domingo, julio 12, 2015

Propuesta Completa de un Modelo Local de Participación Ciudadana


A continuación expongo una propuesta de un modelo de participación ciudadana a nivel local para un municipio como Ciudad Real.

Está pensado teniendo en cuenta las circunstancias locales, esto es, principalmente, la escasa praxis participativa de los vecinos y la escasa cultura participativa que hace que la demanda de participación ciudadana directa sea todavía minoritaria.

También tiene en cuenta otras experiencias de participación de las que he tenido conocimiento, tanto en el municipio de Ciudad Real, como en otros, que han sido, todas ellas, un completo fracaso.

Estas circunstancias imponen limitaciones, necesarias hasta que los vecinos de Ciudad Real adquieran suficiente experiencia participativa y madurez política para superarlas y adoptar modelos más ambiciosos en cuanto al nivel de participación.

Por último, también se contempla la poca voluntad de los gobiernos locales de poner en marcha Sistemas realmente participativos, por lo que en esta propuesta hay requisitos imprescindibles para garantizar, en lo posible, que el sistema de participación ciudadana no sea otro paripé más para dotar de un disfraz de legitimidad democrática las decisiones del gobierno local de turno.

Esquema de Modelo Local de Participación Ciudadana
1) Toma de decisiones: Referéndum generales.

Posiblemente el referéndum es el mecanismo más básico de participación ciudadana. Pero para que funcione hay que hacer las cosas bien, porque no todos los referéndum son democráticos ni útiles para la ciudadanía.
Propongo que la forma principal de toma de decisiones sean referéndum periódicos, que deberán cumplir estos requisitos:

1. Serán vinculantes. Lo que los ciudadanos decidan, se hace.

2. Periodicidad anual, para permitir a todos los vecinos ir entrando, poco a poco, sin grandes exigencias, en la dinámica participativa.

3. Contendrán múltiples cuestiones, en general, por simplicidad, a responder “SI” o “NO”.

4. La fecha para celebrarlos será poco antes de la elaboración de los presupuestos, puesto que las decisiones de los ciudadanos configurarán en gran medida dónde se destinarán los recursos económicos municipales.

5. Deben llevar asociado, de antemano, un presupuesto participativo, exclusivo para las decisiones que se tomen en los referéndum.
Podría comenzarse con un 5% del presupuesto total municipal, a repartir entre barrios y asambleas sectoriales, e ir incrementando un 5% anual, hasta llegar, con el tiempo, a la situación ideal: cubrir la totalidad del presupuesto municipal de forma participativa.

6. Incluirán también preguntas no vinculadas necesariamente a partidas presupuestarias, por ejemplo, normativa local, posicionamiento del municipio ante determinados asuntos, revocatorio de algún cargo que no esté haciendo bien su trabajo, etc.

7. Las cuestiones las podrán proponer alcaldía y concejales libremente, pero también los ciudadanos.
Para evitar un uso irresponsable, cada propuesta ciudadana deberá ir respaldada por un pequeño número de firmas, 100 a lo sumo. No más, porque la cuestión no es poner trabas imposibles a una participación ciudadana ya de por sí especialmente difícil en municipios como el nuestro.
Y por supuesto, el ayuntamiento contribuirá colaborando en la recogida de firmas, habilitando puntos permanentes para ello (si es posible, también virtuales), durante tiempo suficiente (mínimo un mes).
Todas las propuestas, tanto las que han conseguido las firmas como las que están en ello, deberán estar publicadas en un sitio bien accesible tanto en la web municipal como en el lugar o lugares físicos de recogida de firmas.

8. Podría ocurrir fácilmente que los vecinos validaran propuestas que requirieran de más recursos económicos de los disponibles. En tal caso, las propuestas se cubrirían por orden, de mayor a menor apoyo ciudadano (votos a favor menos votos en contra). Así, habrá propuestas aprobadas en el referéndum que no puedan ejecutarse por falta de fondos, pero la decisión de cuales descartar la tomarían los ciudadanos en el referéndum, no los políticos (cuya misión, en democracia, no es decidir qué hacer, sino ejecutar la voluntad de los ciudadanos).


2) Toma de decisiones a nivel de barrio: Referéndum barriales.

Las cuestiones no generales, que afecten a los barrios individualmente, se decidirán en referéndum a nivel de barrio. Deberán cumplir los mismos requisitos que los referéndum generales.


3) Gestión, supervisión, control ciudadano: Asambleas de barrio y sectoriales.

Las asambleas servirán, sobre todo, para supervisar y controlar que el ayuntamiento cumple con la voluntad de los vecinos expresada en los referéndum, tanto en los barriales como en los generales.
Y, si así se decide, también podrá servir para ejecutar esa voluntad, por ejemplo, haciéndose cargo del presupuesto asignado y gestionando la realización de los proyectos elegidos.

