistema Electoral, aceptas con ello la elección de un Gobierno -el que salga- utilizando nuestro Sistema Electoral.
Que votas para que gane tu partido, claro. Pero puede ganar otro. Puede ganar ese que tanto odias.
Y ese otro partido que tanto odias va a gobernar, legitimado con tu voto.

Para eso has votado. Para que haya un Gobierno legitimado por los votos. Por el tuyo, también.

Si votaste, al PP, pero también a PSOE, Podemos, C's, incluso a PACMA... eres responsable de que tengamos ese Gobierno concreto. El que sea. Votaste para que hubiera un ganador. Lo habrá.

Elegiste jugar. Aceptaste el juego. Al votar a un partido, diste por válido el proceso electoral.
Y ahora, las consecuencias.



P.D. Si al final no es Rajoy, será otro, da igual; si al final hay otras elecciones, lo mismo. Nada cambia lo dicho aquí. Gobierne quien gobierne, lo hará legitimado por el voto de todos los que aceptaron jugar la partida.

P.D.2 Algunos no jugamos. No legitimamos la partida amañada. No aceptamos a Rajoy -ni a ningún otro- como Presidente.
Pero somos demasiado pocos.
Los que legitiman las elecciones son muchos más.
Mientras eso sea así, poco vamos a poder hacer para cambiar las cosas. O más bien nada. Al menos, a gran escala.
Mientras los españoles legitimen masivamente los procesos electorales -votando a los partidos-, toca ajo y agua.
Que en cualquier caso, podemos trabajar a nivel local. Aquí, a nuestro alrededor, tal vez podamos hacer, nuestro entorno cercano, un poquito más justo.
Pero para llegar más lejos necesitamos democracia. Una de verdad.
Y no la conseguiremos si aceptamos lo que tenemos ahora. Y menos aún si lo calificamos como democrático.

Lo llaman democracia, y no lo es.

miércoles, julio 13, 2016

Partidas amañadas

Así es el juego: si no distingues al primo en la primera media hora de partida, es que el primo eres tú".
Matt Damon. “Rounders”, 1998.

Me gustó mucho la frase. Y me ha venido recientemente a la mente, pensando en otro tipo de juego.

También en esa película, su amigo Edward Norton, alias “Gusano”, prototipo de descerebrado, participa en una partida que sabía que estaba amañada, aunque no por él. Gusano hacía trampas, y pensó que podía ganar a los tramposos en su terreno.
Perdió, claro.

Cualquiera con dos dedos de frente sabe que si juegas en una partida amañada, y no la estás amañando tú, vas a perder. En esa partida, el primo, eres tú.
La única actitud sensata ante una situación así, es no jugar.
Si juegas, pierdes.



El pasado 26J, hubo una monumental timba. Las montan de vez en cuando.

¿Jugaste? ¿Sabes ya quién era el primo en esa partida?

domingo, julio 10, 2016

El Reajuste Mental Instantáneo: la bipolaridad orwelliana del votante (y V)

Un último ejemplo para terminar: el caso del votante-cigarra.

Un minuto antes de conocer los resultados electorales: seguidores de un partido indignados ante una situación de injusticia inaceptable. Los cambios no pueden esperar.
Un minuto después de conocer los resultados electorales, si su partido no ha ganado: esos mismos seguidores resignados a continuar cuatro años más en la misma o peor situación. Los cambios tendrán que esperar.

Lo que era intolerable, ha pasado a ser, de repente, tolerable por lo menos cuatro años más.

El votante-cigarra no concibe cambiar las cosas fuera de las instituciones. Sólo ve un camino: ganar las elecciones. Por ello, como las cigarras, se activa en periodo electoral, brama con todas sus fuerzas, con pasión, procrea... y después, pasada la efervescencia electoral, sea cual sea el resultado, vuelve a su estado habitual de letargo.

Ciclo vital del votante-cigarra

Si algo es importante para una persona, no espera cuatro años para empezar a trabajar en ello. Se trabaja desde ya. Se trabaja cada día.
Para el votante-cigarra, la importancia de las cosas varía radicalmente dependiendo del tempo electoral. En periodo de elecciones, se magnifican. Fuera de esos días, lo que era tan importante pasa automáticamente a la categoría de “esa triste realidad que nos ha tocado vivir y que no podemos cambiar”.

