martes, julio 29, 2008

De dónde vienen las crisis (y II)

En el mensaje anterior intentaba explicar el origen de las crisis enfocándolo desde el punto de vista concreto de nuestra actual crisis inmobiliaria. Me gustaría ir más allá, subir el nivel de abstracción y tratar de abordar el origen real, subyacente, de esta crisis económica y de todas las demás.

Un poco de historia como punto de partida:
- En 1789, dentro del entorno de extrema desigualdad social de la Francia del siglo XVIII, se vivió la Revolución Francesa, consecuencia de la crisis económica a la que acompañó finalmente una gran escasez de alimentos, producto de los desorbitados impuestos con los que la nobleza absolutista se apropiaba de los recursos de campesinos y burgueses.
- En 1929, se produjo la que ha sido calificada como la mayor crisis económica del capitalismo: el crack del 29. Tras el superávit especulativo del mercado de valores de Nueva York, se había producido lo que se conoce como una “burbuja” económica. Movidos por el ansia de obtener dinero fácil, cientos de miles de norteamericanos habían invertido gran parte de sus ahorros, incluso llegando, en muchos casos, a pedir créditos para realizar sus inversiones. Cuando la burbuja pinchó, los valores de las acciones cayeron en picado, produciendo la ruina de los inversores y continuando con la “Gran depresión”, un periodo de declive económico que afectó a todas las naciones industrializadas.
- Prácticamente lo mismo que lo ocurrido en el crack del 29, aunque afortunadamente en menor grado, es lo que nos ha sucedido en España, sólo que en lugar de acciones aquí la inversión ha sido en ladrillo.
Es curioso, pero aparecen similitudes muy significativas entre los “felices años 20” americanos y estos últimos “felices años del sector de la construcción” españoles: grandes mejoras tecnológicas, concentración del capital en manos de grandes corporaciones, modelo de vida consumista (“american way of life”), créditos fáciles...
Similar escenario, similares acciones, similares consecuencias.
A pesar de las experiencias anteriores, la historia se repite, tropezamos una y otra vez con las mismas piedras.

Todas estas crisis tienen al menos dos puntos en común: el primero, la acumulación desproporcionada de recursos económicos en unas manos; el segundo, la escasez de los recursos en otras.
La sangría de impuestos con los que la nobleza francesa amasó sus colosales fortunas tuvo como consecuencia directa el empobrecimiento insoportable del pueblo francés. La acumulación de recursos económicos por parte de los especuladores americanos era insostenible, y tuvo su final cuando ya no hubo de donde obtener recursos para seguir subiendo el valor desmedido de las acciones. La acumulación de “ladrillo” en España ha cesado cuando ya no han quedado recursos suficientes a los potenciales compradores de viviendas para poder pagar los desorbitados precios a los que la especulación las ha llevado.

El primer principio de la termodinámica se resume así: “la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Con los recursos económicos, todo aquello que el ser humano puede poseer que tenga algún valor, incluido su trabajo, y hasta su vida, ocurre algo parecido. Los recursos ni se crean, ni se destruyen: se transforman... y cambian de manos. Por ello, la acumulación de recursos en un lugar, puesto que esos recursos tienen que venir de alguna parte, produce inevitablemente una escasez de recursos en otro lado. El crecimiento ilimitado de los recursos económicos de un sector de la población no es sostenible, porque los recursos vienen de los “almacenes” de recursos de otros sectores de la población, que son limitados y, tarde o temprano, se agotan. Y cuando esto ocurre, llegan las crisis.