Esto es, las asambleas serían una especie de órgano gubernativo, pero a nivel de barrio o de sector (”Medio Ambiente”, “Urbanismo”, “Cultura”, etc.).

¿Qué requisitos tienen que cumplirse para que las asambleas hagan este trabajo?

1. Deben ser soberanas en el ámbito de sus competencias, esto es, el gobierno municipal no puede tener potestad para aprobar o rechazar las decisiones y actos de estas asambleas. Tampoco para decidir quiénes pueden o no formar parte de ellas o qué modelo organizativo deben utilizar.

2. Deben contar con personal funcionario asignado dependiente de ellas mismas, exactamente el mismo personal que sería necesario de todas formas pero que en alternativamente dependería jerárquicamente del gobierno municipal.

3. Deben contar con un espacio propio permanente -y suficiente- para cubrir sus necesidades.

3.1. Incluyendo los espacios necesarios en la web municipal, tanto para emitir información directamente como para interaccionar virtualmente con los vecinos. Máximas transparencia y participación.

4. Su modelo organizativo (Estatutos), decidido por ellas mismas y no por el gobierno municipal, deberá ser aprobado en referéndum en el propio barrio.

5. Y, naturalmente, deben funcionar de forma democrática. Para ello:

5.1. Las integrarán ciudadanos a título individual: ni asociaciones, ni partidos.
Esto es, participación ciudadana directa frente al modelo representativo que es precisamente el que está fallando.
Presuntos representantes ya hay en el Pleno. En las asambleas, ciudadanos.
Sin embargo, se esperará de los miembros de las asambleas que actúen teniendo en cuenta los intereses colectivos (de TODOS los vecinos del municipio o del barrio).

5. 2. Los miembros de las asambleas se escogerán por sorteo entre los voluntarios que se presenten: si siempre ocupan los puestos los mismos, la participación no es ciudadana; es de los de siempre.
Mientras haya voluntarios de sobra, nadie podrá repetir presencia en una asamblea, sea la misma o distinta, sea sectorial o de barrio.
Sólo en caso de falta de voluntarios podrían repetir presencia las mismas personas, pero siempre teniendo en cuenta que los que hayan integrado menos asambleas tendrían prioridad sobre los que hayan integrado más. El sorteo resolvería los empates.

5.3. El número de miembros de la asamblea estará limitado: por sugerir unas cifras orientativas, entre 10 y 20 personas.
Menos aumenta el riesgo de actuaciones interesadas (es más fácil corromperse). Más, de ineficiencia.
Naturalmente, todas las sesiones serán abiertas, pero el número de miembros “currantes” de la asamblea debe ser limitado.

5.4. Habrá una elevada rotación: como máximo cada 6 meses se renovarán completamente sus miembros. La participación debe alcanzar al mayor número de vecinos posible.

5.5. Habrá una retribución económica para los miembros de las asambleas, en reconocimiento al trabajo que estos van a realizar para la comunidad.
Esta retribución será modesta (no se entra en política para ganar dinero): se podrían asignar 200 € mensuales a cada miembro (asumiendo 10 horas semanales de servicio a la comunidad, son 5 €/hora, 4 veces menos que lo que cobra uno de nuestros actuales concejales).
Esto es, una asamblea de, por ejemplo, 15 miembros, costaría 3.000 € al mes, menos que uno de los concejales liberados. Y sacaría mucho más trabajo (150 horas semanales frente a 40).

5.6. Las decisiones se tomarán, siempre que sea posible -y debería serlo la gran mayoría de las veces-, por consenso, por lo que siempre deberán estar justificadas y argumentadas. Excepcionalmente, cuando el consenso no sea alcanzable, se recurrirá a la votación por mayoría simple.

5.7. Todas las decisiones tomadas podrán ser revertidas por asambleas posteriores: esto es, nada de esas aberraciones antidemocráticas de contratos de 25 años con indemnización por cancelación.

5.8. Se habilitará un sistema de revocación conjunta de la asamblea: si al menos un tercio del total de miembros establecido para la asamblea así lo solicita, la asamblea se disolverá y renovará completamente.
Para todos los miembros salientes, hayan estado un día o 5 meses, constará como si hubieran completado un mandato completo, a la hora de volver a plantear su presencia en esta u otra asamblea del municipio.

El motivo de este revocatorio por la minoría es protegernos de un funcionamiento normal basado en “asambleas tóxicas” que por sistema toman decisiones por mayorías simples ajustadas, esto es, sin buscar el consenso -ni, en consecuencia, el interés común-.
Así, si un tercio de los miembros es ignorado sistemáticamente, estos pueden unilateralmente disolver la asamblea, perdiendo ellos mismos su puesto.
Igualmente pueden actuar si, ante una decisión especialmente importante, la asamblea intenta tomarla sin suficiente consenso.
Nadie garantiza que la siguiente asamblea salga mejor... pero, al menos, serán otras personas distintas las que estén ahí.