Reajuste mental instantáneo.

Conclusión

Vivimos en una continua incoherencia:

Por un lado, la versión oficial, la creencia: “tenemos democracia con sus super-importantes procesos electorales; las cosas se cambian desde las instituciones”.

Por otro lado, la realidad: oligarquía económica y una farsa electoral irrelevante cada cuatro años.

Esa divergencia absoluta entre realidad física y creencia mental produce contradicciones continuadas, las cuales hay que reparar para seguir creyendo, parcheándolas, creando un esquema mental temporal, que dura hasta que la siguiente contradicción nos lo rompe y tenemos que parchearlo de nuevo.
Para ello, damos bandazos mentales bipolares, creamos enemigos imaginarios, olvidamos la Historia -incluso la que hemos vivido nosotros-, y repetimos una y otra vez dogmas absurdos hasta convertirlos en verdades indiscutibles.

Orwell entendió perfectamente este fenómeno, llevándolo al extremo en “1984”. Un extremo en principio exagerado e irreal, pero al cual nos estamos acercando cada vez más.

A medida que aumenta el deterioro social, la divergencia entre el cuento de hadas oficial y la cruda realidad es cada vez mayor. Y ello obliga a reajustes mentales cada vez más frecuentes, cada vez más extremos.

Y así estamos. Así nos va.

Bienvenidos a “1984”.

sábado, julio 09, 2016

El Reajuste Mental Instantáneo: la bipolaridad orwelliana del votante (IV)

No voy a exponer más “cambios de enemigo”, pero en los dos siguientes casos el reajuste mental bipolar es básicamente el mismo. Diferente forma, misma esencia.
Esta situación se ha producido más de una vez en nuestra historia electoral. Incluyendo nuestra escenificación más reciente:

España. 1984-2016.

Un minuto antes de conocer los resultados electorales: seguidores de un partido con la certeza absoluta de que van a ganar las elecciones -o en su versión más suave, de que van a conseguir un resultado excelente-.

Así se lo llevan diciendo sus líderes las últimas semanas, incluso meses.
Vamos a ganar. Vamos a ganar. Vamos a ganar.

Un minuto después, han perdido.

Es difícil de aceptar que unas personas en las que habías puesto toda tu confianza, te han engañado, vendiéndote un caballo ganador, fuerte y rápido, que en realidad ha resultado ser, todo lo más, un caballo normalito, del montón. Si no un penco cojo.

Y todavía es más difícil de aceptar si quieres seguir creyendo a toda costa en el cuento de hadas. 

¡Quiero que sea un caballo ganador! - ¡Tiene que serlo! - ¡Lo es!

Así que hay que reajustar la mente. 

El líder no nos ha engañado. Seguimos creyendo en el líder. Los culpables son otros.

“¡Sabotaje! ¡Los agentes de Goldstein son los culpables!”

RESET ALL. Reajuste mental instantáneo.

Hay que buscar culpables. Es fácil. Hay mucho donde elegir.

Algunos tirarán de culpables más plausibles, como la manipulación mediática o la manipulación de las encuestas. Así, el líder, en lugar de estafador, es otra víctima, como ellos. Un líder que, cual Ave Fénix, resurgirá de sus cenizas, y superará -no se sabe cómo- las artimañas de esos que han impedido su victoria esta vez. La próxima vez, ganarán. O se autoengañarán de nuevo.

Los peores casos de ceguera fanática ni siquiera reconocerán la derrota electoral, agarrándose a cualquier excusa, como los fallos chapuceros habituales, para magnificarlos y convertirlos en el pucherazo que les ha robado la victoria segura. *

Y otros, sencillamente, echarán la culpa a cualquiera que no haya hecho lo que ellos, cualquiera que no pertenezca a su rebaño de creyentes. Abstencionistas, votantes en blanco o nulo, votantes a partidos minoritarios...

Siempre hay a mano alguien ajeno a quien culpar de los errores propios: credulidad, ignorancia, negación de la realidad.

1984. George Orwell.

¿Exageración? ¿Anacronismo?



