lunes, marzo 31, 2008

Paradojas de las oposiciones de enseñanza

¿Conocen a alguno de esos profesores que lleva 20 años opositando, 20 años suspendiendo las oposiciones, y sin embargo no ha dejado de dar clase en la escuela pública?
Son los llamados profesores interinos, profesores que desempeñan su labor pero sin tener su plaza fija de funcionario. Hay una buena cantidad de ellos en los institutos y colegios de Castilla-La Mancha.
Aunque no aprueban las oposiciones, como, por algún oscuro motivo, hay una considerable cantidad de plazas de profesores sin cubrir, la administración educativa ordena a los aspirantes que no han aprobado las oposiciones en bolsas, y los va llamando para cubrir esas plazas. En esas bolsas la experiencia otorga una mejor posición, por lo que los aspirantes que llevan tiempo dando clase son escogidos todos los años para cubrir las plazas, y por ello no dejan de trabajar en las aulas, pese a no superar jamás el proceso selectivo.
Lo que a mí me llama la atención de todo esto es un detalle, aparentemente inexplicable: tenemos una considerable cantidad de profesores en nuestros institutos que llevan 5, 10, 15 ó 20 años educando a los chavales, y que, cuando se presentan a las oposiciones, las suspenden.
¿No es algo, cuanto menos, extraño?

Los procesos selectivos deben servir, en teoría, para seleccionar a los candidatos con mayor mérito y capacidad (art. 103.3 de la Constitución Española). Un educador, por lógica, va ganando mérito y capacidad con la experiencia. Si esos profesores interinos son mínimamente aptos para el trabajo que realizan, con un poco de experiencia deberían aprobar fácilmente las oposiciones.
Sin embargo, no las aprueban.

Otro detalle curioso: en algunos tribunales de oposiciones, toca actuar de jueces a profesores con únicamente dos años de docencia, ya que obtuvieron su plaza en la anterior oposición (en Castilla-La Mancha son cada dos años), sin tener experiencia previa. Ya es difícil de entender que esos profesores juzguen a candidatos con mucha más experiencia educativa que ellos, pero... ¡encima les suspenden! Un profesor con dos años de experiencia... ¡suspendiendo a uno que lleva 20 años dando clase!
¿Tiene eso sentido?

Más paradojas: si las oposiciones juzgan adecuadamente el mérito y capacidad de los candidatos a profesores, entonces esos candidatos que suspenden, oposición tras oposición, y que llevan varios intentos fallidos a sus espaldas... ¡deben ser unos auténticos incompetentes! Y si esto es así... ¿cómo es que la administración educativa les sigue llamando para dar clase, todos los años? ¿Es que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha está permitiendo deliberadamente que unos reconocidos ineptos se ocupen de la educación de nuestros hijos?

En fin, todas estas paradojas tienen su explicación. En realidad es muy sencilla. Las oposiciones deberían servir para seleccionar a los candidatos de mayor mérito y capacidad para el trabajo que van a realizar. Pero no cumplen con esa función. Las oposiciones son un filtro, pero no hacen una selección por mérito y capacidad para la docencia, sino por otros factores, que ahora no vienen al caso.
Y así, en nuestro sistema educativo hay buenos docentes, pero también los hay malos, muy malos, con su oposición aprobada y su plaza fija. El mérito y capacidad que han demostrado ha sido para pasar una prueba concreta, prueba que no mide, en absoluto, el mérito y capacidad necesarios para ser un buen docente.

Después de muchos años de este despropósito, las autoridades educativas de la Junta, por fin, han decidido actuar. La solución que han encontrado no es algo novedoso en el acceso a la función pública: ponérselo fácil a los profesores interinos en las oposiciones. Dar puntos por antigüedad, incluso hacerles pruebas diferentes, para que aprueben, sí o sí, una buena cantidad de ellos. Lo hicieron el año pasado en las oposiciones de primaria y parece que lo van a hacer este año en las de secundaria y formación profesional.
Pero, claro, así no se soluciona gran cosa. Habrá buenos profesores interinos que van a obtener, al fin, su plaza fija, pero... también la obtendrán los malos, ya que el “bonus” se les otorga por ser interinos, no por su buen hacer como educadores.
Por lo demás, las oposiciones, en lo esencial, no han cambiado, por lo que seguirán sin servir para seleccionar a los mejores.

