jueves, septiembre 11, 2014

Y entonces, ¿qué es la democracia?

He utilizado un cuentecillo para desmentir ese dogma tan asumido de que “democracia es la dictadura de la mayoría”. Pero, ¿qué es entonces la democracia? ¿Cómo es un Sistema político democrático? ¿Cómo funciona una organización o comunidad realmente democrática?
Para intentar responder a esas preguntas, voy a proponer otro relato donde se describe una democracia utópica, ideal. Aunque no es trasladable tal cual a la vida real, sí nos puede servir para tratar de encontrar las características esenciales de una democracia, y para luego extrapolarlas a una situación real.

Una democracia ideal

Tres amigos de toda la vida, Marta, Luís y Juan, han decidido compartir piso durante sus estudios universitarios. Los tres se respetan enormemente y, pese a su juventud, son personas de gran cultura política, aficionados a leer y debatir, y poseen una fe inquebrantable en la democracia.
Entre ellos se dan las condiciones ideales para que su vida común funcione bajo los parámetros de una democracia casi perfecta.

Para empezar, los tres se reparten igualitariamente las tareas del hogar, según estas normas:
- Le toca una semana cada uno la limpieza de los baños y las restantes zonas comunes.
- La basura la sacará cada día uno.
- La compra común la hará cada vez uno.
- Cuando coincidan los tres en la comida o cena, uno cocina, otro lava los platos, y otro barre y limpia la mesa, rotando de tarea cada vez.
- La ropa se la lava y plancha cada uno por su cuenta.
- El dormitorio individual es terreno privado, y cada uno hace ahí libre y soberanamente lo que quiere, siempre que respete unas normas mínimas de urbanidad y convivencia para no molestar a los demás (ruidos y limpieza).
A veces, cuando lo necesiten y haya acuerdo entre ellos, se intercambiarán tareas.
Dada la amistad y el respeto que se profesan, los tres saben que los demás cumplirán con sus obligaciones, y por ello todos se esfuerzan en cumplir con las propias adecuadamente, sin escaquearse ni hacer su trabajo de mala manera.

Los tres son aficionados a hacer reuniones de amigos, para lo cual, en ocasiones, decidieron utilizar el piso. Sin embargo, pronto surgió un problema: Luís y Juan coincidían en horario y plan de estudios, pero Marta no. Cierto día los chicos tenían intención de invitar a sus compañeros a una fiestecilla en el piso para celebrar el inicio de su vida universitaria, pero Marta tenía examen al día siguiente.
Lo resolvieron fácilmente: en lugar de imponer su mayoría de 2 contra 1, los chicos decidieron, conjuntamente con Marta, que las actividades en el piso sólo se celebrarían si los tres estaban de acuerdo en ello. Y pospusieron su fiesta para otro día.

Otro pequeño escollo que tuvieron que superar tuvo que ver con el uso de otro recurso común, una televisión de gran tamaño que había en el piso: a Marta le gusta relajarse de vez en cuando con una película romántica por las noches, mientras que Luís y Juan son fanáticos de los deportes. Y en época de temporada futbolística, eso significa partido día sí y día también… de nuevo, en lugar de imponer su mayoría de 2 contra 1, los chicos decidieron, conjuntamente con Marta, repartirse cada semana, cíclicamente, el “poder” de decidir lo que se veía en la televisión. Para decidir el orden en el que se repartirían las semanas, recurrieron al sorteo. Salió primero Juan, luego Marta y finalmente Luís.
Así, al menos una semana de cada tres Marta podía ver sus películas.
Y pronto aprendieron que era rentable para todos “negociar” e intercambiar “poder de decisión”, de tal manera que a veces los chicos podían renunciar a un partido de menor interés en una de sus semanas para poder disfrutar de un partido de Champions la semana de Marta. Y siempre, siempre, de mutuo acuerdo.

Y así, fueron felices, concluyeron sus estudios con éxito, y acabaron en el paro como otros muchos conciudadanos altamente cualificados.
 

Fin.

Y ahora, ¿por qué se caracteriza esta democracia ideal?

sábado, septiembre 06, 2014

Como cambiar la partitocracia por una democracia real

Ya he analizado, de varias formas, el porqué no es posible cambiar el Sistema “desde dentro”, con un partido político. Pero hasta hoy me ha faltado exponer claramente una propuesta de la vía alternativa para hacer la revolución, esto es, para acabar con nuestro demencial Régimen político partitocrático y construir una auténtica democracia.