¿Cuántas veces hemos escuchado últimamente que “los pobres son cada vez más pobres mientras los ricos son cada vez más ricos” o que “en XXX cada vez hay más millonarios”? Esas afirmaciones son una clara advertencia de que las cosas no se están haciendo bien. Cuanto más se acumula la riqueza en unas pocas manos, más escasea en otras.
Es el preludio de la crisis.

acumulación => escasez

La historia de la humanidad es un continuo devenir de crisis. El ansia de obtener poder y riqueza es una de las características naturales, instintivas, del ser humano. Como dice la canción: “todos queremos más, y más, y más, y mucho más”. Pasamos la vida intentando tener más, más de lo que nos corresponde por nuestro trabajo, más de lo que aportamos, por nuestra parte, a la sociedad, más de lo que tienen los demás. Y la consecuencia del éxito de algunos en esta “misión” es que otros tienen cada vez menos. Y cuando esa situación se vuelve insostenible, bien a nivel general, bien con algún recurso concreto o en algún lugar concreto, llegan las crisis.

Y con esto yo diría que hemos llegado, finalmente, al origen fundamental de las crisis económicas: nuestra naturaleza, nuestra avaricia, nuestro egoísmo, y también nuestra estupidez, que toma forma en la incapacidad para aprender de los errores y darnos cuenta de que las crisis se vuelven, al final, incluso hacia la mayoría de los que las causan.

Conocida la causa, la solución se revela evidente: acabar con la escasez, acabar con la desigualdad, acabar con la acumulación injusta de recursos, y con esto no sólo me refiero a los ricos, o a los especuladores, sino a todo el “primer mundo” en general, construido y mantenido, cada día, con recursos robados y sobre las vidas de millones de seres humanos.

Pero para ello habría que superar previamente esa avaricia y ese egoísmo animal que nos hacen comportarnos tal y como lo hacemos ahora.
No se puede acabar con la desigualdad si no se quiere acabar con la desigualdad.
No se puede acabar con la pobreza si el mayor deseo de cada uno es engrosar la lista de los ricos, o tener ese BMW, ese chalecito o esa tele de plasma de última generación.

En fin, para cambiar el mundo tendríamos que cambiar antes nuestra naturaleza. Habría que dejar de ser, en parte, los animales que somos, para ser otra cosa. Algo que el homo sapiens no ha sido nunca, pese a lo que nos creemos: seres humanos.
Me temo que es pedir demasiado a unos simios parlantes alopécicos y cabezones.

En fin, las crisis las causamos nosotros, y nosotros podemos ponerles fin. Si un número suficiente de personas tuviera la voluntad de actuar de forma diferente, cambiar las cosas sería sencillo, porque las medidas concretas para regular adecuadamente la actividad económica son más bien obvias, fácilmente alcanzables una vez se sabe lo que se quiere conseguir.
Pero si no hay voluntad de cambiar, y ahora mismo este es el caso, no hay solución. Sólo podemos sobrellevar lo mejor posible esta crisis y... las que van a venir después. Sólo podemos intentar sobrevivir lo mejor posible... como haría cualquier otro animal.

miércoles, julio 16, 2008

De dónde vienen las crisis

Les sonará de algo lo de los ciclos económicos. Al parecer, en economía, a ratos la cosa va bien, pero cada cierto tiempo, llegan las vacas flacas. Las crisis. Según dicen es algo inevitable, se presenta de repente, a veces sin avisar y suele venir del extranjero. Es decir, que no es culpa nuestra, ni de nuestros gobiernos. Faltaría más.
Por ejemplo, la actual crisis, según el Ministro de Industria, Miguel Sebastián, se ha producido por la subida del petróleo, la falta de liquidez y por el asuntillo de la vivienda. Y ha sido por culpa de Bush.

A los mortales comunes, como el que escribe, que no sabemos demasiado sobre macroeconomía, no nos queda más remedio que creernos lo que nos dicen “los que saben”. O eso pensarán algunos. Sin embargo, este mortal piensa de otra manera.