Y lo del mérito y capacidad... pues lo dejamos para los fineses, ¿no?, que para eso salen los primeros en el informe PISA.

Termino con una última curiosidad: ¿sabían que, en Castilla-La Mancha, en algunas especialidades, por falta de aspirantes en las bolsas, se llama para dar clase a opositores con una calificación de cero (mondo y lirondo) en los exámenes del proceso selectivo?

lunes, marzo 24, 2008

Elecciones generales 2008: análisis de resultados

En mi opinión, en este proceso electoral se han alcanzado varios hitos que van a significarlo especialmente. Son estos:

1) La consolidación del bipartidismo.

Claramente este año 2008 va a ser el de la consolidación del bipartidismo en España. Las cifras son claras: dos partidos PP y PSOE, acaparan el 92% de los escaños con el 84% de los votos.
A nivel nacional prácticamente ya no tienen relevancia los demás partidos. La enorme fragmentación del voto alternativo, junto al antidemocrático reparto de escaños, han anulado al resto de los partidos políticos.
Tan sólo los nacionalistas tendrán un papel que desempeñar en el futuro: el proporcionar, por un precio, los escaños necesarios para que el partido vencedor alcance la mayoría necesaria para gobernar.
Y lo peor: la evolución de los resultados nos muestra que hay bipartidismo para rato.

2) El fin de la izquierda.

Izquierda Unida, antaño Partido Comunista, agoniza. La pésima labor de sus últimos dirigentes ha permitido que el veneno del voto útil haya hecho por fin su efecto. Con un 3,8% de los votos, el resultado más bajo de su historia, y dos míseros escaños, en Madrid y Barcelona, IU ha doblado la rodilla. Casi con total seguridad, no volverá a levantarse.
Es cierto que a mediados de los años 80 IU pasó por una crisis de resultados aparentemente similar a la actual, pero la situación no es la misma. En el 89 tenía a Anguita y una gran cantidad de afiliados y simpatizantes.
Hoy, 20 años después, no tiene ni una cosa ni la otra. La renovación generacional está jugando en contra de IU.
Personalmente no comulgo con muchas de las actuaciones de los políticos de IU ni con algunas partes de su programa. Pero, a pesar de ello, pienso que la desaparición de IU no será buena para los españoles. Sin el contrapeso de la izquierda, los dos partidos mayoritarios acabarán por derivar, cada vez más, hacia políticas de “derechas”.
Hace tiempo me dijo un votante socialista, que para él la cuestión se había reducido a elegir "entre la derecha y la extrema derecha". Con la “defunción” de IU, cada vez más votantes “de izquierda” lo percibirán así.

3) Un cohete llamado UPyD.

Han sido las elecciones de la irrupción de UPyD en el panorama político. UPyD ha sido vendido, en un sector de los medios de comunicación, como una opción regeneracionista ante el evidente deterioro de nuestro sistema político. Y no cabe duda que ha tenido éxito. Un partido creado en unos meses ha alcanzado los 300.000 votos y ha obtenido un escaño en Madrid.
Sin embargo no hay motivos para pensar que UPyD va a ser algo más que una flor de un día. Su único escaño no va a permitir regenerar absolutamente nada, y eso, junto al voto útil, acabará por marchitar, tarde o temprano, el sueño regeneracionista de sus votantes. Dentro de unos pocos años UPyD no será más que una anécdota.

4) El descenso del voto en blanco.

En la gráfica de la izquierda se puede apreciar la evolución del voto en blanco desde los inicios del régimen (he añadido al voto en blanco los votos a los partidos instrumentales que piden el voto en blanco computable: Ei-Add , ABLA y CenB).