Ahí va, en un esquema:




1. Construcción de alternativas:

Si queremos algo diferente a lo que tenemos, hay que definirlo e irlo construyendo cuanto antes. Si es posible, desde ya. Porque si no tenemos alternativas que proponer, tiene poco sentido que hablemos de revolución, de cambios. ¿De qué cambios y de qué revolución estamos hablando?

No basta con exigir que no haya pobreza, paro, desigualdades, corrupción… hay que construir un modelo de sociedad donde todas esas lacras estén erradicadas.
En nuestra sociedad, no lo están ni lo van a estar nunca, porque van unidas al modelo. Vienen de serie.

Así que, si tenemos propuestas, si tenemos alternativas, tenemos que estar, en lo posible, trabajando ya sobre ellas. Construyéndolas.


2. Presión ciudadana en la calle:

Si nuestro Sistema político fuera otro, si viviéramos en una auténtica democracia, podríamos recurrir a la vía política para solucionar nuestros problemas, para transformar la sociedad.
No es nuestro caso.

También podría bastar con que aquellos que queremos una sociedad diferente, simplemente, la construyamos.
Por desgracia, muy probablemente, eso no va a funcionar.

Vivimos en un Régimen tiránico, invasor, opresor, que puede permitir, a regañadientes, pequeñas iniciativas alternativas, pero que no permitirá un cambio a nivel global de un sector muy importante de la población.
Tocará pelear, queramos o no, por lo que queremos. Por nuestros derechos.

Gamonal, los barrenderos de Madrid, la PAH, han mostrado que es posible ganar al Régimen pequeñas batallas colectivas. 
Y nos han mostrado cómo hacerlo.
Hay que hacer lo mismo, a nivel global.


3. Deslegitimación del Régimen en las urnas:

Nuestro actual Régimen no es democrático. En consecuencia, tampoco lo son los procesos electorales. Sin embargo, las urnas son la fuente de legitimación democrática del Régimen.

Con esa legitimidad, el Régimen puede hacer prácticamente todo lo que quiera. Puede vulnerar nuestros derechos, oprimirnos, reprimirnos, censurarnos, dar rienda suelta a la corrupción… casi con total impunidad. Casi con total libertad.
En cambio, a un Régimen cuya legitimidad esté cuestionada, le será más difícil pisotearnos si quiere mantener el disfraz de Régimen democrático.

Por nuestra parte, nosotros, el pueblo, con esa legitimidad, podemos pelear por nuestros derechos utilizando toda la fuerza moral de la que puede disponer una ciudadanía que se rebela contra una dictadura.
Pero, sin esa legitimidad, sólo somos antisistema luchando contra un régimen “democrático”. Así, ya hemos perdido.

Tenemos que quitarles, o, al menos, reducir, esa falsa legitimidad democrática que les dan las urnas.


4. Conclusión:

Estas tres vías de hacer la revolución son necesarias, imprescindibles. Si falla una, no alcanzaremos el objetivo.

Sin alternativas que proponer, no tenemos con qué reemplazar al actual Sistema.
Sin presión ciudadana, el Poder no tendrá motivos para ceder.
Sin deslegitimación en las urnas, el Poder no cederá ante la presión ciudadana, porque tiene unos procesos electorales, aceptados como democráticos por millones de votantes, para legitimar sus actos.


5. Objetivo:

Hacer tabla rasa, empezar de cero, y que los propios ciudadanos, los únicos que podemos hacerlo, desde abajo, construyamos una democracia. Partiendo de una nueva Constitución elaborada, directamente, por el Pueblo.





Los principios en los que se basa esta estrategia, en breve


Empoderamiento ciudadano

Elemental, ¿no?
Somos los ciudadanos los que tenemos que cambiar las cosas. Y para eso necesitamos Poder.

Democracia

Todo medio utilizado lleva en sí el germen de lo que será el fin u objetivo a conseguir, de modo que nunca con un medio no democrático puede obtenerse un resultado democrático.


No-violencia

La vía de la violencia nunca acaba en democracia. En un conflicto violento, siempre ganarán los violentos, nunca los demócratas.

Respeto

Hace falta mucho respeto hacia los demás como para reconocerles el derecho a gobernar en la misma medida que a un@ mism@.
El respeto hacia los demás es uno de los fundamentos de la democracia.

Y obviamente es vital si lo que pretendemos es una sociedad donde se respeten los derechos de todos.

Eficacia

Actuar por actuar, sólo porque hay que hacerlo, pero sin conseguir resultados, produce desgaste y nos debilita. Y no podemos permitírnoslo: no somos tantos luchando ni tenemos tanta fuerza.

Tenemos que ser eficaces.