En 1993 se produjo la mayor crisis económica de nuestra “joven democracia”, salvando, claro, la presente. En el primer trimestre de 1994 el paro casi alcanzaba los cuatro millones de almas. Este hecho fue en gran medida consecuencia natural de la progresiva irrupción de la mujer en el mercado laboral español, dado que los gobiernos correspondientes no pusieron en marcha ninguna política eficaz de generación de empleo. A mayor número de trabajadores, si no se cambia nada, pues aumenta, lógicamente, el paro. Ante esa situación, la brillante solución que nos ofrecieron los políticos fue… precarizar el empleo (no lo llamaron así, claro). A empleo más precario, más trabajadores se pueden emplear. Y así, con la connivencia de los sindicatos mayoritarios, aparecieron el despido libre, las ETTs, y otras medidas similares. Sin embargo, el efecto de estas medidas no fue suficientemente notorio a corto plazo, que es el plazo en el que piensan los políticos.
Entonces apareció “El Salvador”: el sector de la construcción. Sin una necesidad real de ello, se empezaron a construir cada vez más y más viviendas. La construcción pasó a ser la mejor forma de inversión, y las hipotecas empezaron a crecer desaforadamente, tanto en número como en valor y, cómo no, en años de endeudamiento.
Y para construir viviendas, hacían falta trabajadores. El paro descendió enormemente, llegando a bajar de los dos millones en el año 2001 (tras un “ajuste” en el método de medición que suprimió alrededor de medio millón de parados adicionales del “recuento”).
Era el milagro de la construcción. El gozo de políticos y especuladores.
Sin embargo, de milagro no tenía nada.



El “neto” de esta operación para los españoles ha sido que hemos gastado una buena parte de nuestros ahorros, presentes y futuros, en construir viviendas que se van a quedar vacías. En lugar de crear empleo estable, se creó un empleo temporal precario, pagado hipotecando nuestro futuro. Se puso un parche a la economía nacional para ir tirando unos años más, hasta que... se acabaran los ahorros, hasta que se agotara el crédito de los españoles.
Y el crédito, tarde o temprano, tenía que agotarse. Y se ha agotado. Ya no hay para más hipotecas, y no se puede seguir construyendo viviendas que no se van a poder vender. Así, los empleos de la construcción, lógicamente, desaparecen. Volvemos a la situación del 93, pero con un nivel de endeudamiento mucho mayor y, por tanto, con menos capacidad para afrontar la crisis. Y con una parte de la actividad económica perdida, con sus correspondientes puestos de trabajo: la que hubiéramos activado con nuestros ingresos en el futuro, los cuales ya hemos despilfarrado. A cambio, tenemos viviendas vacías. Gran inversión.

Y ahí está el origen de la crisis. No en Bush, sino en nuestros políticos, los cuales son los que han permitido y alentado esta orgía inmobiliaria, entre otras acciones de similar calado. En lugar de políticas económicas beneficiosas, también a largo plazo, para los españoles, sólo nos han aportado una política cortoplacista de “pan para hoy y hambre para mañana”. Un “mañana” que ya está llegando.
El petróleo (o Bush), tal vez hayan influido algo, sí, adelantando el momento en el que nuestra burbuja económica iba a reventar. Pero iba a hacerlo de todas formas. Y es que 30 años de gestión económica de un estado por parte de un hatajo de, en el mejor de los casos, incompetentes, tarde o temprano tenían que dar el fruto correspondiente.

Para terminar, la solución: según el ministro Sebastián, hay que reducir el consumo de energía un 10% y comprar menos barriles de petróleo. Es decir, traducido al cristiano, apretarse el cinturón. Ah, y también hay que quitarse la corbata en verano.
Por mi parte, conocida la causa de la crisis, sugeriría otra medida adicional, a ejecutar por los ciudadanos: cambiar de políticos.

martes, julio 01, 2008

Una historia de democracia, un ejemplo a seguir

Gracias a la globalización de la información que ha permitido Internet, multitud de historias interesantes, o importantes, que se desarrollan a miles de kilómetros de nuestros hogares, están a nuestra disposición, casi en tiempo real, con sólo hacer unos clicks ante el ordenador.
Una de estas historias viene transcurriendo en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias desde, más o menos, el mes de octubre del año 2005.