El voto en blanco no había dejado de subir desde las primeras generales de 1978 hasta las pasadas elecciones de 2004. Pero este 2008, por primera vez, ha caído. De 450.000 votos a 306.000. ¿La causa? Fundamentalmente, UPyD. Muchos descontentos que acudieron a las urnas, en el 2004, sin fe en ningún partido, han encontrado esta vez uno en el que creer.
Pero esta fe, sin los milagros prometidos, no durará. El voto en blanco volverá a crecer.
A menos, claro, que los mandamases se saquen algún otro as de la manga para seguir engatusando a los desencantados.

5) La bajada del censo electoral.

También por primera vez, ha bajado el censo, hay casi 700.000 españoles menos con derecho a voto que en el 2004. El descenso de la natalidad empieza a mostrar sus efectos.

6) El reparto desigual votos-escaños.

El reparto discriminatorio de los escaños ha sido la tónica de todas las elecciones generales, por lo que en sí mismo ya no es noticia. Lo que sí es noticia es que, después de 30 años de supuesta democracia, todavía siga ocurriendo: todavía existen ciudadanos de primera, de segunda y de tercera, y otros que no llegamos ni siquiera a eso.

Un total de 31 escaños estarán ocupados por un diputado que no ha sido elegido por los ciudadanos. Esos diputados se los repartirán los cinco partidos que estarán sobre-representados en el Congreso: PSOE (+16.3 “diputados” de más), PP (+12.6), PNV (+1.8), CIU (+0.3) y Na-Bai (+0.2).
Los ciudadanos a los que arrebatan su representación son los que han votado a IU (-11.3), en blanco (-3.9), UPyD (-3.2), ERC (-1.1), BNG (-0.9), Coalición Andalucista (-0.9) y así hasta completar los 97 partidos que han recibido votos estas elecciones.

Como curiosidad, comentar que esta discriminación sostenida en el tiempo no es inocua, hace mucho daño, va debilitando paulatinamente la poca democracia que pudiera quedarnos en España. Cada vez más ciudadanos, al ver que sus votos valen menos que los de los demás o directamente son inútiles, cambian su opción de voto. Votan a partidos por los que no se sienten representados, pero cuyo voto tiene un mayor valor (al peso, en “cantidad de diputados”). Así, obtienen cantidad (de diputados) pero sin calidad (no se obtienen resultados). Es la trampa del voto útil, pero desgraciadamente cada vez más ciudadanos caen en ella. El crecimiento del bipartidismo es consecuencia directa de este hecho.

7) La “democracia” en cifras: indicadores de participación.

He querido terminar este análisis tratando de aportar unos indicadores que nos permitieran conocer cómo de democrático es nuestro sistema político.
Para ello, he utilizado el factor esencial que caracteriza una democracia: la participación de los ciudadanos en el gobierno. He intentado cuantificar, aunque de forma aproximada, este factor.
En España, al tener una democracia representativa, los ciudadanos que participan son los que están representados en los distintos órganos de decisión. Si ignoramos el Senado, que es un órgano decorativo que no tiene ningún poder de decisión en nuestro país, nos queda el Congreso. Para saber qué ciudadanos están representados en esta cámara, he sumado los votos de los que, acudiendo a las urnas y depositando un voto válido, han obtenido representación en su circunscripción. De esta forma, por ejemplo, los votos a IU fuera de Madrid y Barcelona no se contabilizan, ya que realmente han sido votos inútiles que no han dado ninguna representación a sus votantes.
El resultado que se obtiene es este:

Es decir, en nuestra “democracia”:
- 2.073.111 ciudadanos (8,2%) depositaron un voto válido y no estarán representados en el Congreso. Son más de dos millones de votos tirados a la basura.
- 10.596.124 ciudadanos (31,3% del censo electoral) que votaron válido, nulo o se abstuvieron, no estarán representados en el Congreso. Casi un tercio de los españoles excluidos del poder legislativo, donde idealmente deberíamos estar representados todos.
- Si el PSOE y CIU finalmente pactan para formar gobierno, será el gobierno de tan sólo el 34,9% de los ciudadanos. El poder ejecutivo respaldado por poco más de un tercio de los españoles.

Resumiendo: la democracia sólo alcanza al 68,7% de los españoles. Y nuestro gobierno lo es del 34,9%.
Estos son los números de nuestra “democracia”.