Para evitar un sabotaje -partidista- deliberado utilizando esta opción, se inhabilitará para la cuarta asamblea si ha habido tres revocaciones consecutivas.

Esta opción “de seguridad” no sería necesaria con una ciudadanía solidaria y madura políticamente, pero hasta que llegue ese momento hay que actuar de acuerdo a nuestra realidad.




ANEXO: ¿Por qué los requisitos de limitación de número de miembros, sorteo y elevada rotación?

Si utilizamos asambleas con número ilimitado de miembros, la experiencia nos dice que van a ocurrir cosas como estas:

- Una vez establecidas las normas de funcionamiento, a la primera sesión podría acudir muchísima gente. Todos querrán hablar, todos querrán proponer, y no habrá tiempo para ello. Casi ninguno se habrá mirado el orden del día ni las normas de funcionamiento, con lo que los incumplimientos serán constantes, junto a las interrupciones, las protestas, etc. La gente saldrá cabreada y no volverá más.

- También podría ocurrir que, a las primeras sesiones, acuda mucha gente, pero que vayan perdiendo el interés (al ver el caos y la ineficiencia, o simplemente porque sobra gente para realizar las tareas) y cada vez acudirán menos, hasta que al final queden cuatro que serán los que acaben yendo siempre, con lo cual se perderá la participación ciudadana, que es precisamente lo que se busca.

- La gente acudirá únicamente a las asambleas a ver “qué hay de lo mío”, esto es, interesadas por algún asunto particular que se trata en ellas. Esto fomenta la participación egoísta, basada en intereses particulares, que es también otra de las malas praxis que nos han llevado a esta situación que estamos viviendo. De lo que se trata es de educar en la participación cooperativa, donde se trabaja por los intereses colectivos, esto es, para el bienestar de TODOS los vecinos.

- Especialmente, partidos políticos, sindicatos, u organizaciones similares, movilizarán sus recursos (humanos y económicos) para tratar de conseguir las mayorías en las asambleas y controlarlas en beneficio propio o, en caso de no poder, sabotearlas.

- Al ser algo abierto, “de gratis”, que parece que se puede participar con sólo desearlo, habrá gente que acuda sin preparación, sin informarse de lo que se va a tratar, y en consecuencia, participará (opinará y votará) irresponsablemente, sin conocimiento suficiente. Y se tomarán malas decisiones.

- Además, estas personas no preparadas ni informadas son fácilmente manipulables por otras con altas habilidades sociales u oratorias (especialmente pertenecientes a partidos políticos), lo que de nuevo llevará a tomar malas decisiones y a que las asambleas caigan bajo control de unos pocos sujetos.

En definitiva, que en las asambleas necesitamos personas comprometidas, honestas, que trabajen por el interés colectivo, bien preparadas e informadas tanto sobre los asuntos a tratar como sobre el funcionamiento de la propia asamblea.
Es decir, participación ciudadana responsable y de calidad.
Conseguir eso en asambleas abiertas es, a día de hoy, absolutamente imposible. Y no sólo en Ciudad Real, en casi toda España. La ciudadanía debe educarse en la participación. Y eso lleva tiempo.

En definitiva, el sistema propuesto de limitación de número, sorteo y elevada rotación nos permite aumentar las posibilidades de conseguir esa participación de calidad, que la gente vaya aprendiendo a utilizar responsablemente la democracia, a la vez que conseguimos maximizar el número de personas que participan directamente en el mayor grado posible. 

¿Cómo lo logramos?

La limitación de número de miembros:
- Permite funcionar más eficaz y eficientemente que en una asamblea multitudinaria.
- Otorga importancia al puesto de miembro de la asamblea: sólo unos pocos pueden acceder a esa responsabilidad en cada momento.
Así se enfatiza que participar en las asambleas no es algo baladí, es un servicio importante para la comunidad que hay que desempeñar responsablemente.

El sorteo:
- Nos iguala a todos: abre las asambleas a todos los ciudadanos por igual, sin discriminar ni favorecer a nadie.
Como siempre debe ocurrir en una democracia.

El sorteo y la rotación elevada:
- Reducen el riesgo de que personas hábiles socialmente y/o respaldadas por unas siglas u organizaciones acaparen el poder en las asambleas para beneficio propio o de esas organizaciones.
- Posibilitan que una gran mayoría de vecinos asuman la responsabilidad de ser miembro de una asamblea, al menos, en una ocasión. Esto es, las responsabilidades públicas, se comparten entre todos.
- Permiten que todos asuman que si se toman decisiones interesadas, estas pueden ser anuladas rápidamente por la siguiente asamblea (donde habrá otras personas distintas, escogidas aleatoriamente), con lo que es más difícil que sea rentable participar en las asambleas para beneficiarse personalmente: eso aumentará la probabilidad de que los voluntarios que se presenten lo hagan teniendo en mente el interés colectivo antes que el propio, e igualmente, de que los miembros de las asambleas sean personas honestas.





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