El 31 de octubre de ese año se celebraron elecciones municipales en la ciudad, si bien no fueron unas elecciones normales: los cartageneros obsequiaron a sus políticos con una abstención abrumadora (un 78%) y con un voto en blanco que alcanzó el 33% de los votos emitidos, valores hasta el momento desconocidos en la historia de las elecciones del país.
Los cartageneros, hartos del modelo político oligárquico que ha imperado en Colombia desde hace décadas, reaccionaron ante un sistema electoral que nunca ha tenido de democrático más que la pretensión de serlo. Con su abstención y su voto en blanco, desposeyeron de legitimidad democrática (aunque no legal) al alcalde “electo”, que se hizo cargo del gobierno de la ciudad con los votos de menos del 10% de los 549.000 ciudadanos habilitados para votar.
Sin embargo, los cartageneros no se quedaron cruzados de brazos ante esa burla a su voluntad y a la democracia. Surgiendo de una iniciativa ciudadana a través de Internet, liderada por el “Movimiento 1815”, un colectivo cívico que había efectuado el llamamiento al voto en blanco para las elecciones de 2005, dieron forma a una candidatura ciudadana, e independiente, a la alcaldía. Para poder presentarla recogieron, en tres semanas, las firmas de 162.000 cartageneros, un tercio de los ciudadanos con derecho a voto de la ciudad.
Y hace unos meses, en octubre del año pasado, el movimiento cívico, ahora denominado “Por una sola Cartagena”, ganó las elecciones, arrebatando la alcaldía al candidato “oficial”. Tal vez los cartageneros estén vislumbrando, por fin, un gobierno democrático para su ciudad.

Un bonito cuento de hadas del siglo XXI.

Sin embargo, no podemos olvidar que en la vida real las cosas no suelen salir tan bien como en los cuentos. No sabemos si la alcaldesa electa, Judith Pinedo, alias “la Mariamulata” (no es broma), abogada especialista en derechos humanos y derecho público, que ya fue concejal de la oposición en el año 2000, llegará a llevar a término los proyectos definidos en el programa de esta candidatura independiente. No sabemos si llegará a abrir definitivamente la puerta a la democracia a los habitantes de esta ciudad colombiana. No sabemos si se mantendrá fiel al pueblo, o si se lo permitirán, porque en este cuento “los malos” tienen muchos recursos a su disposición. Recursos que, de hecho, han utilizado.
Hace unos días, el Tribunal Administrativo de Bolívar (uno de los 32 “departamentos” en los que está dividida Colombia, del cual es capital Cartagena) anuló la elección de Judith Pinedo. Recurriendo a un tecnicismo, el Tribunal anuló la decisión de los ciudadanos, dejando claro lo que vale la voluntad del pueblo en la República de Colombia, una de tantas autoproclamadas democracias que no son tales.
Aunque a Judith aún le queda apelar esa anulación ante el Consejo de Estado.

En fin, el final de esta historia está por escribir. Tan vez no haya final feliz para “la Mariamulata”. Tal vez los cartageneros no consigan todavía la democracia. Sin embargo la cosa no pinta mal del todo. Si la opción Judith Pinedo falla, pueden intentarlo de nuevo. Las veces que haga falta. Los ciudadanos de Cartagena ya saben cómo hacerlo, ya saben cuál es el camino para alcanzar la democracia, ya saben cómo arrebatar el poder a los políticos, un poder que, en las democracias, corresponde al pueblo.
Y nos han mostrado ese camino.

Esa es la historia resumida, pero merece la pena, para el que tenga tiempo, analizarla más a fondo, por lo que puede significar como ejemplo a seguir para aquellos que tratamos de alcanzar la democracia. Para ello dejo unos cuantos enlaces para ampliar información:

- Sobre lo ocurrido en 2005: Cartagena: la gigantesca abstención y el voto en blanco te volvieron a hacer heroica, por Olafo Montalban

- En Google

- Anulan la elección de Judith Pinedo a la alcaldía de Cartagena

- Blog de Judith Pinedo