NOTA sobre el cálculo de los indicadores de participación
Hay varios factores que no he podido tener en cuenta:
1) La representación de los ciudadanos no es igualitaria: nos movemos desde los 15.510 votos que le han bastado al PP en Melilla para obtener un diputado, hasta los 163.633 votantes de IU en Madrid por ese mismo diputado. Por ello habría que introducir en estos indicadores un factor de corrección por la proporcionalidad desigual del reparto de escaños. No lo he hecho por la complejidad y porque no sería demasiado significativo.
2) Tampoco se tienen en cuenta los ciudadanos que votan a partidos que no les representan. Y este dato sí sería enormemente significativo. Entre los más de 21 millones de votantes al PP y al PSOE hay muchos, posiblemente millones, que no se sienten representados por esos partidos y por tanto disminuirían considerablemente el número de españoles verdaderamente representados.
3) Una parte de la abstención es abstención “satisfecha”. Es decir, que están contentos salga quién salga y se les puede considerar representados por todos los diputados elegidos. Habría que sumarlos a los españoles representados.
Estos dos últimos factores no pueden ser incluidos en el cálculo porque son imposibles de cuantificar, no hay datos que nos permitan conocer sus números.
Por ello los indicadores obtenidos son valores aproximados y hay que utilizarlos con la precaución necesaria.
Pero, a falta de otros mejores, tendrán que valer.
Aunque sea de forma orientativa.

viernes, marzo 21, 2008

La consolidación del bipartidismo

“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.”
Me encanta el artículo 1 de nuestra Constitución. Qué bien suena, ¿verdad? Democracia, libertad, justicia, igualdad... y pluralismo político. Da gusto vivir en un país donde imperan esos valores.

Acabamos de pasar el último proceso electoral. Elecciones al Congreso y al Senado. Un proceso donde hemos disfrutado de la democracia, la libertad y, un momento... ¿el pluralismo político?
Algo no me cuadra.
- Según los datos relativos al Congreso de los diputados, en estas elecciones del 2008, dos partidos, el PP y el PSOE, han acaparado el 84% de los votos, y el ¡92%! de los escaños: 322 diputados de 350 posibles. Para el resto de los partidos tan sólo queda un exiguo 8% de los escaños.
- Si nos concentramos en los partidos de ámbito nacional distintos al PP y al PSOE, resulta que únicamente han obtenido tres míseros escaños: dos para IU y uno para UPyD. El resto de los diputados ajenos al “bipartito” PP+PSOE son nacionalistas.
- En muchas provincias, como Ciudad Real, ya no existen opciones reales de que ningún partido, aparte de PP y PSOE, obtenga representación.
No parece que el concepto de pluralismo político encaje mucho con estos resultados. Más bien encaja con otro concepto político: el bipartidismo.
Si observamos la evolución de los votos y escaños de estos dos partidos desde el comienzo de este nuevo régimen, se aprecia, después de un periodo inicial de adaptación del electorado, una clara tendencia al alza del voto bipartidista. Desde las elecciones de 1989 no ha dejado de aumentar, hasta llegar al actual 84% y a esos 322 escaños, cifra nunca alcanzada en nuestra democracia por dos partidos políticos.
No cabe la menor duda: el bipartidismo se ha consolidado.
Y esto no es bueno.
En economía se sabe que los monopolios hacen imposible el libre mercado y los oligopolios son peligrosos. Por ese motivo el libre mercado es defendido por las autoridades con leyes anti-monopolio.
En política ocurre lo mismo. El “monopolio” (dictadura, partido único) hace imposible la libertad y la democracia. El “oligopolio” (oligocracia, partitocracia), el poder concentrado en un grupo reducido de partidos, es peligroso. Por ello el pluralismo político es un valor fundamental en una democracia representativa de partidos. Es lo opuesto a la concentración de poder en manos de unos pocos.
Y el caso extremo de concentración de poder es el bipartidismo. Es, de todas las situaciones “democráticas” posibles, la peor, la más cercana a la dictadura, la menos democrática.
Por ello, el pluralismo político debería ser defendido. Deberían existir leyes “anti-bipartidismo”. Pero no las hay, ni las va a haber. Los que pueden hacer esas leyes son los que se benefician de su ausencia.
En España, hace 33 años, gobernaba uno. Hoy, gobiernan dos.