* Nota: Pucherazo ha habido, pero ha sido el de siempre. El que está regulado en la LOREG y en la Constitución.

Lo llaman democracia, y no lo es.

jueves, julio 07, 2016

El Reajuste Mental Instantáneo: la bipolaridad orwelliana del votante (III)

Toledo. Castilla La Mancha. 2015. Medianoche del 24 al 25 de mayo.

Emiliano García Page sale a dar su discurso Post-Electoral.

El PSOE ha sacado 15 diputados. El PP 16. ¡El PSOE ha ganado! ¡Page es el próximo Presidente de CLM!

Page anuncia la “victoria” con total naturalidad. Él mismo se autonombra Presidente con su minoría de escaños, teniendo la total certeza de que puede contar, a discreción, incondicionalmente, con los dos diputados de Podemos.

Muchos de los que votaron a Podemos no lo sabían.

Pero lo asimilaron instantáneamente.



En mayo de 2011, muchos salimos a la calle. Lo teníamos claro. El enemigo era el PPSOE.

¡PP y PSOE, la misma mierda son!”

Una parte de los quinceemeros que tenían eso tan claro en 2011, apoyó a Podemos cuando este salió a escena. Votaron a Podemos en las municipales-autonómicas de 2015.
Y una parte de esos quinceemeros -los que siguieron votando y apoyando a Podemos- reajustó su mente en la medianoche del 24 al 25 de mayo de 2015. Instantáneamente.
El enemigo ya no era el PPSOE. Ahora era el PP. Ahora el PSOE era aliado -circunstancial, no fiable, con pinzas en la nariz... pero aliado al fin y al cabo-.

Y para ello, los votantes de Podemos provenientes del 15M tuvieron que olvidar que el PSOE gobernaba en España -desde 2004, 7 años ya- cuando se vieron obligados a salir a las plazas.
Los votantes castellanomanchegos de Podemos provenientes del 15M tuvieron que olvidar que el PSOE llevaba gobernando en CLM desde 1983.
Y estábamos mal. Tan mal como para tener que tomar las plazas.
El PSOE también era el enemigo. Y lo sabían.

Pero lo olvidaron. Instantáneamente. Borraron de su disco duro todos los archivos anteriores a mayo de 2011. Borraron todo aquello que les mostraba lo que era el PSOE realmente.

¡El enemigo ya no es el PPSOE! El enemigo es ahora el PP, sólo el PP. ¡Odiamos al PP! ¡Siempre hemos odiado al PP! ¡El PSOE es aliado de Podemos!

RESET ALL. Reajuste mental instantáneo. Cambio de enemigo.


¿Exageración? ¿Anacronismo?

miércoles, julio 06, 2016

El Reajuste Mental Instantáneo: la bipolaridad orwelliana del votante (II)

España. 1984-2014.
Dos enemigos irreconciliables, antagónicos y mutuamente demonizados, odiados y temidos: PP vs PSOE.
Desde hace ya algunos procesos electorales, millones de personas acuden a las urnas para votar al PSOE, no porque este partido les represente, sino por el terror que sienten ante un potencial triunfo del PP.
Igualmente, millones de personas acuden a las urnas para votar al PP aterrorizados ante un potencial triunfo del PSOE.

2014. Hace su aparición en escena Podemos.

Diciembre de 2015. Elecciones Generales. La calculadora electoral habla: las cuentas no salen.

Rajoy:
El enemigo ya no es el PSOE. ¡El enemigo es Podemos! El PSOE es un potencial aliado. Un “pacto de Estado” es necesario. ¡Hay que defender juntos nuestra Patria, Una, Grande y Libre, frente al nuevo enemigo! ¡Odiamos a Podemos! ¡Esos malvados comunistas-terroristas-iraníes-separatistas-bolivarianos y su maligno líder rojo! ¡Te odiamos, Coletas!

Cerebro de una buena parte de los millones de votantes del PP -que seguirán votando al PP en el futuro-:
Borrado instantáneo de más de treinta años de animadversión visceral contra el PSOE.
El enemigo es Podemos. Terror. Terror.
El PSOE es potencial aliado.