Todas las acciones que ejecutemos para luchar contra el Sistema deben producir algún efecto positivo. Si algo no va a dar resultados, es mejor reservar fuerzas para hacer otra cosa.

Persistencia

Hay acciones que sólo son eficaces si somos persistentes. Si las llevamos hasta el final.
Si no estamos dispuest@s a mantenerlas hasta que produzcan resultados, y encima van a producir desgaste, es mejor no llevarlas a cabo.

Por ejemplo, las huelgas esporádicas de un día son inútiles, absurdas, ineficaces. Nos debilitan.
Una huelga, para que funcione, debe ser indefinida. Debe mantenerse hasta que el Poder ceda. Cueste lo que cueste.
Los basureros de Madrid, y otros antes que ellos, nos mostraron cómo hacerlo.


Unidad

NO es esa unidad de la España “una, grande y libre”.

Es la unión de fuerzas del 99% contra el 1%. Del Pueblo contra los poderosos.

Y también es la respuesta unitaria de la ciudadanía en las urnas, rechazando el actual Régimen partitocrático.

La unión hace la fuerza.

Sin líderes

El liderazgo es la antítesis de la democracia. Verticalidad frente a horizontalidad. Poder para unos pocos frente a poder para todos.

Además, los liderazgos nos hacen vulnerables. Una revolución con líderes visibles es una revolución que puede ser descabezada, y apagada, fácilmente, neutralizando a los líderes.
Un líder revolucionario se convierte en un político profesional con una facilidad asombrosa.

Sin banderas

La unión no va a ser posible bajo las banderas de determinadas organizaciones, algunas o muchas de las cuales son consideradas culpables o cómplices del actual Régimen.
El que antepone, o equipara, la promoción de su organización a los derechos humanos y la democracia, no quiere lo mismo que nosotros.

Si estamos luchando por los derechos humanos y la democracia, otras banderas, la camiseta del partido, la chapa en la solapa, etc., sobran. También la de nuestra nación, o nacionalidad. Incluso la de la república.

Somos seres humanos luchando por nuestros derechos. Bajo esa “bandera”, y sólo esa, la unión es posible.
Las demás banderas no ayudan: tan sólo dividen.

Autosuficiencia

Los ciudadanos tenemos que empezar a valernos por nosotros mismos. A no ser tan dependientes de gobiernos y multinacionales.
Mientras seamos dependientes de ellos, no podremos emanciparnos. Tendremos que hacer lo que nos digan. Lo que nos dejen.

Una observación: si alguna vez llegamos a plantear una huelga general indefinida, se interrumpirá la llegada de alimentos, gasolina, medicamentos, etc., desde el exterior. Tendremos que valernos por nosotros mismos. Abastecernos localmente, de nuestro entorno, al menos, de alimentos y agua.
No podremos conseguir eso si no somos autosuficientes localmente.


Sostenibilidad

Nuestro modo de vida debe ser sostenible. Debe ser válido para nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos... no tenemos derecho a vivir por encima de nuestras posibilidades y dejar el Planeta arrasado para los que vengan después.

Decrecimiento

Nuestro Sistema económico necesita, para no colapsar, de un crecimiento continuo. Lo cual no es sostenible, porque nada puede crecer eternamente sin colapsar. Todo tiene límites.

Por ejemplo, los humanos no crecemos infinitamente. Alcanzamos un tamaño y nos quedamos ahí. Si creciéramos indefinidamente, acabaríamos por morir de inanición porque no encontraríamos alimentos suficientes.
También en los humanos, las células que crecen incontroladamente son una enfermedad mortal: el cáncer.
Una población tampoco puede crecer infinitamente, porque agota los recursos de su ecosistema, y tras ello, se produce la extinción en masa.
Etc.


Nuestros líderes políticos no se cansan de repetir que hay que crecer. Que el crecimiento es la solución.
Pero no lo es. El crecimiento no es la solución: es el problema.

El decrecimiento propone decrecer de forma controlada, antes de que llegue el colapso producido por el crecimiento.

Dejamos aquí un vídeo para ampliar información sobre este principio.

Municipalismo

Si la toma de decisiones está lejos de los ciudadanos (por ejemplo, en Bruselas), estos pierden el control. En la práctica, no tienen poder real. La democracia no existe.

Para que la democracia tenga sentido la toma de decisiones debe realizarse cerca de los ciudadanos. En un lugar donde estos puedan controlarla.

Esto es, en su propio municipio.
En una democracia, la mayor parte de las decisiones se deben tomar a nivel municipal. Todas las que sea posible.