sábado, marzo 08, 2008

Y ahora, tengamos paz

Hemos asistido a un periodo electoral (de cuatro años) agrio y hostil, donde no han faltado descalificaciones, acusaciones, insultos... con algunos candidatos y partidos presentados, por sus rivales y por los medios, como paradigmas de maldad y de incompetencia... en fin, ya saben. Y esta campaña ha calado en los ciudadanos. Muchos han radicalizado sus posturas, sus opiniones, absorbiendo la “mala leche” emanada por los medios de comunicación.
Este artículo está escrito el día anterior a las elecciones, por lo que no sé cual va a ser el partido ganador. Pero sea cual fuere, una buena parte de los ciudadanos que hayan votado al perdedor o perdedores va a estar muy cabreada, hasta rabiosa, por el resultado, no tanto por la derrota de sus candidatos, sino por la victoria de los otros.
Y es que no se puede aceptar con facilidad un resultado que, durante días, meses y años, los medios han presentado como catastrófico para el ciudadano y para España.
Pues bien, a ese sector de la población, a esos votantes del PP, del PSOE, o de los otros partidos, que “han perdido” estas elecciones, les digo lo siguiente:
Hay que olvidarlo y pasar página.

Todos los ciudadanos que han acudido a estas elecciones y han votado a un partido lo han hecho porque han aceptado libremente utilizar nuestro sistema electoral para elegir a los gobernantes de la nación. Han elegido al partido que han querido. Unos han ganado, otros no. Es parte del juego electoral. Y en los juegos, hay que saber ganar y saber perder.
Igual que hubieran querido que los adversarios aceptaran el resultado contrario en estas elecciones, los perdedores deben aceptar a su vez la derrota. Ahora toca respetar al resto de los ciudadanos. El partido o partidos que gobiernen lo harán porque han ganado en un juego en el que todos los votantes, los del PP, los del PSOE, y los de los otros partidos, habían aceptado las reglas.
Y, dentro de cuatro años, se podrá jugar de nuevo. Pero hasta entonces, haya paz.

No quiero decir con esto que haya que dejar de criticar lo que el gobierno que salga de estas elecciones haga mal, ni que haya que dejar de actuar contra lo que consideremos injusto, pero todo ello debe hacerse desde el respeto a la elección de una parte de la ciudadanía, mayoritaria, que ha ganado en buena lid el derecho a que gobierne su partido.
Por tanto, votantes del PP, PSOE y resto de los partidos, tengamos paz.

Aunque hay que añadir algo más.
Habrán apreciado que me estoy dejando olvidado a un sector de la población: los que estas elecciones, se hayan abstenido o votado blanco, nulo, o a Ciudadanos en blanco, por no tener a quién votar. Ese sector de la ciudadanía que no ha podido participar en el “juego”. Los excluidos.
Dicen que lo importante es participar. Pues en este caso, con mayor motivo, porque este juego es mucho más serio que cualquier otro. Estamos hablando de la democracia, que para ser digna de ese nombre tiene que alcanzar a todos los ciudadanos. Y, ahora mismo, a muchos no nos alcanza.

Por ello, a los partidos ganadores les toca la tarea de encontrar la forma de que en este juego participemos todos. A través, entre otros medios, de reformas en la Ley Electoral y en la Constitución misma, o de la implantación progresiva de la democracia participativa (referéndums vinculantes, presupuesto participativo, etc.), deben ir suprimiendo las barreras que impiden el acceso a la democracia a un importante sector de la ciudadanía.
Si los partidos no cumplen con esa misión, la cual son reticentes de llevar a cabo, dado que les restaría una parte de ese poder absoluto del que ahora disfrutan, sus votantes deben exigirles que lo hagan. De otra forma, se estaría apoyando, con la inacción, el “apartheid” ideológico al que se viene sometiendo a muchos ciudadanos españoles estos últimos 30 años, a los que no se está permitiendo participar, en igual medida que sus compatriotas, en el gobierno de la nación.