RESET ALL.
Reajuste mental instantáneo. Cambio de enemigo.
ACEPTAR.



P.D.1 No descartemos lo mismo también en una parte de los votantes del PSOE en unos meses, si su partido hace posible el gobierno del PP.
¡El enemigo es Podemos! ¡Podemos es peligroso! ¡Odiamos a Podemos!

P.D.2 Y sí, vale, estos reajustes mentales “instantáneos” no lo son tanto. Los propagandistas del Régimen preparan previamente a la gente para aceptar estos cambios antes de que los hagan efectivos. La manipulación mediática es continuada. 24x7. Cada día, todos los días. Como en “1984”.
Así, cuando llega el día D, el reajuste mental se produce fluidamente. La gente acepta con normalidad una situación que un tiempo antes habría considerado impensable, intolerable.





¿Exageración? ¿Anacronismo?

martes, julio 05, 2016

El Reajuste Mental Instantáneo: la bipolaridad orwelliana del votante (I)

La primera vez que leí “1984”, siendo bastante joven y, en consecuencia, ignorante, me pareció una novela muy interesante, pero tal vez en exceso anacrónica y exagerada. Sin embargo, cuanto mayor me hago, cuanto más aprendo, más certera y real me parece, y más admiro la visión y capacidad de análisis de George Orwell para identificar patrones de comportamiento psicológico de las masas y de funcionamiento de las dictaduras.

Precisamente uno de los pasajes que más exagerado me pareció entonces, lo veo hoy de la más rabiosa actualidad. Lo tengo que transcribir entero. Merece la pena releerlo una vez más sin dejarse una coma. Saboreadlo y disfrutadlo:

En el sexto día de la Semana del Odio, después de los desfiles, discursos, gritos, cánticos, banderas, películas, figuras de cera, estruendo de trompetas y tambores, arrastrar de pies cansados, rechinar de tanques, zumbido de las escuadrillas aéreas, salvas de cañonazos..., después de seis días de todo esto, cuando el gran orgasmo político llegaba a su punto culminante y el odio general contra Eurasia era ya un delirio tan exacerbado que si la multitud hubiera podido apoderarse de los dos mil prisioneros de guerra eurasiáticos que habían sido ahorcados públicamente el último día de los festejos, los habría despedazado... en ese momento precisamente se había anunciado que Oceanía no estaba en guerra con Eurasia. Oceanía luchaba ahora contra Asia Oriental. Eurasia era aliada.

Desde luego, no se reconoció que se hubiera producido ningún engañó. Sencillamente, se hizo saber del modo más repentino y en todas partes al mismo tiempo que el enemigo no era Eurasia, sino Asia Oriental. Winston tomaba parte en una manifestación que se celebraba en una de las plazas centrales de Londres en el momento del cambiazo. Era de noche y todo estaba cegadoramente iluminado con focos. En la plaza había varios millares de personas, incluyendo mil niños de las escuelas con el uniforme de los Espías. En una plataforma forrada de trapos rojos, un orador del Partido Interior, un hombre delgaducho y bajito con unos brazos desproporcionadamente largos y un cráneo grande y calvo con unos cuantos mechones sueltos atravesados sobre él, arengaba a la multitud. La pequeña figura, retorcida de odio, se agarraba al micrófono con una mano mientras que con la otra, enorme, al final de un brazo huesudo, daba zarpazos amenazadores por encima de su cabeza. Su voz, que los altavoces hacían metálica, soltaba una interminable sarta de atrocidades, matanzas en masa, deportaciones, saqueos, violaciones, torturas de prisioneros, bombardeos de poblaciones civiles, agresiones injustas, propaganda mentirosa y tratados incumplidos. Era casi imposible escucharle sin convencerse primero y luego volverse loco. A cada momento, la furia de la multitud hervía inconteniblemente y la voz del orador era ahogada por una salvaje y bestial gritería que brotaba incontrolablemente de millares de gargantas. Los chillidos más salvajes eran los de los niños de las escuelas. El discurso duraba ya unos veinte minutos cuando un mensajero subió apresuradamente a la plataforma y le entregó a aquel hombre un papelito. Él lo desenrolló y lo leyó sin dejar de hablar. Nada se alteró en su voz ni en su gesto, ni siquiera en el contenido de lo que decía. Pero, de pronto, los nombres eran diferentes. Sin necesidad de comunicárselo por palabras, una oleada de comprensión agitó a la multitud. ¡Oceanía estaba en guerra con Asia Oriental! Pero, inmediatamente, se produjo una tremenda conmoción. Las banderas, los carteles que decoraban la plaza estaban todos equivocados. Aquellos no eran los rostros del enemigo. ¡Sabotaje! ¡Los agentes de Goldstein eran los culpables! Hubo una fenomenal algarabía mientras todos se dedicaban a arrancar carteles y a romper banderas, pisoteando luego los trozos de papel y cartón roto. Los
Espías realizaron prodigios de actividad subiéndose a los tejados para cortar las bandas de tela pintada que cruzaban la calle. Pero a los dos o tres minutos se había terminado todo. El orador, que no había soltado el micrófono, seguía vociferando y dando zarpazos al aire. Al minuto siguiente, la masa volvía a gritar su odio exactamente como antes. Sólo que el objetivo había cambiado.”
1984. George Orwell.