Hagamos posible que haya democracia para todos. Y que tengamos paz, la paz social que otorgaría una democracia plena.

martes, marzo 04, 2008

Razones para no votar en blanco

Hace unos días aparecía, en el diario “El mundo”, la pregunta de una internauta que, anunciando su intención de votar en blanco, solicitaba a los partidos una razón para no hacerlo. Las breves respuestas que le dieron resultaban sorprendentemente reveladoras.

El PSOE y el PP coincidieron en indicarle que el voto en blanco lleva a que “otros decidan por ti”. Lo cual es totalmente cierto, bien lo saben los responsables de esos dos partidos, porque son los que se han encargado de sustraerle todo su valor al voto en blanco, por medio de una Ley electoral que les beneficia enormemente.

En teoría, la abstención es la forma de actuar que debe llevar a que “otros decidan por ti”. El que se abstiene deja hacer a los demás, o, tirando de refranero, “el que calla, otorga”. Por el contrario, los que votan en blanco, lo hacen precisamente porque no quieren que otros decidan por ellos. Quieren tener a quién votar, quieren estar representados por algún partido, quieren participar en la democracia... Pues bien, a pesar de ello, los partidos mayoritarios ignoran sus votos, se apropian de sus escaños, y deciden por ellos.
Esta otra respuesta, por parte del PP y del PSOE, hubiera sido más sincera: “no debes votar en blanco porque si lo haces nosotros ignoraremos tu voto, nos apropiaremos de tu escaño y decidiremos por ti”.

De Izquierda Unida venía una respuesta contundente: “los votos en blanco se apartan del escrutinio y no ocupan escaños vacíos”. Le faltó en cambio a IU añadir una coletilla: “al contrario de como debería ser”. Los votos en blanco no deberían ser apartados del escrutinio, y deberían tener representación en forma de escaños vacíos. Pero no la tienen, y tampoco IU tiene intención de que eso cambie: un voto en blanco útil y representativo demostraría ser una opción más eficaz contra el bipartidismo que su ya desgastada alternativa.
La cuarta y última respuesta venía de UPyD, que decía que ellos han surgido para “hacer algo ante el hartazgo que generaban los partidos”. Sin comentarios.

A los políticos profesionales, los que viven de la política, no les gusta en absoluto el voto en blanco. Lo temen enormemente, porque es la única opción que tienen los ciudadanos para reaccionar contra ellos, poniendo así en peligro su modo de vida y sus jugosos salarios vitalicios pagados con nuestros impuestos. El voto en blanco es, para los políticos, el enemigo público número uno. Es “la bicha” que no hay que mentar.
El voto en blanco tenía que existir: es una opción de voto imprescindible en una democracia representativa de partidos. Sin embargo, no es bueno que número de votos en blanco sea elevado: muchos votos en blanco equivalen a muchas personas a las que la democracia no alcanza, y, dado que la democracia debe ser para todos, ello mostraría claramente, ni más ni menos, que no habría democracia. Así que los ciudadanos no deben votar en blanco, sería poco conveniente que empezase a cuestionarse la “democraticidad” del régimen. Y por ello los políticos nos ofrecieron un voto en blanco, pero inútil, sin valor.
“Haremos que el voto en blanco no sirva para nada y así la gente no lo utilizará”, debieron pensar. Y está funcionando, porque, aunque el voto en blanco crece, aún no ha llegado a niveles excesivamente alarmantes. A pesar de lo condenadamente mal que lo hacen. A pesar de que cada vez menos gente confía en ellos.

En cualquier caso, si nuestra internauta no tiene a quién votar, debería hacerlo en blanco, ¿no? Por inútil que sea, ¿acaso tiene una opción mejor?
Y sin embargo me voy a atrever a darle una razón para no votar en blanco. En estas elecciones, puede depositar en la urna un voto en blanco, sí, pero útil. Votando al “no-partido” del voto en blanco computable, Ciudadanos en blanco. Un voto en blanco al que los partidos no le pueden sustraer los escaños: estos, de obtenerse, se quedarían vacíos.
Esa es mi razón para no votar en blanco.