Reajuste mental instantáneo. En cuestión de segundos, de décimas de segundo, se pasa de creer ciegamente una cosa, a creer ciegamente la contraria.

¿Exageración? ¿Anacronismo?

domingo, julio 03, 2016

¿Y ahora, qué?

Bueno, pues ya hemos votado.

Y ahora toca preguntar a quienes afirmaban que los cambios vienen de las urnas, esto es, que los cambios los tienen que sacar adelante los políticos electos desde las instituciones:

¿Y ahora, qué? ¿Cuál es el plan? ¿Qué hacemos hoy, mañana, pasado mañana, cada día de aquí hasta la próxima cita electoral?

O de otra manera:

¿Qué ocurre si ese partido que iba a poner freno a tanta injusticia, miseria y corrupción no ha ganado las elecciones? ¿Cuál es el plan B?
Porque habrá un plan B... ¿no?

Son preguntas retóricas, claro.

No hay ningún plan B.

La propuesta de “acción” de todos esos pregoneros del voto partidista es, de aquí a los próximos cuatro años -posiblemente menos-, quejarse amargamente en la barra de algún bar de lo malo que es el PP y sus socios necesarios para el actual gobierno naciente. Cada día. Todos los días.
O también quejarse en Internet, ojo. Replicar comentarios en los foros y en las redes sociales criticando al PP&Cía.

Y esperar.

Esperar a que suene la flauta la próxima vez.
O la siguiente.
O la siguiente.
Y esperar a que, si suena la flauta, el partido-que-todo-lo-va-a-arreglar no incumpla sus promesas -como hacen siempre-.
Y si las incumple, pues esperaremos más. A otro partido.
Y a otro más.
Y... bueno, después de esperar lo suficiente, estaremos muertos, así que ya dará igual. Y serán otras generaciones las que sigan tirando de la noria electoral. Hasta que la cosa reviente.

Gran propuesta.
Al menos, cómodo sí que es. Para algunos. Sólo hay que esperar.

Que bueno, no todos se quedan en sólo-votar-y-después-llorar. Algunos dicen que hay que seguir luchando.
Desde los partidos, también lo dirán. Participando en alguna reivindicación, algún acto de protesta, alguna manifestación, tal vez. Alguna huelga de un día. Cosa de poco, que no moleste en demasía al Poder establecido.
Y siempre, eso sí, con las pancartas y distintivos del partido de turno. Eso es lo principal.
No el derecho o la libertad que se reivindica. Eso es secundario.
Lo principal es hacer proselitismo del partido. Que se vea bien quien convoca. Hay que mejorar los resultados electorales.

Hacer proselitismo del partido, y esperar. Mola, ¿a que sí?



P.D.

Quien realmente quiere hacer algo, no espera cuatro años. Lo hace.
O al menos, lo intenta. Hoy, mañana, pasado mañana.

El día de cambiar las cosas no era el 26J.

El día es hoy, y el momento, ahora.

jueves, junio 23, 2016

Mi voto estas generales


Mi voto en estas generales. Mi denuncia.

Que no llegará a nadie, porque este voto va a ser declarado nulo, y constará como tal, sin que, al contrario de lo que ocurre con los votos a los partidos, mi posición se traslade claramente a los demás ciudadanos.
Así que lo tengo que hacer público aquí.

Lo llaman democracia, y no lo es.

En cualquier caso, votando nulo, o votando en blanco, e incluso absteniéndose, algo llega. Muy poco, sí. Demasiado poco.

Estaría bien que pudiéramos contar con un medio para que esta denuncia no pudiera ser acallada casi totalmente en las urnas. Para que pudiera ser visible ese día también. En un lugar y en un momento donde es fundamental que se haga visible, lo más posible, esta realidad. Allá donde el Régimen más necesita ocultarla. Directamente en la propia representación de la farsa electoral.

Podríamos tener ese medio. Si así lo quisiéramos los suficientes.
Requeriría un poquito de trabajo.
No mucho, una pizca. Muy asumible.

Si estás dispuesto a hacer ese pequeño esfuerzo para futuras elecciones: pincha aquí.

Un último artículo sobre Podemos

En realidad ya no me queda nada que escribir sobre Podemos. Pienso que he dicho ya todo lo que era necesario decir. Sin embargo, me ha parecido muy conveniente añadir una última cosa: el comentario de una persona que conoce muy bien a Podemos, así como la realidad política, en España, y fuera de España. Una persona que sabe muy bien de lo que habla.

A ver si, por sus palabras, averiguáis quién es. Para los malpensados: no soy yo.

Hablamos de democracia.

No se trata de que ningún partido venga a convertirse en una suerte de farsante de feria, que diga: ¡señora, vóteme que yo le voy a solucionar los problemas a usted!
La democracia no funciona así.

La democracia funciona cuando el poder lo tiene la gente.

La democracia es lo que vimos en Gamonal, donde mandaba un constructor que tenía en sus manos al alcalde, y los vecinos dicen, no, no, no, vamos a organizarnos y a defender lo que es de todos.
La democracia son los barrenderos de Madrid.
La democracia son las gentes de la Marea Blanca, que han conseguido echar a Lasquetty.”

¿La solución es que la gente vote a formaciones políticas nuevas? Claro que no. Eso sería una estafa.

Lo fundamental es que la gente se organice. En los barrios, en los pueblos, en las ciudades. Que la gente comprenda que la democracia no puede ser una concepción mínima que implique depositar un papelito cada cuatro años en una urna. Que la democracia se practica todos los días.

Que desde que los griegos separaron los términos de demos y cratós que decían que el Poder debe estar en manos del Pueblo, para oponerse a la monarquía, el gobierno de uno, y a la oligarquía, el gobierno de un grupo, la democracia es ese movimiento expropiatorio que sirve para decir, si el Poder está en manos de una minoría, hay que quitarles ese Poder y repartirlo entre la mayoría, entre los ciudadanos. Y eso va mucho más allá de los partidos y va mucho más allá de votar porque, digamos, ese juego ya lo conocemos, en ese juego ya están todas las cartas repartidas.

Que claro que se puede. Con voluntad política. Pero no porque vaya a venir ningún líder ni ningún salvador, claro que no, sino porque la gente tome conciencia de que si no haces política, te la hacen otros.“



Está claro, ¿no? El Podemos actual. El Podemos de ¡Señora, vóteme que le voy a traer la sonrisa! El Podemos de la niña de Rajoy, ahora una adulta y supercualificada bióloga molecular exiliada en Londres -mismos medios, mismas tácticas, mismos fines-. El Podemos que ha tardado cero coma en volver a la vieja política, la de la manipulación emocional más ruin y maquiavélica, aunque también, reconozcámoslo, brillante y eficaz.

En fin, lo dicho. No tengo nada más que añadir. El que quiera entender, que entienda y se mueva. Y el que quiera creer, que crea y vote para que otros le hagan la política.

Y bueno, ya habréis adivinado de quien se trata, ¿no? Por si no es así, ahí va el audio. Por la voz, imposible no reconocerl@.

Y aquí, la entrevista completa de donde he entresacado estas palabras (a partir del minuto 12).

Que disfrutéis de la farsa electoral.